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I BUDISMO - Web del Profesor

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Budismo y dzogchén 13<br />

(4) Hay un sendero que conduce a superar las dos primeras verdades, alcanzando la<br />

tercera. En el enunciado de la cuarta noble verdad no hay diferencia entre el budismo<br />

primitivo (el hinayana) y los «vehículos superiores», aunque sí hay una gran diferencia entre<br />

el uno y los otros en lo que respecta a la manera de practicar el sendero. Ahora bien, a<br />

pesar de que tanto el hinayana como el mahayana explican el sendero en términos <strong>del</strong><br />

famoso «óctuple noble sendero» <strong>del</strong> Buda (recta visión, recta decisión, recta palabra, recto<br />

obrar, recta forma de vida, recto esfuerzo, recta atención y recta concentración), en este<br />

libro nos interesa más explicarlo —aunque muy someramente— en términos de tres<br />

principales vías o tres principales vehículos entre los que transmiten las tradiciones<br />

tibetanas.<br />

Versión mahayana de la primera noble verdad<br />

Dijimos que la primera noble verdad era el duhkha: falta de plenitud, insatisfacción,<br />

incomodidad, frustración y recurrente dolor y sufrimiento. Sin embargo, los seres humanos<br />

en nuestra mayoría no estamos siempre conscientes de este duhkha, ya que poseemos mecanismos<br />

psicológicos que nos permiten engañarnos a nosotros mismos y con ello —entre<br />

otras cosas— evadir el duhkha de manera efectiva.<br />

Como hemos visto, el núcleo <strong>del</strong> duhkha es la sensación de carencia que dimana de<br />

sentirnos separados <strong>del</strong> continuo de plenitud que constituye nuestra verdadera naturaleza. A<br />

cada momento desviamos nuestra atención de nuestro ilusorio vacío interior, concentrándola<br />

en innumerables esperanzas, proyectos, ilusiones y así sucesivamente. Y lo mismo<br />

hacemos con respecto a las memorias de nuestro pasado; de hecho, nuestra capacidad de<br />

olvidar que nuestras experiencias desagradables han sido mucho más numerosas que las<br />

agradables ha sido designada por los psicólogos como «matiz hedónico» («las experiencias<br />

agradables se recuerdan con mayor facilidad que las desagradables»).<br />

Una de las tácticas que empleamos para no desesperar ante la perenne presencia de<br />

nuestra sensación de carencia y así poder seguir a<strong>del</strong>ante con nuestra existencia signada por<br />

el duhkha (la insatisfacción y el sufrimiento) y con nuestras actividades habituales, consiste<br />

en imaginar que dicha carencia se debe a que nos falta uno u otro objeto, y hacernos creer<br />

que la posesión de dicho objeto colmará la carencia. En tanto que nos esforzamos por obtener<br />

el dinero para adquirir el objeto, o en procurárnoslo por otros medios, logramos evadir<br />

durante una buena parte <strong>del</strong> tiempo la sensación de carencia, y en los momentos en que no<br />

podemos evitar enfrentarla, nos hacemos creer que ella se debe al hecho de que todavía no<br />

hemos podido obtener el objeto —y, en consecuencia, la desestimamos, pensando que ella<br />

es pasajera y llegará a su fin cuando lo obtengamos—. Ahora bien, cuando obtenemos el<br />

objeto que buscábamos, si bien su posesión nos embriaga durante unas horas o quizás<br />

incluso a ratos durante unos pocos días (por ejemplo, si compro el auto último mo<strong>del</strong>o de<br />

mis sueños, momentáneamente puedo embriagarme con el olor a nuevo, su belleza, su suavidad,<br />

su potencia o el pensar que los demás me están viendo en un aparato tan<br />

maravilloso), casi inmediatamente después de obtenerlo nos veremos obligados a enfrentar<br />

de nuevo la sensación de carencia. Y cuando ella se cuele a nuestra conciencia no podremos<br />

ya evadirla pensando qué habremos de hacer para obtener el objeto (pues ahora ya lo<br />

poseemos), ni podremos engañarnos pensando que la posesión <strong>del</strong> mismo colmará nuestra<br />

carencia. Entonces no nos quedará otro remedio que inventar un nuevo objeto que obtener y

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