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El Alto 218 MuseoQ
219
del griego gymnós, “desnuda”, y spérma,
“semilla”.
Las gimnospermas son fruto de la unión del
polen masculino –formado en conos masculinos–
con un óvulo femenino –formado en conos
femeninos–. Estos conos masculinos y femeninos
conviven normalmente en un mismo espécimen;
son pocas las gimnospermas cuyos conos
masculinos y femeninos estén en individuos
diferentes.
La unión sexual para la formación de la semilla
requiere igualmente del viento, aliado que lleva
el polen al óvulo inmóvil. También, muchas
gimnospermas tienen semillas aladas que vuelan
libremente y conquistan nuevos territorios.
Las gimnospermas agrupan a los pinos, cipreses,
araucarias, entre otras. Por lo general son de
zonas templadas con estaciones. A pesar de
no tener estaciones marcadas en Colombia,
tenemos algunas especies nativas como el pino
romerón (Retrophyllum rospigliosii), el cual es
muy visitado por la avifauna por sus deliciosos
conos carnosos que parecen frutos. Otro ejemplo
es el pino colombiano (Podocarpus oleifolius),
cuyos conos femeninos liberan diariamente una
gota en las mañanas para ayudar a la captura del
polen y facilitar la polinización, proceso que se
repite hasta lograr la fecundación.
“NUPCIAS PÚBLICAS” ENCUBIERTAS:
LAS ANGIOSPERMAS
La flor es la invención evolutiva más reciente en
lo que se refiere a la sexualidad de las plantas. El
desarrollo de esta estructura les permitió abrirse
a una “sexualidad pública”, en la que, además del
aire y el agua, los animales podían participar en
el proceso de polinización. La flor se desarrolló
como el órgano de seducción por excelencia.
Las flores son muy diversas: hay flores bisexuales
y unisexuales, y sus colores y olores atraen a una
amplia variedad de animales. Al buscar el néctar
de las flores, los animales se impregnan con el
polen masculino que proviene de los estambres
–estructura que guarda el polen en la flor–,
y al visitar otra flor dejan, sin saberlo, el polen
en el pistilo –estructura donde se conservan los
óvulos–, con lo que ocurre la polinización. En
este sentido, el néctar es una recompensa que
la flor da a los animales, un agradecimiento a un
trabajo inadvertido que garantiza la existencia
de la planta.
Esta íntima relación con los animales se cree que
comenzó hace unos 125 millones de años, cuando
las plantas con flor coinciden en una tierra de
insectos voladores. Actualmente, los insectos
siguen siendo los principales polinizadores,
aunque es bien sabido que mamíferos como
los murciélagos, musarañas y ratones, y aves
como los colibríes, también son importantes
polinizadores.
En distintos lugares de Bogotá pueden apreciarse
una gran variedad de flores, muestra de las
múltiples estrategias de las plantas para lograr su
reproducción. Rosas, orquídeas, jazmines, irises,
lirios y agapantos constituyen sólo una pequeña
muestra de su increíble diversidad.
FLORES, O EL ARTE DE EMULAR
[#FLORADRAG]
Ciertas orquídeas se encuentran entre las más
reputadas imitadoras. Algunas se disfrazan de
hembra de insecto, el macho que las sobrevuela
se lanza sobre una flor intentado una cópula que
no puede consumar y finalmente la abandona en
busca de otra oportunidad que, con frecuencia,
se presenta en forma de otra flor imitadora sobre
la que se repetirá la escena. En otras ocasiones,
la flor es semejante a un macho que, al ser
visto en su territorio, es atacado por el macho
verdadero; el resultado de la lucha no es otro
que un insecto engañado que levanta de nuevo
el vuelo llevándose con él el polen que será
transportado hasta otro falso enemigo.
Pero no sólo con las formas se engaña, a
veces al artificio se suman los colores y los
olores. Algunas asclepiadáceas de los desiertos
sudafricanos producen flores grandes, de
superficie carnosa, levemente cubierta de pelo,
de color sospechosamente cárneo y de cuyo
centro sale un fétido olor a carne podrida. Esta
combinación de caracteres es suficiente para
atraer a las moscas que se alimentan de carne
en descomposición, las cuales al visitarlas no
encuentran lo que buscan pero sí terminan
transportando el polen de las asclepiadáceas.
Adicionalmente, algunas familias presentan
formas que nos proponen un desafío a la
comprensión de la sexualidad. Si bien las
flores bisexuales poseen órganos masculinos
y femeninos por separado, algunas familias
botánicas –como las malváceas, un grupo de
plantas muy extendido en Colombia– poseen
ambas estructuras fusionadas en un solo órgano
conocido como androginóforo. Lo anterior
supone una ventaja evolutiva para la especie,
puesto que cualquier visita de un polinizador
puede fecundar la flor y hacer que el polen inicie
su viaje al mismo tiempo.
FRUTOS: FORMAS DE DISPERSIÓN
Después de la fecundación, en las angiospermas
la semilla se forma luego de un tiempo, del
mismo modo que ocurre en las gimnospermas.
Sin embargo, en el caso de las angiospermas,
luego de que la semilla está formada, el ovario
floral –estructura del pistilo que lleva los óvulos–
se ensancha y en algunas oportunidades se hace
carnoso y se llena de azúcares. Ahora la semilla
está cubierta, lo que da origen a su nombre,
angiosperma, del griego angíon, “vaso”, y spérma,
“semilla”: plantas con la semilla cubierta por
un fruto.
El fruto azucarado suele atraer de nuevo a
diversos animales, quienes al comerlo terminan
diseminando las semillas por lugares que las
plantas no podrían alcanzar por sí mismas. Esta
interacción simbiótica dota a las plantas del
movimiento que carecen: los animales llevan a
lugares lejanos las semillas de las angiospermas
y por ello son recompensados con frutos
deliciosos que les proveen energía para su
supervivencia.
Colombia tiene una amplia diversidad de este
grupo de plantas. La imponente palma de cera
(Ceroxylon quindiuense) y la colorida orquídea
(Cattleya trianae), además de ser símbolos
nacionales, son también angiospermas. En
consecuencia, el país cuenta con una gran
variedad de frutos comestibles: un regalo de las
plantas a una valiosa pluralidad.
Esta guía es el resultado de varias
fuentes de información. Para mayor detalle,
consulte las referencias en el texto
original en www.museoq.org/index.php/
proyectos/leer-las-flores-museo-q-en-eljardin-botanico
© MuseoQ (asesoría Jorge López Corté). Leer
las Flores: Breve Historia (Queer) de las
Plantas. Segunda Edición, 2019.
1 – Leer las flores: Breve Historia (Queer) de las
Plantas es un material de mediación desarrollado por
MuseoQ y producido en una primera edición por la
Gerencia de Literatura del Instituto a de las Artes, en el
marco del Picnic Literario, evento del Ciclo Rosa 2018
en el Jardín Botánico de Bogotá. La segunda edición
es posible gracias a la Beca de Circulación en Arte
y Diversidad Sexual “Expresarte 2019” del Programa
Distrital de Estímulos de la Alcaldía de Bogotá. En 2019,
esta guía gratuita será acompañada de visitas guiadas
por diferentes parques públicos de la ciudad para
celebrar “lo natural” como sinónimo de “diferencia”,
esperando incidir en la apertura de narrativas
que enaltezcan las características que nos hacen
naturalmente diversas. Agradecemos especialmente a
Jorge López Cortés, biólogo especialista en botánica,
quien asesoró el desarrollo de este material.