Psiquiatria - Faculdade de Medicina - UFMG

signos de desinterés vital, con frecuentes referencias en torno a la
propia muerte. Con el tiempo, comienza a configurarse un delirio
de persecución, poco sistematizado, incluyendo a elementos del
FBI, de la CIA o de Cuba. El delirio paranoídeo va, paulatinamente,
acompañandose de alucinaciones acústicas y, al parecer,
visuales, donde habría visualizado a dichos agentes en las afueras
de su casa.
La gravedad del cuadro es confirmada por el médico de
cabecera, quién lo envía en 1960 a un tratamiento con hospitalización.
Antes de su internación realiza varios intentos frustros
por eliminarse.
Durante su hospitalización se constatan las alucinaciones y el
cuadro paranoídeo, diagnosticándose una Depresión Psicótica,
por lo que se le practica una serie de TEC. Una vez superado el
cuadro psicótico, se le vuelve a enviar a su hogar. Aquí permanece
postrado y sin interés vital hasta Julio de 1961, donde, durante la
noche, se dispara un tiro de escopeta en el cráneo. Muere inmediatamente.
Junto a los síntomas antes mencionados, durante este período
habría presentado anorexia, clara disminución de la libido,
inhibición psicomotora, desánimo, pérdida del impulso, insomnio
mixto, de conciliación y del despertar, negativismo, desesperanza,
irritabilidad y angustia difusa. En ocasiones se habrían comprobado
conductas fóbicas, en particular en relación a otras personas
y a los espacios abiertos.
Alteraciones psiquiátricas previas
Para la mayoría de los autores, no caben dudas de que E.
Hemingway presentaba alteraciones conductuales y del estado
del ánimo mucho antes de su cuadro psiquiátrico final. Existen
múltiples descripciones que revelan francas oscilaciones del estado
de ánimo desde su juventud, con una línea basal mas bien
hipertímica. Hemingway esconde muy bien ciertos períodos en
que sospechamos la presencia de fases depresivas, especialmente
en los últimos años de su vida. Por el contrario, el escritor pone
especial énfasis en subrayar los períodos de máxima expansión
anímica o de euforia, como lo son,por ejemplo, las fiestas de San
Fermin, la llegada a París en 1945 o las aventuras africanas. En
forma continua observamos un estado de ánimo particularmente
inquieto, extrovertido, acelerado, irritable, expansivo, contagiante,
grandilocuente y desenfadado. Este estado, casi permanente
hasta 1954, se alterna ocasionalmente con períodos de
introversión, retraimiento, nihilismo y mutismo.
Cabe tener en consideración que E. Hemingway ostentaba
con ingerir grandes cantidades de alcohol, especialmente en los
estados de exaltación anímica. Lamentamos no saber exactamente
cual era su patrón regular de consumo, por lo que no
podemos excluir la presencia de una dependencia alcohólica asociada
a su cuadro clínico.
Hipótesis Diagnóstica Final
I: - Trastorno Bipolar, tipo II
(Hipomanía crónica con Depresión Mayor Recurrente)
- Consumo excesivo de substancias (alcohol y tabaco)
II: - Sin diagnóstico
(Probable disfunción de la personalidad del Cluster 2)
Diagnóstico diferencial
Numerosos autores han puesto énfasis en los aspectos de la
personalidad de E. Hemingway, para favorecer un diagnóstico de
un Trastorno de la Personalidad de tipo Limítrofe. Sus conductas
violentas, los arranques impulsivos, la inestabilidad emocional y
la incapacidad para establecer vínculos afectivos fundamentan
esta postura. No obstante, al establecer el diagnóstico definitivo e
intentando evitar las discusiones académicas entre los autores
mas “constitucionalistas” y los “psicodinamístas”, tenemos que
tener en consideración cuatro elementos fundamentales.
En primer lugar están los antecedentes hereditarios de la
familia Hemingway (Figura 1), que hasta el día de hoy no dejan
de sorprendernos por su exceciva carga hacia conductas suicidas,
pero también, por la mayor concentración de casos con una
enfermedad del ánimo. A su vez, en muchos familiares de
Hemingway, como su padre, se observan claramente elementos
de un trastorno del ánimo, pero no se encuentran signos claros de
un trastorno de personalidad.
En segundo lugar, debemos tener en consideración las evidentes
oscilaciones del estado del ánimo que exhibe E.
Hemingway durante su vida, las que no parecen estar relacionadas
con eventos vitales específicos. Sobre la base de una
hipomanía persistente, claramente evidenciable en las fases de
expansión máxima, como lo son los San Fermines, el autor presentaba
períodos totalmente opuestos, con evidentes características
depresivas. Esto queda demostrado no sólo por el análisis
biográfico, sino por las descripciones que hacen del famoso
escritor sus amigos mas cercanos.
En tercer lugar, cabe considerar la personalidad premórbida
de E. Hemingway, que si bien es impulsiva y muy compleja,
nunca se desborda, aún bajo el influjo del alcohol. Durante toda
su vida Hemingway mantuvo el control deseado sobre sus emociones,
calculando cada paso a dar. Siendo un individuo
extremadamente libre y creativo, nunca abandonó los límites de
todo indiviuo “respetable”, adaptándose bien a las contingencias
y mostrando una clara tolerancia a las frustraciones. La muerte
aparece al final de su vida, no como un acto impulsivo, sino como
el desenlace ineludible de lo que había sido su vida, vale, decir, su
propia novela. Este alto grado de control, el reconocimiento y
respeto de los límites y su evidente capacidad de construir un
mito, aún a pesar de las oscilaciones anímicas, hacen poco
probable la presencia de una personalidad muy desestructurada.
Creemos conveniente tener en consideración el cuadro clínico
final, que se presenta claramente como una depresión psicótica
muy severa, que requirió TEC. Es en este momento donde el
cuadro psicótico se expresa en toda su magnitud, revelando alucinaciones,
delirios paranoídeos, fenómenos de despersonalización
y desrealización. El ánimo es francamente depresivo y
existe una gran inhibición psicomotora. La rumiación con el tema
de la muerte sella sin lugar a dudas la presencia de un trastorno
depresivo. Y este trastorno aparece dentro del marco de un suje-
Casos Clin Psiquiat 1999; 1(1):47-53 51