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Un Final Perfecto - John Katzenbach

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—¿Karen? —dijo Jordan bruscamente.<br />

—¿Sí?<br />

—Me siento muy sola.<br />

Karen quería decir algo reconfortante, pero no se le ocurría ninguna palabra<br />

que pudiese ay udar. En cambio, la cabeza le bullía de ideas.<br />

—¿Estás segura de que era él?<br />

—Sí. Todo lo segura que puedo estar.<br />

—No estás sola. Estamos en esto todas juntas —añadió Karen, aunque en<br />

realidad no lo creía—. Mira, Jordan, aguanta. Te llamaré más tarde. —Cerró el<br />

teléfono y miró a Sarah.<br />

» Coge tus cosas —dijo, con la brusca decisión de un capitán marino—.<br />

Tenemos un par de minutos. El Lobo Feroz ha estado siguiendo a Jordan, así que<br />

sabemos que ahora mismo no está aquí fuera. Tenemos que irnos.<br />

—¿Jordan está bien? ¿Crees que deberíamos ir a verla?<br />

—Estaba asustada. Pero se le pasará, creo. Tenemos que seguir con el plan.<br />

No puede enterarse de que estás viva. Tenemos que mantenerte oculta. Es la<br />

única forma.<br />

Sarah asintió con la cabeza. Todo lo que tenía era una pequeña talega de lona<br />

con algunas prendas que Karen le había dejado, el ordenador portátil de Karen y<br />

algunas hojas de papel llenas de información sobre una mujer fallecida llamada<br />

Cy nthia Harrison. También llevaba el revólver de su difunto marido. Ese revólver<br />

era lo único de la vida pasada de Sarah Locksley que permanecía intacto.<br />

Las dos mujeres, que se movían lo más rápido posible y comprendían que<br />

algo había pasado esa noche que debería asustarlas, salieron de la casa como una<br />

exhalación y cruzaron a toda prisa el jardín hasta el coche de Karen. Esta<br />

introdujo la llave en el contacto y al acelerar las ruedas giraron sobre el camino<br />

de entrada de tierra y grava.<br />

—Te están esperando en cualquier momento —dijo—. Y aunque él sospeche<br />

algo, y a no sabrá dónde buscar. Al menos estarás a salvo mientras hacemos lo<br />

que debemos hacer.<br />

Ni Pelirroja <strong>Un</strong>o ni Pelirroja Dos se creían por completo esta afirmación.<br />

Quizá, pensaban ambas, tal vez pequeñas partes de sus vidas podrían estar<br />

seguras.<br />

Pero toda no.<br />

La puerta principal se cerró con un golpe sordo. Oy ó lanzar una chaqueta al<br />

colgador y guardar las botas en un armario.<br />

—Hola, cariño. Siento haber llegado tarde.<br />

—No te preocupes. La cena estará lista en un par de minutos.<br />

—Quiero tomar unas cuantas notas y luego salgo.

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