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Budismo y dzogchén 35<br />
Los Iluminados no se limitan a proporcionarnos pautas a seguir, pues no tienen<br />
interés en mantenernos en el estado en el cual, creyendo ser núcleos de conciencia e<br />
inteligencia separados, autónomos y substanciales, intentamos adecuar nuestra conducta a<br />
ciertos valores. La función <strong>del</strong> Iluminado es hacer posible la desocultación de nuestra<br />
condición originaria de total plenitud y perfección (dzogchén), cuya espontaneidad todo lo<br />
cumple a la perfección. Ello nos libera de la enfermedad <strong>del</strong> dualismo, que implica el<br />
manejo de la propia vida y conducta en referencia a valores y pautas preconcebidos, y de<br />
todos los males y problemas que de ella dimanan. Pues, como señala el expresidente de la<br />
India, Radhakrishnan: 70<br />
«...para aquéllos que se han elevado por encima de sus yoes egoístas... no existe la posibilidad de<br />
hacer el mal... Hasta que no se gane la vida espiritual, la ley moral parece ser un mandato externo que el<br />
hombre tiene que obedecer con esfuerzo y dolor. Pero cuando se obtiene la luz se vuelve vida interna <strong>del</strong><br />
espíritu, que trabaja inconsciente y espontáneamente. La acción <strong>del</strong> sabio es un rendirse de manera absoluta a<br />
la espontaneidad <strong>del</strong> espíritu, y no una obediencia no deseada a leyes impuestas externamente. Tenemos el<br />
libre fluir de un espíritu libre de egoísmo que no calcula los premios a los actos ni los castigos a sus<br />
omisiones.»<br />
Esto es lo que el taoísmo llama «wei-wu-wei» o «acción a través de la no-acción»:<br />
una conducta espontánea libre de autoconciencia y de intencionalidad que todo lo cumple<br />
consumadamente, sin que surja la autointerferencia que caracteriza a la acción autoconsciente<br />
e intencional. Para que ella se manifieste no hace falta crear o producir algo,<br />
sino, más bien, descubrir nuestra condición originaria de total plenitud y perfección.<br />
Ahora bien, es necesario que quede extremadamente claro en qué consiste esta<br />
desocultación de nuestra condición originaria, ya que —como vimos al comienzo de este<br />
libro cuando se consideró brevemente la historia <strong>del</strong> Buda Shakyamuni y el motivo por el<br />
cual éste abandonó sucesivamente a sus dos maestros espirituales— no todo lo que<br />
resplandece con un brillo dorado es oro, y no todos los resultados de las prácticas yóguicas<br />
son la Iluminación a la que aspira el budismo. En particular, es imprescindible distinguir<br />
entre: (1) aquello que los budistas llaman «Iluminación»; (2) aquellas experiencias<br />
condicionadas de los reinos transpersonales que se encuentran signadas por el error o<br />
<strong>del</strong>usión llamado avidya o marigpa, de modo que pertenecen al samsara, y (3) aquellas<br />
experiencias transpersonales en las cuales, si bien el error no está funcionando activamente,<br />
tampoco se encuentra manifiesto el estado de rigpa o Verdad —de modo que las mismas no<br />
pertenecen ni al samsara ni al nirvana.<br />
(1) Lo que los budistas llaman «Iluminación» y que constituye la Suprema Cordura,<br />
consiste en la desocultación de nuestra condición originaria de total plenitud y perfección<br />
por medio de la autoliberación de toda comprensión en términos de pensamientos valorizados<br />
<strong>del</strong>usoriamente, independientemente de que dichos pensamientos sean: (a) burdos o<br />
discursivos, que son los que se enuncian secuencialmente «pronunciando mentalmente»<br />
cadenas de palabras; (b) sutiles o intuitivos, que tienen más que ver con lo visual que con lo<br />
auditivo, pues su captación tiene lugar en un estado de «mudez mental» (como por ejemplo<br />
cuando uno sabe que una puerta es una puerta sin tener que decirse «esto es una puerta»); 71<br />
70 Radhakrishnan (1923/1929), Indian Philosophy (2 vol). Muirhead Library of Philosophy. Londres, George Allen &<br />
Unwin; Nueva York, Macmillan, Vol. I, pp. 228-9.<br />
71 La enseñanza dzogchén y otras insisten precisamente en que lo visual es más primario y la vista el más determinante de<br />
los sentidos. Recientemente se ha anunciado que experimentos neurofisiológicos determinaron que la memoria depende<br />
de la zona encefálica que procesa la espacialidad (la cual está asociada al sentido de la vista más que a ningún otro de los