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Hyde - David Lozano Garbala

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CAPÍTULO 17<br />

Hugo y Diana habían acudido a la sala de proyección. Allí habían dedicado unos<br />

minutos a contemplar el botón rojo de emergencia. Símbolo del fraude, del engaño al<br />

que se les sometía, lo habían pulsado repetidas veces, sin que —por supuesto— se<br />

generara efecto alguno. Ahora permanecían sentados.<br />

—Mi hermano Pablo no se parecía a mí —dijo Diana, con expresión ausente—.<br />

Era más sensible. Siempre le afectó todo mucho. No tendría que haber ido a ese<br />

campamento… —ella se humedeció los labios, absorta en sus recuerdos—. Tenía tan<br />

solo once años cuando…<br />

—No podíais imaginar lo que ocurriría, Diana. Ni tus padres ni tú.<br />

Hugo hizo amago de acercarse; ella alzó el rostro, estudiándole con reservas.<br />

—¿Puedo? —Hugo señaló el sillón que había al lado del que ocupaba su<br />

compañera.<br />

—No deberías. No hay que fiarse de nadie. ¿Y si cualquiera de los dos sufre justo<br />

ahora un arrebato violento?<br />

Pero la reticencia era débil; Hugo captó su vacilación. En el fondo, a pesar de su<br />

apariencia dura, ella también se sentía sola allí. Recordar la muerte de su hermano<br />

empeoraba las cosas.<br />

—Yo estoy dispuesto a arriesgarme. Me voy a acercar, ¿vale? —avisó—. De<br />

momento, ambos estamos cumpliendo el programa de Vidal. No creo que haya<br />

peligro.<br />

Se sentó junto a Diana y le pasó un brazo por los hombros. No se atrevió a llegar<br />

más lejos, aunque lo deseaba con una intensidad que seguía sorprendiéndole.<br />

—Conste que me sigues pareciendo un tío vulgar —Diana procuró sonreír,<br />

aunque con tan poca convicción que el intento provocó en sus facciones una mueca<br />

triste—. No te emociones.<br />

—Y tú me sigues pareciendo una borde —secundó él la broma, antes de retomar<br />

la conversación seria—. Tienes que quitarte de la cabeza lo de tu hermano, Diana. No<br />

se trata de olvidar a Pablo, pero han pasado tres años; es hora ya de cerrar ese<br />

capítulo.<br />

—El problema de los… suicidios —a ella le costaba pronunciar esa palabra— es<br />

la culpabilidad que generan. Mis padres todavía no se lo han perdonado; no son los<br />

mismos y nunca volverán a serlo. Yo sé lo que piensan: se acusan mutuamente de la<br />

muerte de Pablo.<br />

—Eso es terrible. E inútil.<br />

Diana se encogió de hombros.<br />

—Ellos aún discuten sobre quién obligó a Pablo a ir al campamento. Recuerdo<br />

que fue papá quien le convenció para que fuera. Decía que así se «curtiría». Pablo no<br />

quería ir, era un chico muy delicado y eso a mi padre no le gustaba. Al final obedeció,<br />

claro. Pero fue incapaz de resistirlo…<br />

www.lectulandia.com - Página 75

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