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La verdadera historia
de Dick McCulkin
Tomás Enrique Pérez Bitrián
ganador de la modalidad Relato corto, categoría Juvenil
E S
2012
P Ú B L I C O
«Venimos a rellenar el cuestionario de recién nacidos». Como a todos
los visitantes que acudían cada día al centro de Selección de caracteres
visibles y no visibles para la obtención de la felicidad a partir del cuidado
de nuevos individuos, les hicieron rellenar una tabla de datos acerca del
cabello, ojos, nivel intelectual… «¿Tenemos garantías de que esto se cumplirá?»
increpó el hombre. «Cada pareja» explicó la mujer que los atendía
«viene con una serie de recomendaciones para evitar que el ambiente
influya de manera decisiva en el nuevo niño». «O niña», señaló la mujer
y le entregó la cartilla.
Tras una cordial despedida la mujer les advirtió que en nueve meses
su hija estaría preparada. Cuando cruzaban la puerta, el hombre le
comentó a su mujer: «Querida, siempre he sentido curiosidad sobre las
técnicas empleadas para la creación de fetos. ¿Nos podría enseñar el
área de manipulación de genes?». La muchacha esbozó una sonrisa y
les pidió que la acompañaran.
Los condujo por aquellas salas que tenían un interés especial. Al final,
llegaron a una sala diseñada específicamente para la síntesis de cromosomas.
«En este momento no está en uso ya que el trabajo con estos materiales
requiere de una gran relajación, de manera que el responsable sólo trabaja
cada tres días». En el centro de la habitación había una gran máquina
cubierta con paneles de metal, un ordenador conectado y varios aparatos
de ampliación de muestras para un manejo óptimo de los materiales.
El ambiente se tensó cuando el hombre cerró la puerta sutilmente con
el pie y echó el cerrojo. «¿Qué es esto?» preguntó la joven, aterrada
mientras su clienta se apresuraba a taparle la cara con un pañuelo impregnado
en cloroformo.
Minutos más tarde, una explosión silenció el ruido urbano de Chicago.
–Teníamos que hacerlo.
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