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Un Final Perfecto - John Katzenbach

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Respiró hondo y se serenó.<br />

Le pareció que el director no era mala persona. Sus intenciones eran buenas.<br />

Sintió un atisbo de envidia. No creía que sus padres tuvieran fotos en la pared de<br />

algo que ella hubiera hecho, o algo que hubieran hecho juntos en épocas más<br />

felices, aunque no recordaba ninguna época feliz o ni siquiera que hicieran cosas<br />

juntos.<br />

Pensó en su respuesta durante unos instantes. Comprendía que si en algún<br />

momento tenía que sacar el tema del Lobo Feroz, era aquel.<br />

« ¿Se cree que el asqueroso divorcio de mis padres es lo que me está<br />

jodiendo? Pues no. Que les den. Lo que pasa es que hay un tío loco por ahí que<br />

me toma por Caperucita Roja y me quiere comer. Bueno, comerme no. Va a<br />

matarme. Es lo mismo.»<br />

Pero no lo dijo. Sonaba demasiado descabellado.<br />

<strong>Un</strong>a parte de ella gritaba dentro de su cabeza: « ¿Todos queréis ay udarme?<br />

Pues conseguid una pistola. Contratad a un guardaespaldas. Llamad a los putos<br />

marines. ¡A lo mejor podrán protegerme!»<br />

Ninguno de aquellos pensamientos airados escapó de sus labios.<br />

En cambio, se apresuró a decir:<br />

—Haré lo que pueda.<br />

Hablaba en voz baja, casi como si estuviera en un confesionario, pensó, salvo<br />

que nunca había estado en un confesionario ni tenía pensado ir en un futuro<br />

próximo.<br />

Lo cierto es que no era lo que tocaba decir. Y notó la decepción en los ojos<br />

del director. Aquello le gustó. Al menos no era un falso.<br />

Se dispuso a abrir la boca de nuevo, para soltar una gran retahíla de dolor<br />

sobre sus padres, sus fracasos, su aislamiento y por último su temor de que la<br />

acechaban y que estaba condenada a morir y que no podía hacer nada al<br />

respecto. Estuvo a punto de soltarlo todo, pero se calló.<br />

Le faltó poco para soltar un grito ahogado.<br />

« Si le cuento lo del lobo, a lo mejor el lobo va primero a por él.»<br />

Miró a su alrededor. Fotos de familia feliz. No podía ponerles en peligro. Vio<br />

que el director se inclinaba hacia delante. La may oría de la gente habría<br />

interpretado el movimiento como muestra de preocupación. A ella le pareció de<br />

depredador.<br />

« A lo mejor es el lobo» , pensó de repente.<br />

Notó que se le encogía el estómago. Se quedó atenazada, con los labios<br />

sellados y se guardó los secretos para sí.<br />

El director vaciló y un silencio incómodo llenó la estancia como si fuera un<br />

humo acre. Tras lo que pareció mucho tiempo, dijo:<br />

—Bueno, Jordan. Ya sabes que puedes venir a hablar conmigo cuando<br />

quieras. Y ya sabes que creo que deberías volver a ver a la terapeuta de la

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