You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
de gran talla, le gustaban las pret<strong>en</strong>siones <strong>el</strong>evadas, y<br />
eso también ti<strong>en</strong>e su importancia. Nosotros no debemos<br />
ahogar la grandeza de la pret<strong>en</strong>sión <strong>en</strong> fórmulas de compromiso,<br />
haciéndola desaparecer poco a poco. La Iglesia<br />
no puede proceder según <strong>el</strong> lema: ¿qué conseguiremos y<br />
qué no? No está ahí para hallar fórmulas de compromiso<br />
lo más soportables posible, sino para pres<strong>en</strong>tar la palabra<br />
y la voluntad de <strong>Dios</strong> <strong>en</strong> toda su grandeza, sin falsearlas,<br />
incluso <strong>en</strong> contra de sí misma y de sus propios<br />
heraldos.<br />
A mí siempre me impresionan las palabras de san Pablo<br />
<strong>en</strong> su discurso de despedida a los sacerdotes de Éfeso (él ya<br />
sabía que <strong>en</strong> Jerusalén le esperaba la cárc<strong>el</strong>). «Os he anunciado»,<br />
declaró, «toda la voluntad de <strong>Dios</strong>. No os he escatimado<br />
nada, ni he procurado hacéroslo más cómodo.<br />
Tampoco he int<strong>en</strong>tado daros mi propia fórmula, sino que<br />
os he anunciado la voluntad de <strong>Dios</strong>.» De hecho, para eso<br />
está la Iglesia.<br />
Seguram<strong>en</strong>te nunca se le habrá pasado por la cabeza abandonar<br />
la Iglesia. ¿No existe nada <strong>en</strong> <strong>el</strong>la que le moleste o<br />
incluso le irrite?<br />
En efecto, jamás se me ocurriría abandonar la Iglesia, pues,<br />
a decir verdad, es mi patria más íntima. Estoy tan fundido<br />
con <strong>el</strong>la desde que nací que sin <strong>el</strong>la <strong>en</strong> cierto modo me partiría<br />
<strong>en</strong> dos, incluso me destruiría.<br />
Pero, como es natural, <strong>en</strong> conjunto siempre hay cuestiones<br />
que le irritan a uno. Empieza <strong>en</strong> la iglesia local y puede<br />
llegar hasta <strong>el</strong> ámbito d<strong>el</strong> gobierno global de la Iglesia, <strong>en</strong><br />
<strong>el</strong> que trabajo ahora. Siempre hay personas y cosas molestas.<br />
Pero uno tampoco se separa de su familia por mucho<br />
que se <strong>en</strong>fade; y m<strong>en</strong>os cuando <strong>el</strong> amor que te une con los<br />
demás es más fuerte; cuando es la fuerza original que sust<strong>en</strong>ta<br />
tu vida.<br />
58<br />
Lo mismo sucede con la Iglesia. También <strong>en</strong> este caso sé<br />
que no estoy aquí por éste o aquél, sé que ha habido desaciertos<br />
históricos, que pued<strong>en</strong> existir contrariedades fácticas.<br />
Pero también sé que todas esas cosas no anulan la<br />
aut<strong>en</strong>ticidad de la Iglesia. Por la s<strong>en</strong>cilla razón de que procede<br />
de un lugar completam<strong>en</strong>te distinto, y, <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia,<br />
siempre se impondrá de nuevo.<br />
Joseph Roth escribe <strong>en</strong> su nov<strong>el</strong>a La marcha Radetzky:<br />
«En este <strong>mundo</strong> podrido, la Iglesia romana es todavía la<br />
única que conforma, que conserva la forma. Incluso cabría<br />
decir, disp<strong>en</strong>sadora de forma... Al fijar los pecados, por ese<br />
mero hecho los disculpa. Casi no tolera personas intachables:<br />
esto es lo emin<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te humano <strong>en</strong> <strong>el</strong>la... Con eso la<br />
Iglesia romana demuestra su t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia más noble a disculpar,<br />
a perdonar». ¿Es, pues, la Iglesia por naturaleza una<br />
Iglesia de pecadores?<br />
¡Evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te! Acabamos de ver que la Iglesia, a pesar de<br />
los pecadores, es sost<strong>en</strong>ida por <strong>Dios</strong>. La cita manifiesta<br />
una determinada óptica de la Iglesia que ésta considera<br />
bu<strong>en</strong>a y útil, aunque sólo sea por consideraciones profanas.<br />
Que la Iglesia dé forma, que la mant<strong>en</strong>ga, que no se<br />
desvanezca <strong>en</strong> lo indeterminado, que pueda pregonar la<br />
voluntad de <strong>Dios</strong> es algo muy es<strong>en</strong>cial. Pero <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derla<br />
exclusivam<strong>en</strong>te a partir de su grandeza histórica, implica<br />
poner a <strong>Dios</strong> al servicio de fines humanos. Entonces se pret<strong>en</strong>de<br />
t<strong>en</strong>er de algún modo una r<strong>el</strong>igión, aunque se considera<br />
a <strong>Dios</strong> mismo una mera construcción auxiliar para<br />
mant<strong>en</strong>er a las personas unidas y dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes.<br />
Por otra parte, yo criticaría la idea de que la Iglesia católica<br />
establece los pecados y después los disculpa <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />
acto. Como es natural, la Iglesia no inv<strong>en</strong>ta los pecados,<br />
sino que reconoce la voluntad de <strong>Dios</strong> y la proclama. Ciertam<strong>en</strong>te<br />
la grandeza de esta cita reside <strong>en</strong> que la Iglesia,<br />
59