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2011-2015

Relatos premiados 2011-2015

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E S

2012

38

un año en dar una vuelta alrededor del Sol. Pero nosotros ya no envejecemos.

El paso del tiempo ha dejado de ser una experiencia fisiológica

para mí.

Cuando los cohetes despegaron de sus lanzaderas orbitales, yo todavía

estaba en la superficie de la Tierra. Durante años, las potencias

tecnológicamente más desarrolladas y económicamente más pujantes,

se afanaron por colocar satélites militares en las órbitas restringidas.

Llenaron el cielo de cabezas nucleares y esperaron a que Teris estuviera

a unas diez veces la distancia de la órbita lunar. Recuerdo la expectación.

Recuerdo los últimos destellos de esperanza. Tengo grabadas

aquellas imágenes que periódicamente enviaban los telescopios espaciales

cada vez que una nueva oleada de ojivas partía hacia el asteroide.

«Esta vez son de los americanos» decía la gente, «esta vez no fallarán».

Pero ni los misiles americanos, ni los rusos, ni los chinos, ni ninguno

de los demás conseguían hacer poco más que arrancar astillas de la

piel de Teris. Una vez tras otra, las detonaciones nucleares arrancaban

pedazos del gigante, pero de ningún modo conseguían reducirlo a niveles

inofensivos.

Fue cuando todo empezó a desmoronarse. Por primera vez se sentía

el miedo en el ambiente. Las sectas organizaban diariamente suicidios

en masa, el caos se adueñó de las ciudades y el toque de queda nos

arrinconó en nuestras casas. Las autoridades sanitarias nos convocaron

a toda prisa. El programa de prótesis craneales había concluido y nos

hicieron pasar por los hospitales para extraernos los asistentes. ¿Por

qué tanto interés en aquellos aparatitos? ¿Por qué no concentrar todos

los recursos posibles en un plan de emergencia para minimizar los efectos

del meteorito?

Mi último recuerdo biológico se forjó cuando perdí el conocimiento en

aquel quirófano rodeada de médicos. Sus batas, sus guantes y sus mascarillas

verdes me produjeron frío.

Y cuando desperté, no podía creer dónde estaba. No podía creer qué

era yo. Entonces comprendí cuál había sido el plan de emergencia; entonces

entendí hasta qué punto yo había formado parte del plan B».

Fuimos todo lo que la humanidad pudo salvar de sí misma. Nuestro

transbordador despegó del cosmódromo unas horas antes de la llegada de

Teris. No tuvimos elección, no fuimos preguntados. Ante la imposibilidad

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