You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
62<br />
XXIX<br />
Muchos son los indicios que permiten creer que<br />
Francisco José I fue en el fondo un poderoso y triste<br />
demiurgo. Sus ojos estrechos, pequeños botones inexpresivos<br />
incrustados en los deltas triangulares de las<br />
arrugas, no eran los de un hombre. <strong>La</strong> forma de su<br />
rostro, encajado entre las patillas blancas peinadas<br />
hacia atrás como las de los dragones japoneses, le<br />
daba un parecido de viejo zorro taciturno. Visto de<br />
lejos, apareciendo en las alturas de las terrazas de<br />
Schönbrunn 28 y gracias a una disposición particular de<br />
las arrugas, esa cara parecía sonreír. Visto de cerca,<br />
la sonrisa no era más que un rictus de amargura de<br />
un banal realismo que no reflejaba ni la menor chispa<br />
de un ideal. En el momento en que apareció sobre el<br />
escenario del mundo, adornado con el penacho verde<br />
de general, vestido con un abrigo turquesa que llegaba<br />
al suelo, ligeramente encorvado y la mano levantada<br />
en un saludo militar, el mundo venía de alcanzar en su<br />
evolución un feliz límite. Habiendo agotado su contenido<br />
en metamorfosis infinitas, las formas colgaban de<br />
las cosas sin adherirse a ellas, a punto de escamarse,<br />
maduras por el abandono. El mundo atravesaba una<br />
muda violenta, salía del huevo cubierto de colores jóvenes,<br />
chispeantes, inauditos, deshacía con placer todos<br />
los nudos y todos los obstáculos. Había faltado poco<br />
para que el mapa del mundo, esa tela cubierta de manchas<br />
de color, saliese volando por los aires, inspirado y<br />
ondulante. Francisco José I lo había sentido como una<br />
amenaza personal. Su elemento era un mundo encau-