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Un Final Perfecto - John Katzenbach

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moverse con rapidez por las habitaciones, sin tropezarse con muebles distribuidos<br />

de una manera para ella desconocida.<br />

Lo que buscaba podía estar en el escritorio o cerca del teléfono de la mesilla<br />

del dormitorio. Jordan no tardó más de noventa segundos en localizarlo.<br />

Se trataba de una carpeta azul con el nombre y el logo del colegio debajo de<br />

las palabras: Confidencial/Directorio del personal y del cuerpo docente. Los<br />

alumnos no tenían acceso al directorio. Si ellos o sus padres, invariablemente<br />

enfadados, querían contactar con alguien de la administración o del personal<br />

docente, en la página web del colegio aparecía la lista de los correos electrónicos<br />

y los números de teléfono oficiales. Sin embargo, el directorio que Jordan había<br />

cogido de debajo de un montón de trabajos de alumnos tenía información que no<br />

era tan fácil de obtener.<br />

Lo abrió en la sección titulada: « Despacho del Director.»<br />

Allí, al lado de « Secretaria de Administración» había un nombre. Estaba el<br />

número de la oficina y el número privado, además de la dirección y, todavía<br />

mejor, entre paréntesis aparecía un nombre masculino. El marido de la<br />

secretaria.<br />

La mano le tembló cuando leyó el nombre.<br />

« ¿Eres el Lobo?»<br />

Durante un instante, la cabeza le dio vueltas con frenesí. Jordan respiró hondo<br />

para calmar el pulso acelerado y el nudo en el estómago. A continuación, copió<br />

toda la información de la entrada del directorio con tinta negra en el dorso de la<br />

mano. Tenía miedo de perder un trozo de papel. Quería esta información tatuada<br />

en la piel.<br />

Sintió que una mezcla de miedos y seguridades se debatían en su interior.<br />

Intentó vencer esas sensaciones, diciéndose que debía conservar la calma, que<br />

debía mantener la concentración para dejar el directorio exactamente igual<br />

como lo había encontrado. Se recordó que debía asegurarse de que no había<br />

cambiado nada y que no había dejado ningún rastro en el apartamento de la<br />

profesora, ni siquiera el olor de su miedo. El aire en el apartamento parecía<br />

agrio, como humo amargo. Se instó a ser sigilosa y a asegurarse de que salía de<br />

la habitación con el mismo sigilo y secretismo que había utilizado al entrar.<br />

« Que nadie te vea, Jordan» , se había advertido.<br />

« Sé invisible.»<br />

Durante un instante pensó que tenía su gracia. Había entrado en el<br />

apartamento y había actuado como un ladrón, había quebrantado una norma del<br />

colegio que significaba la expulsión inmediata, sin embargo, no había robado<br />

nada, tan solo una información que quizá fuese mucho más importante que<br />

cualquier cosa que jamás había tenido en sus manos. Era como robar algo que<br />

podía ser muy valioso o, por el contrario, no valer nada.<br />

Se desplazó con sigilo por la habitación y apretó la oreja contra la puerta. No

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