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pidió ayuda. Fíjate si estaba desesperado. Pero Héctor pasó de él.<br />
—Héctor tenía ya sus problemas, ¿qué querías que hiciera?<br />
—Algo. Cualquier cosa. Todo menos dejar morir a mi hermano —Diana comenzó<br />
a llorar de rabia—. Vuestro silencio cómplice impidió que se hiciera justicia. Durante<br />
estos años no ha habido una sola noche que no me durmiera leyendo cada página del<br />
diario de Pablo. Nadie se merece lo que sufrió…<br />
Hugo suspiró.<br />
—Ninguno nos dimos cuenta de eso, ¡bastante culpables nos sentimos entonces!<br />
¿Por qué no acudió a los profesores?<br />
—Tenía miedo de que lo tomaran por un chivato y entonces se ensañaran más con<br />
él.<br />
—¿Y Álvaro? ¿También vas a decirme que Álvaro participó en todo esto?<br />
—Alguien tuvo que meterle en la cabeza lo del suicidio. Álvaro siempre estaba<br />
hablando de la muerte y de gilipolleces góticas parecidas. También aparece en el<br />
diario de Pablo.<br />
—¿Y solo por eso ya lo haces responsable de la muerte de tu hermano?<br />
—Cada uno cumplió su papel.<br />
Hugo bajó la cabeza. Su compañera estaba completamente desquiciada.<br />
—Qué desastre —dijo, bajando la voz—. Nadie imaginaba que Pablo lo estuviera<br />
pasando tan mal, Diana. Tienes que creerme. Te pido perdón, ojalá pudiera cambiar<br />
algo de lo que ocurrió…<br />
—No puedes. Nadie puede. Vosotros lo asesinasteis. Y ahora tenéis que pagar,<br />
como Fran.<br />
Hugo alzó el rostro.<br />
—¿Fran? Pero si murió en un accidente de… —calló, comprendiendo de<br />
improviso la dimensión de aquel infierno en el que vivía Diana desde la muerte de su<br />
hermano—. ¡Dios! ¿También tuviste algo que ver con su muerte?<br />
—Nadie escapa a la justicia.<br />
—A tu justicia, Diana.<br />
—¿Por qué vais a seguir viviendo cuando mi hermano no puede hacerlo?<br />
—Y has pasado estos años planeando tu venganza… —Hugo tenía la boca seca.<br />
Aquello superaba todo lo imaginable.<br />
—Esperaba una oportunidad —ella sostenía el arma con las dos manos—. Se me<br />
ha concedido. Mi hermano descansará en paz cuando acabe contigo. Todo habrá<br />
terminado.<br />
—Venga, Diana —suplicó Hugo—, todavía puedes arreglarlo… Esta locura ha<br />
llegado demasiado lejos…<br />
—Tú lo has dicho. Ya es tarde para cambiar de rumbo. Colócate frente a la<br />
ventana, quiero verte bien.<br />
—Por favor, te lo ruego…<br />
—¡Hazlo!<br />
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