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El Alto 28 Performance y Activismo Queer en Tiempos de Ni Una Menos y Trans-Feminismos
29
reconocer que podemos “reír y llorar a la vez”,
¿en qué parte de nuestrxs cuerpas-vidas, de
nuestrxs prácticas-pensamientos, hacemos
lugar para acciones que no dejan de escuchar el
contexto, que saben de nuestras vulnerabilidades
y no las esconden? ¿Qué potencia de gestos
y modos de presentar-nos se tejen huyendo
del gran imperativo binario activx o pasivx?
¿Cómo rajan del imperativo de felicidad y éxito
winner publicitario? ¿Qué prácticas somáticas,
corporales, performativas, en movimiento
permiten deshacer la capa de parálisis en
nuestros músculos, y no convertir nuestras
pieles en agentes de anticipación de la condena
ni cómplices de discursos y prácticas de la
seguridad contra sectores también atacados en
esta temporada de caza neoliberal?
Una performance que circula en varias salas de
teatro independiente de Buenos Aires y otras
ciudades de Argentina, Mis días sin Victoria
de Rodrigo Arena, se puede tomar como una
caja de resonancia de las preguntas planteadas
hasta aquí. Ya de entrada, la ambigüedad del
título instala un interrogante sobre la victoria
y el fracaso amoroso: Victoria es el nombre de
la chica de quien se enamoró la/el directora/
director, pero también el sustantivo que designa
un éxito. Es la historia de un fracaso (amoroso)
pero sobre todo la presentación de cuerpos
y trayectorias que rajan de varios binarismos
estancos: masculinidad/feminidad, éxito/
fracaso, espectáculo/performance/relato
autobiográfico. La versión actual de Mis días sin
Victoria empieza con un discurso autobiográfico
de Rodrigo Arenas que convoca al público a
pensar con él en la incomodidad de presentar
una obra que fue pensada por una directora
lesbiana y que ahora dirige un director varón
trans. El recurso teatral de la puesta en abismo
opera aquí en cuanto a la transición de género,
poniendo en cuestión fuertemente la voz de
enunciación de la performance; mostrándose, el
director, vulnerable (en cuanto a la pertinencia
de seguir presentando esa performance) al
mismo tiempo que singularmente contundente y
potente (en cuanto a los gestos, textos, y escenas
propuestas). Perder la gran seguridad de la voz
del autor, exponer vulnerabilidades a flor de piel,
no va en contra de esa fuerza que no bloquea.
Todo lo contrario.
Una escena especialmente potente es, por
ejemplo, la de la “danza” al estilo Graham que
Rodrigo transmite a quienes quieran entrar
al espacio performático: su compañera de
escena, la actriz -bailarina que hizo de “Victoria”
durante la obra “original”, y dos bailarines
invitades, presentes en el público, pero también
la iluminadora, amigas que estaban por ahí, etc.
Cuerpos no virtuosos, cuerpos no estilizados
por las normas de la danza, cuerpos trans, se
desnudan y se suman en la repetición de un
movimiento moderno si los hay, alternando
expansión y repliegue, elevación 1 y caída. Una
secuencia típica de la danza moderna del siglo XX,
repetida hasta el agotamiento bajo una luz tenue
y sobre un charco de pintura color sangre que va
manchando esos cuerpos absorbidos en su danza.
A través de sus gestos, esta escena puede
funcionar como catalizador de una estética
y política de los cuerpos en los escenarios y
las calles actuales. Nuestros días sin Victoria,
en los que, si ensayamos “un arte queer del
Fracaso” del que habla Jack Halberstam, es
deshaciendo la oposición binaria entre éxito y
fracaso, haciéndonos cuerpos cuyas maneras
de tener fuerzas no ignoran ni la vulnerabilidad,
ni las transformaciones. La sangre, la duda, la
paradoja, la vulnerabilidad que nos manchan,
no las escondemos, no las hacemos escudos
invencibles. “Frágiles como una bomba”, esos
cuerpos en calles, en fiestas, en escenas,
inventan modos de persistir en su existencia, de
seguir haciendo lejos del gran ideal de victoria.
