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Budismo y dzogchén 63<br />
intensa y la tensión resultante se hace más fuerte, que se dice que estamos siendo afectados<br />
por una pasión: ésta no es más que una actitud cargada emocionalmente que un sujeto<br />
mental tiene hacia un objeto. Si, a raíz de mirar la mente de una de las maneras prescritas<br />
por las enseñanzas, se disuelve instantáneamente la dualidad sujeto-objeto en la desocultación<br />
instantánea de la gnosis primordial, el cuerpo <strong>del</strong> individuo se relajará instantánea y<br />
completamente, como cuando se revienta la cuerda que mantiene unido un atado de leña.<br />
La vivencia de la Iluminación está caracterizada, pues, por una relajación absoluta.<br />
Como vimos al considerar la vía de transformación, el término tantra tiene el doble<br />
sentido de continuidad y luminosidad. A pesar de que el principio <strong>del</strong> atiyana-dzogchén no<br />
es la transformación sino la autoliberación, los textos-raíz más esenciales de este vehículo,<br />
al igual que los de la vía de transformación, se llaman tantras. Sucede que también el<br />
atiyana-dzogchén está basado en la continuidad de la luminosidad primordial, de la que el<br />
atiyana-dzogchén hace un uso aún más hábil que los diversos vehículos tántricos; más aún,<br />
como se verá a continuación, en el atiyana la continuidad base-vía-fruto es mucho más<br />
perfecta que en cualquier otro vehículo budista. 151<br />
En el atiyana-dzogchén la base es nuestra condición originaria de total plenitud y<br />
perfección (dzogchén), la cual tiene tres aspectos, que se conocen como esencia (que es<br />
vacuidad y tiene un carácter intemporal), naturaleza (que es manifestación continua y por<br />
ende sucesión temporal de experiencias y espacios entre ellas) y energía (las innumerables<br />
experiencias particulares). Estos tres aspectos de la base son indivisibles, como lo son en un<br />
espejo la «vacuidad» que permite que el mismo pueda «llenarse» con cualquier reflejo, la<br />
capacidad reflectante que hace que aquél jamás deje de reflejar y los innumerables reflejos<br />
particulares que en él se manifiestan. 152<br />
Como hemos visto, uno de los pilares <strong>del</strong> error llamado avidya o marigpa es una<br />
actividad vibratoria que parece emanar de, o estar concentrada en, el centro <strong>del</strong> pecho a la<br />
altura <strong>del</strong> corazón, la cual «carga» nuestros pensamientos con aparente valor, verdad e importancia<br />
—de modo que, cuando dichos pensamientos interpretan segmentos <strong>del</strong> mundo<br />
sensorial, obtenemos la ilusión de enfrentar entes substanciales—. 153 Ésta valorizaciónabsolutización<br />
<strong>del</strong>usoria nos hace experimentar lo insubstancial como substancial, lo<br />
relativo como absoluto, lo que en sí mismo carece de valor e importancia como teniendo un<br />
valor y una importancia intrínsecos, etc., etc. 154 Ahora bien, la condición de posibilidad de<br />
la ilusión de substancialidad que surge de esta manera es la aparición de un foco de<br />
151 Como se verá de inmediato, en el atiyana-dzogchén el sendero consiste en la desocultación progresiva de la base y, por<br />
lo tanto, no comprende la producción de nada que no se haya encontrado en ésta desde siempre; en cambio, en la vía de<br />
transformación constituida por el tantrismo es necesario producir visualizaciones y otras experiencias que originalmente<br />
no estaban manifiestas. Es por ello, entre otras cosas, que señalo que la continuidad (guîü: tantra) base-vía-fruto es menos<br />
perfecta en el vajrayana o tantrismo que en el atiyana-dzogchén.<br />
152 Decir que los reflejos son inseparables <strong>del</strong> espejo no parece totalmente preciso, ya que si lo fuesen ellos no podrían<br />
desaparecer, dejando lugar para que se manifiesten en él nuevos reflejos. Sin embargo, si consideramos el espejo, no en<br />
uno de sus momentos particulares, sino desde el punto de vista de la totalidad de su existencia, quizás sí podríamos decir<br />
que la totalidad de sus reflejos le son inherentes. En todo caso, esto último es lo que sucede con la base: todos los entes<br />
que en ella se manifiestan constituyen sus aspectos y son inseparables de ella.<br />
153 Como ya vimos, cuando dichos pensamientos se identifican con cualidades, obtenemos la ilusión de que los «entes»<br />
que enfrentamos poseen intrínsecamente tales o cuales cualidades. Y así sucesivamente.<br />
154 Una vez que la valorización-absolutización <strong>del</strong>usoria nos ha hecho atribuir valor e importancia a lo que en sí mismo<br />
carece de ambas cualidades, atribuimos a algunos fenómenos un enorme valor y una enorme importancia, a otros un grado<br />
medio de valor e importancia, a otros un grado ínfimo, y a algunos otros ningún valor y ninguna importancia. Aunque esta<br />
última posibilidad puede parecer idéntica a la ausencia de valorización-absolutización <strong>del</strong>usoria, ella es un efecto de la<br />
valorización-absolutización en cuestión, relativo a los diferentes grados de valor e importancia que atribuimos a los<br />
distintos fenómenos, y por lo tanto es error o <strong>del</strong>usión.