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E S
2012
40
algo que ya no me estaba permitido. Desde nuestra estación espacial
pudimos ver el brillo, pudimos ver la onda expansiva y el hongo de cenizas
proyectándose a la estratosfera, pero no logramos percibir el dolor.
No alcanzamos a escuchar el sonido de los árboles ardiendo. No pudimos
escuchar los gritos de pánico ni las lágrimas de los niños.
La corteza se resquebrajó y brotaron lavas. La onda de choque aniquiló
todo lo que se encontrara a menos de cinco mil kilómetros. Los
vientos huracanados cargados de polvo recorrieron todo el globo acabando
con lo poco que hubiera sobrevivido. Los hollines ardientes se extendieron
por la atmósfera ocultando al planeta en una noche permanente.
Tardarían años en caer, pero no podrían tocar el suelo porque en su camino
se habrían de topar con los cadáveres.
Algunos gobiernos habían evacuado grandes extensiones, habían
construido refugios, pero todo resultó inútil. Durante años rastreamos el
mundo entero buscando alguna señal de radio codificada pero sólo obtuvimos
el silencio por respuesta. Fue duro. Fue triste.
¿Qué hacer ahora? Es una pregunta que nos hemos hecho miles de
veces y para la que aún no tenemos respuesta. Las nubes se han disipado.
La luz solar está derritiendo los hielos. Nuestras sondas indican que la
composición atmosférica está recuperándose. Muchos opinan que debemos
cumplir nuestra programación y proceder a recolonizar la superficie.
Tenemos los medios. Desde aquí podría fabricar embriones humanos. Podría
revivir a los elefantes si ése fuera mi deseo, pero, ¿por qué no dejar
que las cosas sigan su curso? Los insectos han sobrevivido, al igual que
las bacterias. Las semillas comienzan a brotar y la vegetación está recuperando
sus viejos dominios. Hace millones de años los mamíferos tuvimos
nuestra oportunidad porque un cometa acabó con los dinosaurios.
Algunos pensamos que la evolución debe seguir su curso natural. Quizá
en un futuro remoto existan artrópodos con grandes cerebros que se pregunten
quiénes son y de dónde vienen.
Las personas nos definíamos por nuestra unión entre vida e inteligencia,
pero ahora ambas se han separado para siempre. ¿Sigo siendo
humana? Por lo menos sigo siendo consciente de mi propia existencia.
No estamos vivos, somos inteligencia pura impresa un ordenador, somos
información. En realidad, ya nada nos retiene en la órbita de la Tierra.
¿Por qué no explorar otras estrellas? Si somos una botella con un mensaje