Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
to, pues el viento de la nada sopla a través de sus<br />
almas. Tan solo el despertarlos de su sueño me ha llevado<br />
un gran esfuerzo. Estaban todos postrados en<br />
sus camas, mortalmente pálidos y no respiraban. Me<br />
incliné sobre sus rostros, pronuncié en voz baja las<br />
palabras esenciales para ellos, las palabras que hubieran<br />
debido traspasarlos, electrizarlos. Abrieron un ojo.<br />
Tenían miedo de los vigilantes, ponían semblante de<br />
estar sordos, de estar muertos. Solamente una vez<br />
tranquilizados se levantaron de sus lechos, cubiertos<br />
de vendajes, compuestos de piezas, sujetando las prótesis<br />
de madera, los falsos pulmones y las imitaciones<br />
de hígados. Al principio, se mostraron muy desconfiados,<br />
intentaban recitar los papeles que se les había<br />
enseñado. Les parecía inconcebible que se les pudiera<br />
pedir otra cosa. Y yo los veía inmóviles, turbados, exhalando<br />
a veces un gemido, esos hombres espléndidos,<br />
flor de la humanidad, esos Dreyfus y Garibaldi,<br />
Bismarck y Victor Manuel I, Gambetta y Mazzini, y tantos<br />
otros. El archiduque Maximiliano era el que peor lo<br />
entendía. Cuando, pegado a su oreja, murmuré, repitiéndole<br />
cálidamente, el nombre de Bianka, sus ojos<br />
parpadearon, un gran asombro se dibujó en sus rasgos,<br />
pero ninguna luz de comprensión los iluminaba.<br />
Sólo entonces, cuando pronuncié lentamente, con<br />
fuerza, el nombre de Francisco José I, una mueca salvaje<br />
torció sus rasgos durante un segundo: como un<br />
reflejo que no tuvo ya correspondencia en su alma. Ese<br />
complejo, también, hace mucho tiempo que fue expulsado<br />
de su conciencia. ¿Cómo pudo vivir con una tensión<br />
de odio así, él, reconstituido y cicatrizado tan<br />
penosamente después de la sangrante descarga de<br />
97