Draeger_ES_gesamt_netto_72
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EMBRIAGADOS<br />
<strong>ES</strong>CRITOR<strong>ES</strong><br />
Las principales obras de la embriaguez<br />
A pesar o gracias al alcohol: sin la embriaguez previa, simultánea o posterior, estas obras nunca habrían existido tal y como las conocemos.<br />
Y esta es solo una pequeña selección que también podría incluir a Kuttel Daddeldu, el marinero borracho de Ringelnatz.<br />
Johann Wolfgang von Goethe (1749–1832):<br />
Fausto ¿Adónde si no podría haber llevado<br />
Mefistófeles a Fausto para mostrarle la «vida fácil»<br />
sino al sótano de Auerbachs, donde el vino<br />
corría a raudales? El mismo Goethe tomó allí sus<br />
primeros vasos de vino siendo aún estudiante.<br />
Jean Paul (1763–1825): Siebenkäs,<br />
Hesperus Este contemporáneo de Goethe tam bién<br />
dejó fluir el vino, el licor y la cerveza, lo que no<br />
perjudicó a sus obras. ¿Podrían haber sido mejores<br />
sin el alcohol? Quién sabe si tan siquiera habrían<br />
existido. El poeta afirmaba que la embriaguez<br />
aumenta dos cosas buenas: la valentía y el amor.<br />
Edgar Allan Poe (1809–1849): El cuervo<br />
Aunque un único vaso de vino le hacía<br />
tambalearse, esta alma atormentada jamás pudo<br />
abandonar el alcohol. Los escritores posteriores<br />
inspirados por Poe son incontables; sin él nos<br />
habríamos perdido muchas y magníficas obras.<br />
Charles Baudelaire (1821–1867): Las flores<br />
del mal La obra más importante de Baudelaire<br />
hay que agradecérsela a la absenta. Se dice que<br />
el volumen de poemas que lo convirtió en uno<br />
de los mayores poetas franceses fue fruto de los<br />
delirios de esta bebida.<br />
Jack London (1876–1916): John<br />
Barleycorn: Las memorias alcohólicas<br />
Un clásico para bebedores: aunque no se<br />
incluya en esta autobiografía sobre el alcoholismo,<br />
al autor le aguardaba el suicidio bajo la influencia<br />
de las drogas.<br />
Gottfried Benn (1886–1956): Bierode Una oda a la<br />
cerveza tostada de la que, a todas luces, Benn era<br />
esclavo. No sin ironía, el poeta y médico Gottfried Benn<br />
se dedicó una vez más a su gran vicio.<br />
Ernest Hemingway (1899–1961): El viejo<br />
y<br />
el mar Esta obra, ganadora del Pulitzer y<br />
el Nobel, nace y se desarrolla en la patria adoptiva<br />
de Hemingway, Cuba, donde diariamente<br />
consumía varios daiquiris de color verde pálido<br />
(con sirope de caña, ron y zumo de limón),<br />
mojitos, vino blanco, whisky y tequila.<br />
Malcolm Lowry (1909–1957): Bajo el volcán<br />
La obra más importante de Lowry, con un tono<br />
autobiográfico, trata el destino de un alcohólico: su<br />
protagonista, en el último estadio del alcoholismo,<br />
hace un viaje por un infierno que, al mismo tiempo,<br />
es un paraíso terrenal.<br />
Charles Bukowski (1920–1994): Cartero<br />
Sin el alcohol, ninguna de sus obras sería<br />
tal y como la conocemos y, por qué no decirlo,<br />
valoramos. Solo alguien que, como Bukowski,<br />
ha experimentado los altibajos de la embriaguez y<br />
la auto destrucción en su propio cuerpo puede<br />
describirlo con tanta claridad.<br />
Hunter S. Thompson (1937–2005):<br />
El diario del ron<br />
Una obra que trata y se debe al alcohol.<br />
Con este excéntrico libro, el enfant terrible del<br />
periodismo gonzo, género al que el propio<br />
autor dio vida, creó un monumento del mismo.<br />
REVISTA DRÄGER 8 | <strong>ES</strong>PECIAL<br />
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