Psiquiatria - Faculdade de Medicina - UFMG

Ernest Hemingway: una patografia retrospectiva
to con evidentes oscilaciones anímicas, por lo que no podemos
eludir el diagnóstico de un trastorno bipolar, con hipomanías.
Finalmente cabe preguntarse si la patología de Hemingway
no corresponde simplemente a un problema de consumo excesivo
o a una adiccion al alcohol. Porque no cabe duda la
exageración en el consumo que el prominente autor solía experimentar.
Pero las evidencias aquí demostradas no son compatibles
con este diagnóstico. Tanto los antecedentes hereditarios, la personalidad
previa como el cuadro clínico apuntan a un trastorno
eminentemente endógeno, que si bien pudo haber estado influenciado
por el uso de substancias, no logra explicarse cabalmente
a través de el.
Discusión
Las relaciones entre la creatividad artística y la psicopatología
han sido objeto de múltiples estudios y reflexiones fundamentadas.
El caso de E. Hemingway resulta paradigmático para
quienes defienden la tesis de la creatividad asociada al sufrimiento
o a la desmesura biográfica. Su vida y su obra son una malla
entreverada e indivisible, donde nunca se sabe quien está al servicio
de quién. Como hemos observado, su propia muerte parece
una trama irrenunciable de una novela vital.
El fenómeno Hemingway resulta aún mas interesante cuando
observamos la cantidad de acólitos que el autor nos ha heredado.4
Su personalidad carismática y su espíritu aventurero ha despertado
un interés inusual para una figura de las letras. El premio
nobel viene aquí no sólo a poner el broche de oro a una leyenda
que se fue gestando en vida, sino a reafirmar la enorme atractividad
que algunos de sus pares ejercen sobre su entorno. Este
hecho no debería sorprendernos.
Desde las descripciones originales de Falret sabemos que el
Trastorno Bipolar puede contagiar frecuentemente al público
lego, en particular en la fase maniacal expansiva. Sabemos la irresistible
fascinación que suelen ejercer algunos pacientes maníacos
o hipomaníacos sobre sus pares, o sobre personas totalmente ajenas
a ellos. En el ejemplo de Hemingway vemos retratada una vez
mas la admirable capacidad de contagio y de fascinación que
ejercen algunos pacientes bipolares sobre la población general,
incluso en forma póstuma. A su vez, la alta contagiosidad de sus
conductas irreverentes, de sus desafíos, de sus extralimitaciones y
de sus descarnadas aventuras hablan claramente en favor de la
presencia de un trastorno bipolar.
Pero tal vez lo mas interesante en el análisis de la patología de
E. Hemingway lo constituya la posibilidad de estudiar el
trastorno bipolar y sus interacciones con la identidad personal.
Como hemos señalado previamente,5 el análisis fenomenológico
revela que uno de los fundamentos comprensivos del trastorno
Bipolar lo constituye un grave problema en la consolidación de la
identidad. En nuestro trabajo sobre la personalidad y los
trastornos del ánimo escribíamos:
“Desde la perspectiva antropológico-fenomenológica,
podemos ver la melancolía como la máxima negación del
ser, como la aproximación a la nada. El frágil modelo de ser
se fundamenta básicamente en el ser para-si del individuo
melancolico. La carencia de vivencias y percepciones del
52 Casos Clin Psiquiat 1999; 1(1):47-53
mundo emocional, la hipertrofia del rol laboral, la intolerancia
al cambio, la falta de fantasías y la rigidez configuran
una identidad frágil y muy vulnerable. La nada pareciera
estar acompañando contínuamente al melancólico en su
afán de ordenar el mundo, de eludir el cambio y la experiencia
emocional. Al fracasar los mecanismos compensatorios
de esta frágil identidad, surge la melancolía.
En el extremo opuesto de la melancolía, el paciente bipolar
que atraviesa un estado maníaco pareciera experimentar
una consolidación de su proyecto de ser. La manía se caracteriza
por un aumento de las percepciones, por una clara
hipertrofia de la conciencia de si mismo, por un gran
despliegue energético en funcion del hacer y el tener, por un
estado de euforia contínua y desmesurada y por la pérdida
de las restricciones que normalmente limitan la conducta.
La manía aparece como una consolidación completa del ser
en si, a través de la construccion ficticia de un ser para-si. La
manía sugiere un estado de libertad plena, llevando incluso
al contagio masivo.
A diferencia de la melancolía, que se aproxima a la nada, la
manía aparece y es vivenciada como una victoria contra la
nada, contra el no ser. Una vez confrontada la ficción del ser
con la realidad y la conciencia, la manía se desploma, apareciendo
la amenaza del no ser, de la melancolía. El sujeto
hipomaníaco va a lograr mantener en forma contínua la ficción
de su ser, esquivando así la realidad y la amenaza de la
nada. Pero esta postura resulta particularmente difícil de
sustentar, llevando tarde o temprano a la descompensación
melancólica”.5
Nos hemos permitido incluir aquí esta referencia por la
proximidad existente entre los conceptos teóricos aquí enunciados
y la vida, la obra y la personalidad de E. Hemingway. Como
podemos observar, E. Hemingway nos revela en toda su biografía
una continua lucha contra la melancolía, pero mejor aún, un constante
afán por consolidar una identidad personal insuficiente.
Su gran versatilidad caracterológica, su identidad difusa, su
personalidad de contornos irregulares, nos revelaban un conflicto
claro en la demarcación del propio “yo”. Y al hablar aquí de
“yo” no lo hacemos en el sentido de E. Erikson, sino mas bien en
el opuesto, en el sentido de Krappman y de A. Kraus,6 quienes
sostienen que el conflicto central del trastorno bipolar es un
problema de identidad que se intenta resolver a través de una
sobreidentificación con el rol laboral-vivencial. Kraus habla aquí
de una “conducta hipernómica”, donde la debilidad de la propia
identidad conduce a una excacerbación de la identidad de rol. El
movimiento dialéctico entre la identidad y la no identidad es
especialmente claro en el caso de E. Hemingway. Porque el claro
déficit que el autor exhibe en la así denominada identidad - personal,
dadas sus falencias afectivas, es intentado vanamente de
compensar a través de la hipertrofía de la identidad de “escritoraventurero”.
A su vez, la continua búsqueda de aventuras y peligros
y su afán de desafiar los límites, constituyen otra forma de
suplir el vacío existente en la esfera personal-afectiva. La propia
sobreidentificación con el rol profesional conlleva un evidente
distanciamiento en las relaciones interpersonales, con la consiguiente
soledad resultante.