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—A lo mejor ha encontrado algún refugio —se planteó Hugo—. Esta finca es<br />
enorme. O ha podido meterse en una cueva.<br />
—¿En una cueva? ¿Héctor? Por favor… —Cristian descartó la idea—. Se mearía<br />
del susto antes que todo eso.<br />
—¿Entonces dónde se ha metido? —Diana volvía a formular el interrogante.<br />
—La verdad es que tampoco me importa mucho —Cristian se rascaba el trasero<br />
—. Si se ha largado, es su problema. Lo que me sorprende es que nos hayamos dado<br />
cuenta de que no está.<br />
—No seas cruel…<br />
—Pero si es verdad, Hugo —se defendió su compañero—. ¡No parece un ser<br />
vivo!<br />
—Se supone que el profesor Vidal iba a echar una ojeada por los alrededores de la<br />
casa antes de irse, ¿no? —Diana se encogió de hombros—. A ver si hay suerte y lo<br />
trae de vuelta. Eso nos ahorrará líos.<br />
—Antes he visto el resplandor de una linterna entre los árboles —Andrea se<br />
acomodó sobre la cama tras doblar sus almohadas—. Era Vidal, seguro.<br />
—Ya habría regresado si hubiera localizado a Héctor —Hugo no se sentía muy<br />
optimista, recuperaba sus primeras sensaciones de inquietud—. Si mañana a<br />
mediodía continúa sin aparecer, ¿qué hacemos?<br />
—Avisar al profesor. Paso de comerme este marrón.<br />
Cristian no estuvo de acuerdo con la propuesta de Andrea:<br />
—Vidal ha dejado claro que el botón rojo es solo para emergencias.<br />
—¿No te parece una emergencia que un compañero tuyo esté desaparecido<br />
durante veinticuatro horas? —Hugo comenzaba a molestarse—. No te entiendo.<br />
—Oye —se justificó el pelirrojo—, que nadie le ha obligado a largarse de la casa,<br />
¿vale? Y ahora, por su culpa, todos jodidos. Al final van a cancelar el experimento y<br />
tendremos que volver a clase.<br />
—No creo que lo hagan —Andrea bostezó—. Se han dejado en esto mucha pasta.<br />
—A mí empieza a molarme —Cristian lo decía muy convencido—. Una semana<br />
sin padres ni profesores…<br />
—Aunque sin libertad —añadió la hippy.<br />
Hugo observaba en silencio a Diana y ella captó su mirada.<br />
—¿Tú también ves alguna ventaja en esta locura? —le preguntó la chica, con un<br />
tono entre sarcástico y cómplice.<br />
Él sonrió.<br />
—Alguna, sí.<br />
El simple hecho de que estuvieran hablando en ese instante constituía una prueba<br />
de ello. Por alguna misteriosa razón, en medio de aquel entorno tan artificial, ellos se<br />
sentían próximos. Algo que jamás había sucedido en el instituto.<br />
—¿Y estos de qué van ahora? —escucharon rezongar a Cristian—. Me voy a la<br />
cama… ¿de verdad vais a dejar que duerma solo?<br />
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