19.11.2019 Views

Hyde - David Lozano Garbala

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

La imagen del cuerpo del chaval, que encontraron flotando un par de días más<br />

tarde, ganó consistencia en sus memorias. Porque Hugo también había sido testigo de<br />

aquella tragedia que había marcado a muchos alumnos del instituto.<br />

—Yo estaba allí, ya lo sabes —él recordaba las búsquedas que se organizaron, la<br />

llegada de la familia, la infructuosa batida de la policía por el bosque—. Y lo que<br />

sucedió fue una cuestión de mala suerte. No hay que darle más vueltas.<br />

El semblante de Diana se endureció. Le apartó el brazo.<br />

—Mala suerte… y novatadas, Hugo. Se cebaron con mi hermano. ¿O es que has<br />

olvidado las bromas que sufrió?<br />

Hugo negó con la cabeza. ¿Cómo olvidar aquello? Para colmo, Jacobo, un año<br />

mayor que ellos, era uno de los monitores de Pablo cuando ocurrió la desgracia. Su<br />

participación en los hechos no consiguió demostrarse, pero Fran Pardo, otro de los<br />

responsables, fue expulsado del instituto.<br />

—Perdona —dijo—, lo que quería decir es que tus padres no podían prever lo que<br />

iba a ocurrir. Estoy de acuerdo en que algunos compañeros… se pasaron con él. Eso<br />

no lo discuto.<br />

—¿Y, entonces, por qué nadie hizo nada hasta que fue demasiado tarde? Los<br />

castigos y las expulsiones no devolvieron la vida a mi hermano.<br />

Diana manifestaba una acusación que Hugo había tardado en superar; varios<br />

estudiantes, incluido él, habían presenciado alguna de las bromas que sufrió Pablo.<br />

Cristian incluso había compartido tienda con él. Y no habían intervenido; un hecho de<br />

su pasado que continuaba avergonzando a Hugo en lo más íntimo.<br />

—Yo… ya te pedí disculpas en su momento, Diana. Todos habíamos pasado en<br />

años anteriores por esa especie de ritual que organizaban los mayores durante el<br />

campamento, y jamás se había quejado nadie. No calculamos lo mucho que le<br />

afectaban a tu hermano esas pruebas. Cuántas veces me he arrepentido de no haberme<br />

dado cuenta de lo que estaba a punto de suceder…<br />

—De poco sirve eso, Hugo. Los remordimientos no resucitarán a Pablo.<br />

—Lo sé. Pero tienes que entender que en aquella época cada uno iba a lo suyo.<br />

Bastante teníamos con lo nuestro, aunque no sirva de justificación. Y, al menos, se<br />

castigó a los principales responsables.<br />

—¿Eso debe consolarme?<br />

—Debe ayudarte a pasar página. Éramos unos críos, Diana. Y ninguno de los que<br />

estábamos cerca llegó a darse cuenta del sufrimiento de Pablo. Fuimos testigos de<br />

bromas sueltas, sin más.<br />

—Ya.<br />

—Fran ya pagó, ¿recuerdas? —Hugo aludía al principal acosador de Pablo, un<br />

chico muy conflictivo que el año anterior había fallecido en un accidente de moto—.<br />

Al final el tiempo acaba poniendo a cada uno en su sitio.<br />

—El único sitio de mi hermano es la tumba.<br />

—Cuidado, Diana. La terapia subliminal se aprovechará de tu resentimiento.<br />

www.lectulandia.com - Página 76

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!