Mario luna -PSICOLOGIA DEL EXITO -

La bazofia que comes desequilibra la química de tu cuerpo de una
forma tan lenta y progresiva que no te enteras de ello.
Y ése es el problema. Que tu mente no lo asocia.
Sencillamente, no está equipada para hacerlo. Igual que tus ojos
no captan el movimiento de la luna, tus arterias no cuentan con
terminaciones nerviosas capaces de detectar las diminutas partículas
de colesterol apiñándose en sus paredes.
Careces de sistemas que te alerten cuando tus células mutan peligrosamente
para adaptarse a la química de un cuerpo que dista
mucho de ser la óptima.
Nada te avisa de los estragos que el estrés oxidativo está produciendo
en tu cuerpo, ni de cómo se empobrece tu microbioma
intestinal.
Estás diseñado para reproducirte, comer y que no te coman.
Poco más.
Por eso, en el entorno en el que evolucionamos, el mecanismo
de gratificación instantánea era útil para la supervivencia. Pero
ya no lo es.
¿Y quién se beneficia de ello?
Aquiyator: ¡Conspiranoicos!
Tu Mejor Tú: No te cueles y espera tu turno.
A día de hoy, a quien más ayuda dicho mecanismo obsoleto es a
quienes te venden excrementos comestibles. Lo aprovechan para
hackear tu cerebro y convertirte en adicto a sus porquerías.
Excusator: Ya, pero… ¿y si me gusta?
Pollo: Eso me pasa a mí.
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