Gritar un miedo, pedir justicia, demandar que
paren de matarnos, (re)ocuparnos del placer,
del placer sin saber, cuidarnos desde la cola,
entrenar lo espontáneo, desplegar el fracaso,
volver a intentarlo. Performances impulsadas por
los trans-feminismos, gestos que desdibujan el
comienzo mientras honran las genealogías, qué
podemos como corporalidades, como relaciones
de fuerzas, goce y sostener la vida, derechos, lo
en vivo, llorar y reír, permitirlo, desplegarlo, no
es representación, es lo que logramos que dure,
dejarlo ir, sin punto final.
Marie Bardet es doctora en Filosofía
(Paris 8) y en Ciencias Sociales (UBA),
y actualmente docente e investigadora
del IDAES en la UNSAM. Entrelaza su
práctica de la filosofía con una práctica
de danza, explorando particularmente
la improvisación y prácticas somáticas,
así como las potencias de pensar desde
los cuerpos en los campos sociales
y políticos. Esta transversalidad
nutre tanto su escritura en revistas
internacionales y libros (Penser et
Mouvoir 2011, Pensar con Mover, 2012), sus
conferencias performáticas, (“perder la
cara” 2019; “Des-articulando: conferencia
en movimiento”, 2012; “Les restes des
gestes”, 2010), sus proyectos artísticos
(Alrededor de la mesa Compagnie ORO
Loic Touzé-Kompost 2013-2016), como su
docencia e investigación en instituciones
universitarias (IDAES-UNSAM, UNDAV -
Maestría en Estéticas Latinoamericanas,
IDEA-USACH- Magister en Arte, Pensamiento
y cultura latinoamericano (ch), Paris 8
(fr), ENS Puerto Príncipe (Haití)) y en
instituciones artísticas. Actualmente,
sigue desarrollando sus investigaciones
y explorando modos de transmisión de
los potenciales del movimiento y del
pensamiento en el proyecto “Perder la
cara” con una beca del Centre National
de la Danse (Pantin) y en varios
espacios colectivos de investigación en
Buenos Aires (Centro de Investigaciones
Antifascistas, Formaciones Extrañas; 12/24,
Fábrica Perú; Casa de Bajos Estudios
de la Casona de Flores…). Participa
de los grupos de investigación Soma&Po
(Estéticas y Políticas de las prácticas
somáticas) en París 8; Cuerpos (sensibles)
y Bienes (comunes) (IDAES-UNSAM – Paris
8 – Paris 7). Acompaña proyecto artísticos
en clínicas de creación y fue asistente
de coreografía de Mathilde Monnier (El
Baile). También es traductora de textos
del campo de la filosofía y del arte
(Rancière, Nancy, etc.) y dirige la
colección “Pequeña Biblioteca Sensible” en
la Editorial Cactus.
Marcela Fuentes es una artista argentina
y una teórica del performance. Actualmente
enseña en el Departamento de Estudios
de la Performance en la Northwestern
University. Su investigación y práctica
buscan acercarse a la performance como
vehículo de comunicación, interpelación y
justicia social. Su libro Constelaciones
Performativas: Redes de protesta y
activismo en América Latina (Universidad
de Michigan, 2019) mapea nuevas formas
de acción colectiva que combinan la
protesta callejera con las redes sociales
para hacer visibles y confrontar los
sistemas de poder transnacionales. Otras
publicaciones incluyen, “El teatro
como acontecimiento. Políticas de la
interrupción en el teatro documental de
Vivi Tellas” (en Conjunto. Revista de
teatro latinoamericano. No. 185. Octubre-
Diciembre 2017, 45-54); y “Performance,
política y protesta” (en ¿Qué son los
estudios de performance?, Ed. Diana Taylor
y Marcos Steuernagel. Duke University
Press, HemiPress, 2015). Su performance
solista “Sujeto Transnacional” usa la
auto-etnografía y el discurso narrativo
para explorar cómo las políticas de
inmigración influyen en la constitución de
la identidad transnacional contemporánea.
“Sujeto Transnacional” se ha presentado en
varias conferencias y espacios teatrales,
desde el Highways Performance Space en
Los Ángeles hasta el Centro Cultural San
Martín y el Centro Cultural de la Memoria
Haroldo Conti en Buenos Aires.