You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
adecuada-, siempre deberíamos respetar <strong>el</strong> misterio de que<br />
ahí hay algo reservado que sólo <strong>Dios</strong> puede juzgar.<br />
La segunda frase de esa cita presupone que siempre hemos<br />
de p<strong>en</strong>sar que también nosotros seremos juzgados, y<br />
lo seremos según la medida que hayamos aplicado nosotros<br />
mismos. En ese s<strong>en</strong>tido nos exhorta a adoptar la pauta<br />
correcta, <strong>el</strong> límite correcto, <strong>el</strong> respeto correcto ante <strong>el</strong><br />
otro. De ese modo, Jesús nos proporciona una norma interna<br />
imprescindible para <strong>en</strong>juiciar. Consiste <strong>en</strong> reconocer<br />
siempre ese último límite que le está reservado a <strong>Dios</strong>.<br />
SOBRE LOS DOS CAMINOS<br />
En una ocasión dice Jesús: «Entrad por la puerta estrecha;<br />
porque ancha es la <strong>en</strong>trada y espacioso <strong>el</strong> camino que lleva<br />
a la perdición, y son muchos los que <strong>en</strong>tran por <strong>el</strong>la; mas<br />
¡qué estrecha la <strong>en</strong>trada y qué angosto <strong>el</strong> camino que lleva<br />
a la vida!; y pocos son los que lo <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran».<br />
De esas palabras cabría deducir que <strong>el</strong> infierno está repleto<br />
y <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o medio vacío. Pero seguro que no significan<br />
eso. El Señor nos dice <strong>en</strong> otros pasajes -y es que siempre<br />
t<strong>en</strong>emos que leer todas las palabras <strong>en</strong> su contexto, esta<br />
ley fundam<strong>en</strong>tal reaparece aquí claram<strong>en</strong>te-, que v<strong>en</strong>drán<br />
muchos d<strong>el</strong> este y d<strong>el</strong> oeste y que se s<strong>en</strong>tarán a la mesa con<br />
Abraham, Isaac y Jacob. El Apocalipsis vaticina que una<br />
multitud incalculable se congrega alrededor d<strong>el</strong> trono d<strong>el</strong><br />
Cordero. Esto supone <strong>en</strong> realidad una advert<strong>en</strong>cia muy pragmática:<br />
cuando se hace lo que se hace, lo que hac<strong>en</strong> todos,<br />
cuando se sigue <strong>el</strong> camino de la comodidad, <strong>el</strong> camino ancho,<br />
de mom<strong>en</strong>to resulta más agradable, pero uno se está<br />
apartando de la verdadera vida. Quiere decir que la decisión<br />
correcta es <strong>el</strong>egir <strong>el</strong> camino esforzado, estrecho, la<br />
puerta angosta por la que me cuesta <strong>en</strong>trar.<br />
170<br />
Aquí t<strong>en</strong>emos un texto simbólico con todo su drástico<br />
ori<strong>en</strong>talismo, que explica una regla fundam<strong>en</strong>tal de la conducta<br />
cotidiana. El mero dejarse llevar, <strong>el</strong> mero nadar a favor<br />
de la corri<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> hundirse <strong>en</strong> la masa, <strong>en</strong> definitiva,<br />
siempre nos conduce a la masa y luego al vacío. El valor de<br />
asc<strong>en</strong>der, lo arduo, es lo que me sitúa <strong>en</strong> <strong>el</strong> bu<strong>en</strong> camino.<br />
SOBRE LOS FALSOS PROFETAS<br />
Cristo dice: «Guardaos de los falsos profetas que vi<strong>en</strong><strong>en</strong> a<br />
vosotros con disfraces de ovejas, pero por d<strong>en</strong>tro son lobos<br />
rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recog<strong>en</strong><br />
uvas de los espinos o higos de los abrojos? Todo árbol bu<strong>en</strong>o<br />
da frutos bu<strong>en</strong>os, pero <strong>el</strong> árbol malo da frutos malos».<br />
Parece una advert<strong>en</strong>cia contra sectas y herejías.<br />
Es una posible interpretación. Y también <strong>en</strong> principio contra<br />
cualquier regla fácil. Estamos hablando de una época<br />
<strong>en</strong> la que existían numerosos filósofos ambulantes, curanderos,<br />
personajes mesiánicos. Todos <strong>el</strong>los prometían la salvación<br />
y <strong>el</strong> camino correcto, querían halagar a la g<strong>en</strong>te y<br />
apar<strong>en</strong>tar que traían la bondad y la verdad, cuando <strong>en</strong> realidad<br />
casi siempre les interesaba únicam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> lucro personal.<br />
Son lobos feroces, destructivos.<br />
Jesús nos previ<strong>en</strong>e contra esos «curanderos d<strong>el</strong> espíritu».<br />
Dice que la norma es preguntarse: ¿cómo vive él mismo?<br />
¿Quién es <strong>en</strong> realidad? ¿Qué frutos produce él y su<br />
círculo? Analiza esto y verás a qué conduce. Esta norma<br />
práctica, fruto d<strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to, se proyecta sobre la perspectiva<br />
histórica. P<strong>en</strong>semos <strong>en</strong> los predicadores de la salvación<br />
d<strong>el</strong> siglo pasado, ya se trate de Hitler o de los pregoneros<br />
marxistas, todos <strong>el</strong>los vi<strong>en</strong><strong>en</strong> y dic<strong>en</strong>: «Os traemos la justicia».<br />
Al principio aparec<strong>en</strong> como mansas ovejas y acaban<br />
si<strong>en</strong>do grandes destructores.<br />
2.71