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<strong>ES</strong>TACIÓN FINAL<br />

URGENCIAS<br />

Fin de fiesta<br />

Sobre todo los fines de semana, aquí es donde acaban muchos FI<strong>ES</strong>TEROS: en urgencias.<br />

El que termina aquí ha consumido tanto alcohol u otras drogas que ha perdido todo control sobre<br />

sí mismo. Entre ellos, cada vez hay más jóvenes que deben ser tratados por intoxicación alcohólica.<br />

Pita como un despertador digital<br />

que nadie apaga. Lo que para<br />

otras personas resulta enervante<br />

es el sonido que acompaña a la<br />

enfermera Judith Szücs desde hace cinco<br />

años. Esta joven de 26 años trabaja<br />

en la Unidad central de Urgencias del<br />

Universitätsklinikum Hamburg-Eppendorf<br />

(UKE). Los sonidos incesantes del<br />

monitor representan las pulsaciones de<br />

los pacientes que se encuentran en las<br />

camas de su unidad. En las pantallas,<br />

ondas de diferentes colores bailan enérgicas<br />

al son de los pitidos. En la mayoría<br />

de los casos indican que los pacientes se<br />

encuentran bien.<br />

Aquellos a los que Judith Szücs o sus<br />

compañeros atienden se encuentran<br />

bajo los efectos del alcohol o de las drogas.<br />

Como Christa, de 47 años, que yace<br />

aturdida en la habitación U18, seguramente<br />

por abusar de medicamentos.<br />

«Cuando llegó aún estaba en condiciones<br />

de decirnos que había ingerido demasiados<br />

somníferos», afirma la enfermera.<br />

Pero solo cuando se obtengan los resultados<br />

del análisis de sangre se sabrá a<br />

ciencia cierta qué sustancias circulan<br />

por su cuerpo.<br />

De 150 a 300 pacientes diarios<br />

Hasta el momento, la noche de sábado<br />

transcurre tranquila en el UKE. «Diariamente<br />

ingresan de dos a cinco pacientes<br />

con problemas de alcohol o drogas.<br />

También depende de si se celebra algún<br />

acontecimiento importante en Hamburgo»,<br />

señala el Dr. Ulrich Mayer, jefe de<br />

urgencias del UKE. Desde 2007, Mayer y<br />

sus compañeros coordinan la asistencia<br />

Dr. Ulrich Mayer, jefe de urgencias<br />

del Universitätsklinikum<br />

Eppendorf de Hamburgo<br />

médica urgente, tratan infartos, heridas<br />

abiertas o fracturas de huesos. Día a día<br />

se atienden aquí entre 150 y 300 pacientes.<br />

En invierno, son sobre todo los bebedores<br />

empedernidos los pacientes más<br />

numerosos. «Tiene su lógica que estas<br />

personas acaben siempre aquí. Aquí se<br />

sienten mejor que en un centro de acogida»,<br />

afirma el Dr. Mayer. Como por<br />

encargo, un rumano se tambalea en<br />

estos momentos por el pasillo. «Este se<br />

dio el alta a sí mismo, pasa a menudo»,<br />

indica la enfermera Judith. El motivo:<br />

la aparición de los síntomas de la abstinencia,<br />

que empuja a los bebedores<br />

habituales a alcanzar su nivel de alcohol<br />

normal. «Cuando viene alguien con<br />

un grado 2 o 3 de alcoholemia, en ocasiones<br />

ya se ha bebido dos botellas de<br />

aguardiente». Además, en los casos más<br />

graves, pueden llegar hasta el delírium<br />

trémens, que puede ser muy peligroso<br />

(véase inciso). «Estos casos acaban en la<br />

unidad de cuidados intensivos».<br />

Cada vez son más los jóvenes que llenan<br />

las salas de urgencias tras sus borracheras<br />

de fin de semana. La mayoría<br />

experimenta los efectos del alcohol al<br />

límite. Consumen bebidas de alta concentración<br />

y se graban para colgar sus<br />

«proezas» en internet.<br />

Mientras que en Alemania en 2005<br />

se hospitalizó a 19.423 niños y jóvenes<br />

entre 10 y 19 años por intoxicación alcohólica,<br />

seis años más tarde la cifra ascendió<br />

a 26.349 casos. Además del alcohol,<br />

las drogas son un motivo creciente de<br />

hospitalización: «Sobre todo la marihuana,<br />

cocaína, metadona y las setas alucinógenas.<br />

Casos de consumo de drogas<br />

sintéticas, como la metanfetamina, no<br />

suelen darse», afirma el Dr. Mayer.<br />

Tampoco esta noche, cuando un<br />

padre trae a su hija a urgencias. La joven<br />

menuda de 15 años balancea la cabeza<br />

de un lado a otro. «Me encuentro muy<br />

mal», gimotea. Los enfermeros Judith y<br />

Christopher se apresuran. Después de<br />

una breve conversación con ella saben<br />

que ha bebido demasiado vodka. Su<br />

padre la encontró en la calle. Después<br />

de sacarle sangre, la joven puede tumbarse<br />

en el colchón que hay en el pasillo.<br />

En la entrada iluminada por luces<br />

FOTOGRAFÍAS: PATRICK OHLIGSCHLÄGER<br />

56 REVISTA DRÄGER 8 | <strong>ES</strong>PECIAL

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