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EMBRIAGADOS<br />

<strong>ES</strong>CRITOR<strong>ES</strong><br />

FOTOGRAFÍAS: SOPHIE BASSOULS / SYGMA/CORBIS; PETER-ANDREAS HASSIEPEN / HANSER<br />

Benjamin von Stuckrad-Barre toma<br />

su última cerveza camino de la<br />

desintoxicación. Un último trago.<br />

Según él mismo afirma, este escritor,<br />

uno de los más famosos de Alemania, es<br />

alcohólico abstinente desde hace años.<br />

Tras años de continua embriaguez tuvo<br />

que afrontar el viaje hacia la clínica de<br />

rehabilitación, un viaje en el que Johann<br />

Wolfgang von Goethe, E. T. A. Hoffmann o<br />

Charles Baudelaire también habrían tenido<br />

plaza, acompañados de Edgar Allan<br />

Poe, Ernest Hemingway, Charles Bukowski,<br />

Oscar Wilde, Jean Paul y Jack London.<br />

Cabellera verde<br />

Habrían sido un grupo de terapia y debate<br />

de lo más ilustre. Goethe, de quien se<br />

dice que tomaba dos o tres botellas de<br />

vino diarias y cuya esposa, Christiane,<br />

sucumbió al alcohol mientras él seguía<br />

bebiendo imperturbablemente en su jardín<br />

de Weimar; Baudelaire, que admitió<br />

haberse teñido el pelo de verde bajo<br />

los efectos de su droga diaria, la absenta,<br />

que combinaba con opio, o Hoffmann,<br />

que por las noches avivaba sus<br />

fantasías con ponche y vino. Todos ellos<br />

se habrían sentado unos junto a otros<br />

y habrían decidido decir «No, gracias»<br />

cuando en el futuro alguien les ofreciera<br />

una copa de licor. Y, por supuesto, es<br />

probable que todos ellos hubieran vivido<br />

20 o 30 años más exceptuando, claro<br />

está, a Goethe, quien, a pesar de pasar<br />

más de 60 años abusando del alcohol,<br />

alcanzó los 82 años de edad. Tampoco<br />

Hoffmann habría fallecido a los 46 años<br />

víctima de una cirrosis, ni Wilde habría<br />

compartido con su última visita, poco<br />

><br />

«Casi todas las novelas<br />

policíacas solo pueden<br />

leerse con alcohol»<br />

MICHAEL KRÜGER es autor,<br />

director y editor. En su sátira científica<br />

Literatur & Alkohol Krüger ha creado<br />

una lista no especialmente seria sobre<br />

literatura alcohólica posible y real.<br />

Señor Krüger, como autor y editor, ¿es cierto que se<br />

escribe mejor bajo la influencia del alcohol?<br />

Mejor no, pero tal vez sí con más facilidad. La historia nos habla de escritores<br />

que solo podían escribir en esas circunstancias, aunque esto es así desde la<br />

antigüedad: cuando Dios se suelta la lengua habla a través del escritor. Pero nuestras<br />

actuales relaciones burguesas ya no contemplan esto así, puesto que el alcohol<br />

se ve como una droga y una sustancia tóxica.<br />

Como editor, cuando lee un manuscrito, ¿reconoce si un autor ha bebido?<br />

No. Si bien el alcohol suelta la lengua, yo no puedo ver eso en el manuscrito. Es posible<br />

que sin el alcohol jamás hubiese llegado hasta mí, pero como lector no puedo saberlo.<br />

El alcohol suele relacionarse con los escritores. ¿Es posible que<br />

simplemente se perciba su consumo con mayor claridad?<br />

Es probable. No creo que entre los escritores se beba más que entre personas<br />

de otros gremios. Hoy en día se bebe de una forma tremenda, especialmente los<br />

jóvenes, y Dios sabe que no son ningunos poetas.<br />

Pero esta relación entre el alcohol y el frenesí creativo<br />

debe venir de algún sitio...<br />

Que el alcohol sea algo habitual entre escritores es incuestionable, ya que también es<br />

una forma de calmar el miedo al fracaso. El oficio del escritor profesional no resulta<br />

nada sencillo precisamente por este miedo al fracaso y por la pregunta de si realmente<br />

vale para algo aquello que ha escrito. El alcohol puede liberar de ese miedo.<br />

Muchos lectores asocian también una copa de tinto con un libro. ¿Es posible<br />

que el vino haga volar la fantasía y facilite la inmersión en la historia?<br />

La cuestión aquí es por qué se lee. Si es por la noche, para relajarse, no me<br />

parece descabellado. La mayoría de las novelas policíacas son tan malas<br />

que la única forma de leerlas es con alcohol y al día siguiente ya se ha olvidado<br />

lo que se leyó la noche anterior, lo que tampoco es realmente tan malo. Sin<br />

embargo, como editor, no puedo beber mientras leo, ya que esto nublaría mi juicio.<br />

Para mí, leer es un trabajo, y eso solo puede hacerse sobrio.<br />

REVISTA DRÄGER 8 | <strong>ES</strong>PECIAL<br />

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