11.05.2013 Views

Dios en el mundo

Dios en el mundo

Dios en el mundo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

En <strong>el</strong> ser espiritual la t<strong>en</strong>tación siempre existe. Consiste<br />

<strong>en</strong> una especie de perversión <strong>en</strong> la que <strong>el</strong> amor se considera<br />

una dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia, y no un don que me vivifica; que no considera<br />

ya esa r<strong>el</strong>ación como g<strong>en</strong>eradora de vida, sino como<br />

una limitación de la propia indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia.<br />

¿Se puede reconocer de alguna manera <strong>el</strong> mal?<br />

Yo diría que <strong>el</strong> demonio es indemostrable. Pero la viv<strong>en</strong>cia<br />

de que, al marg<strong>en</strong> de la maldad humana, hay alteraciones<br />

y perturbaciones <strong>en</strong> la creación, una especie de poder de la<br />

<strong>en</strong>vidia que nos arrastra y quiere hacernos caer, existe y así<br />

nos lo explican la Biblia y la fe cristiana. Pero nunca debe<br />

aparecer la idea d<strong>el</strong> demonio como antidiós, capaz de oponerse<br />

a <strong>Dios</strong> y desafiarle a combatir. Al final, la negación<br />

no ejerce poder alguno. El mal constituye una am<strong>en</strong>aza y<br />

una t<strong>en</strong>tación constantes, pero, como adversario, no está a<br />

la altura de <strong>Dios</strong>. Hemos de saber siempre que sólo <strong>Dios</strong> es<br />

<strong>Dios</strong>, y, por tanto, aqu<strong>el</strong> que se base <strong>en</strong> Él no debe asustarse<br />

de las pot<strong>en</strong>cias satánicas.<br />

¿Qué pasa con Hitler? ¿Fue, como pi<strong>en</strong>san algunos, <strong>el</strong><br />

«diablo <strong>en</strong> persona»? Sartre afirmó: «El diablo es Hitler,<br />

es la Alemania nazi». Y la filósofa judía Hannah Ar<strong>en</strong>dt,<br />

refiriéndose a las cru<strong>el</strong>dades d<strong>el</strong> fascismo, acuñó la famosa<br />

frase de la «banalidad d<strong>el</strong> mal».<br />

Que una persona surgida de lo más bajo -había vivido<br />

como un haragán y no recibió formación alguna- pueda<br />

convulsionar un siglo, tomar decisiones políticas con demoníaca<br />

clarivid<strong>en</strong>cia y someter a personas, incluso a personas<br />

cultas, es inquietante.<br />

Hitler fue un personaje demoníaco. Basta con leer <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato<br />

de los g<strong>en</strong>erales alemanes, que siempre se proponían<br />

decirle de una vez su opinión a la cara, y que después que-<br />

118<br />

daban tan subyugados por él, que ya no se atrevían a hacerlo.<br />

Pero analizándolo de cerca, esa misma persona que<br />

se caracterizaba por ejercer una fascinación demoníaca,<br />

era, <strong>en</strong> <strong>el</strong> fondo, un don nadie completam<strong>en</strong>te banal. Y <strong>el</strong><br />

hecho de que <strong>el</strong> poder d<strong>el</strong> mal se as<strong>en</strong>tara precisam<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

la banalidad, rev<strong>el</strong>a también algo de la fisonomía d<strong>el</strong> mal:<br />

cuanto mayor se hace, más mezquino se vu<strong>el</strong>ve, m<strong>en</strong>os<br />

grandeza <strong>en</strong>cierra.<br />

Hitler también previo situaciones de manera casi demoníaca.<br />

Yo, por ejemplo, he leído un informe de cómo se<br />

preparó la visita d<strong>el</strong> Duce a Berlín. Las personas <strong>en</strong>cargadas<br />

d<strong>el</strong> asunto plantearon sus suger<strong>en</strong>cias, y tras largo<br />

rato, Hitler replicó: «No, todo eso no sirve para nada. Yo<br />

veo cómo ha de hacerse». Y, <strong>en</strong> una especie de éxtasis, lo<br />

expuso, y así se hizo. Es decir, que <strong>en</strong> cierto modo ahí se<br />

percibe una prepot<strong>en</strong>cia demoníaca que <strong>en</strong>grandece lo banal<br />

-y banaliza lo grande-, p<strong>el</strong>igrosa y destructiva sobre<br />

todas las cosas.<br />

Desde luego, no se puede afirmar que Hitler fuera <strong>el</strong> demonio;<br />

era un hombre. Pero conocemos informes fiables<br />

de testigos oculares que demuestran que mant<strong>en</strong>ía una especie<br />

de <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros demoníacos que le hacían decir temblando:<br />

«Él ha estado de nuevo aquí» y cosas por <strong>el</strong> estilo.<br />

Nosotros no podemos investigarlo a fondo. Pero <strong>en</strong> cierto<br />

modo estaba inmerso <strong>en</strong> <strong>el</strong> ámbito de lo demoníaco, y creo<br />

que así lo demuestra la manera <strong>en</strong> que ejerció <strong>el</strong> poder, <strong>el</strong><br />

terror y <strong>el</strong> daño que provocó.<br />

¿Está descartada <strong>en</strong>tonces la exist<strong>en</strong>cia de un abismo <strong>en</strong><br />

<strong>Dios</strong> mismo? ¿Un lado oscuro, según <strong>el</strong> lema humano<br />

«Dos almas yac<strong>en</strong>, ay, <strong>en</strong> mi pecho» ?<br />

Esta pregunta se ha planteado una y otra vez a lo largo de<br />

la historia de las r<strong>el</strong>igiones, incluso <strong>en</strong> las llamadas corri<strong>en</strong>tes<br />

gnósticas de la historia d<strong>el</strong> cristianismo. Cari Gus-<br />

119

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!