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Hyde - David Lozano Garbala

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por fin Diana—. Lo siento. Aquí todo cambia en segundos… No es nada personal.<br />

—¿De verdad no te parece más peligroso que nos separemos? —planteó Hugo<br />

por última vez—. Así se lo pondremos más fácil a Jacobo…<br />

—No digo que nos dividamos por la casa —matizó ella—, eso sería un suicidio.<br />

Lo único que propongo es inspeccionar esta zona manteniendo una distancia<br />

prudencial entre nosotros, un espacio que nos permita reaccionar ante … imprevistos.<br />

Solo eso.<br />

Andrea estuvo de acuerdo.<br />

—A mí eso sí me parece razonable —dijo Álvaro—. De ese modo nos<br />

protegemos sin dejar nuestras vidas en manos de los demás.<br />

Hugo también se sumó a esa nueva estrategia, con lo que pudieron reanudar su<br />

labor. Los cuatro salieron de la cocina, con las armas en las manos y procurando no<br />

aproximarse en exceso a los otros.<br />

—¿Empezamos por la parte de los salones? —sugirió Diana, a media voz.<br />

Los demás asintieron sin pronunciar palabra. La atmósfera de los corredores ya<br />

los había alcanzado, miraban en todas las direcciones como si Jacobo fuera a surgir<br />

de cada rincón.<br />

Y es que el repetidor llevaba ya bastantes horas en paradero desconocido. Podía<br />

encontrarse en cualquier parte. Incluso observándolos desde algún escondite.<br />

A paso lento y con las armas en ristre, los chicos llegaron a un sector de la casa<br />

que contaba con un acceso al exterior. Se trataba de un factor que aumentaba el<br />

riesgo. Las probabilidades de que alguno de los dos chicos desaparecidos anduviera<br />

por allí se multiplicaban.<br />

Ante ellos se abrían cuatro puertas que comunicaban con estancias medianas que<br />

ya conocían: un salón, un baño, un despacho y una estancia ciega empleada como<br />

almacén.<br />

Hugo, con un gesto, indicó a sus compañeros que cada uno abriera una de<br />

aquellas salas al mismo tiempo, a una señal. Diana asignó las estancias entre ellos<br />

mientras Álvaro y Andrea asentían a la espera del aviso.<br />

Hugo levantó un brazo tras situarse frente a la puerta que le correspondía.<br />

Comprobó que sus compañeros también se habían colocado en sus posiciones y,<br />

bajando el brazo, iniciaron la maniobra.<br />

Hugo apenas había entrado en su cuarto cuando un grito procedente de la<br />

habitación donde se había introducido Andrea le sobresaltó.<br />

Agarró con fuerza su hacha y salió al vestíbulo. Allí se encontró con Diana y<br />

Álvaro, que solo tuvieron tiempo de contemplar cómo Andrea salía corriendo de su<br />

sala, enloquecida, y se perdía por otras dependencias de la casa. No lograron<br />

detenerla.<br />

—¡Está histérica! —exclamó Diana, saliendo tras ella—. ¡Comprobad qué le ha<br />

provocado ese ataque y esperadnos aquí!<br />

Andrea se dirigía a un sector vacío de la casa, una zona que, por tanto, no ofrecía<br />

www.lectulandia.com - Página 124

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