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Hyde - David Lozano Garbala

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Hugo se había quedado con la boca abierta.<br />

—¿Y tú te lo crees?<br />

—No, el profesor jamás desperdiciaría una de las plazas disponibles si puede<br />

espiarnos de otro modo. Pero si os enterabais de que yo no había hecho los tests,<br />

seguro que me caía a mí ese marrón. Todo el mundo está demasiado nervioso…<br />

Hugo no daba crédito a lo que escuchaba.<br />

—¿Y por qué me lo estás contando ahora? ¿Por qué a mí?<br />

Álvaro alzó la cara. Los rostros de ambos estaban muy próximos. Hugo vio de<br />

refilón cómo su compañero levantaba la mano libre y sintió el deseo de apartarse<br />

cuando notó aquellos dedos rozar su propia mejilla. Álvaro acababa de acariciarle, un<br />

gesto que le pilló desprevenido. ¿De verdad lo había hecho? ¿Qué pretendía? Siempre<br />

jugando a la ambigüedad…<br />

—Me apetece confiar en ti —murmuró Álvaro—, eso es todo.<br />

A Hugo no le sirvió aquel argumento ni su gesto tan íntimo. Seguían juntos,<br />

enfrentados a una distancia insignificante, inmóviles en medio de ese pasillo en<br />

penumbra donde el silencio —y sus alientos— iban condensándose.<br />

Diana y Andrea continuaban, mientras tanto, en paradero desconocido.<br />

Álvaro, ajeno a la impaciencia de Hugo, a su desconcierto, dedicaba su atención a<br />

los labios entreabiertos de su compañero. Incluso se humedeció los suyos y por un<br />

instante pareció que se disponía a besarle. No se molestaba en disimular un interés<br />

que resultaba obsceno bajo aquellas circunstancias. Sus miradas —la suya<br />

extrañamente nostálgica, la del futbolista severa— volvieron a encontrarse.<br />

Álvaro no llegó más lejos.<br />

—Sería una pena que te pasara algo, Hugo. Te estoy avisando.<br />

Se separaron lentamente.<br />

—¿Es una amenaza?<br />

—Eres el único en esta casa cuya compañía me dolería perder. No quiero que te<br />

ocurra nada.<br />

Hugo rechazó aquella preocupación:<br />

—Ocultas demasiados secretos, Álvaro. No puedo fiarme de ti.<br />

—Pues deberías hacerlo.<br />

—A lo mejor me has mentido en todo —Hugo no sabía ya qué creer—. Quizá sí<br />

hiciste las pruebas y me cuentas todo esto para… para… no tengo ni idea de para qué.<br />

—Esa acusación es absurda.<br />

—Todo es absurdo en esta casa. Pero ya hay tres cadáveres. ¿Puedes demostrar<br />

que no hiciste las pruebas?<br />

—No hay forma de comprobarlo desde aquí. Si llamaras al instituto, te<br />

confirmarían mi ausencia durante esos días.<br />

—Pero no puedo.<br />

—No, no puedes. Te estoy diciendo la verdad, ¿por qué iba a mentirte?<br />

—Dímelo tú.<br />

www.lectulandia.com - Página 137

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