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La Caída del Dragón y del Águila - World Center of Humanist Studies

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Armérica<br />

<strong>La</strong> Estatua de la Libertad fue un regalo de Francia a EEUU por el centenario de su<br />

independencia. El monumento – que en realidad fue montado diez años después, en<br />

1886 – está cerca de la desembocadura <strong>del</strong> río Hudson y está orientado hacia el<br />

Atlántico y Europa, operando como mágico saludo y señal a los millones de inmigrantes<br />

que vinieron a estas tierras en búsqueda de una mejor vida. <strong>La</strong> alusión estética al Coloso<br />

de Rodas – erigido en esa isla veintidós siglos antes en honor al dios Helio como<br />

agradecimiento a su protección ante fuerzas invasoras de la época – es innegable. Por<br />

otra parte, el mensaje francmasón de la antorcha que iluminará los siete continentes y<br />

mares, simbolizados en la corona de siete puntas, apuntaba a traducir la encomienda<br />

histórica que la Iluminación europea concretaba en esta tierra de promisión, oportunidad<br />

y libertad nunca antes soñadas – al menos inicialmente.<br />

Aquel sueño de libertad constituía también la íntima voluntad de aquellos “Padres<br />

Peregrinos” (Pilgrim Fathers) que arribaron a Nueva Inglaterra (en el extremo<br />

nororiental de los hoy Estados Unidos) en 1620, intentando conseguir la paz necesaria<br />

para vivir de acuerdo a sus creencias religiosas. Poco antes, Puritanos y Disidentes<br />

había encontrado brevemente refugio de la intolerancia religiosa de la Iglesia de<br />

Inglaterra en Holanda. Los Puritanos, quienes a diferencia de los cismáticos Disidentes<br />

no se separaron <strong>del</strong> tronco eclesial aspirando a su “purificación”, compartían empero<br />

con ellos un similar espíritu de aversión por el centralismo que se había posado sobre<br />

los representantes de la cristiandad en la isla, quienes en la práctica trasladaban en<br />

versión reformada viejas estructuras de poder papal. De esta manera, la libertad se<br />

constituía en valor central fundacional, que ciento cincuenta años después contribuiría<br />

fuertemente a la independencia de las colonias <strong>del</strong> Imperio Británico.<br />

El Imperio, por su parte, había ya enviado su propia colonización “<strong>of</strong>icial” a través<br />

de la Compañía de Londres, la que fundaría algunos años antes de la llegada de los<br />

peregrinos al extremo nordeste, la primera colonia británica de América en las tierras de<br />

Virginia.<br />

Estas líneas diversas de la primera conquista chocarían finalmente a mediados <strong>del</strong><br />

siglo XIX en una devastadora guerra civil. Los colonos <strong>del</strong> Norte con su industriosa<br />

prosperidad serían la base <strong>del</strong> bando de la Unión, mientras los Estados sureños,<br />

agrícolas y esclavistas, se congregarían en la Confederación. A partir de allí quedaría<br />

sellada la inequívoca afirmación de la libertad grabada a fuego en la memoria de<br />

Norteamérica. Al menos un tipo particular de libertad, la propia.<br />

Pero la libertad propia tenía su precio y era su defensa la que motivaba la destrucción<br />

y la conquista. En esa enfermiza concepción de libertad fueron expandiéndose las alas<br />

<strong>del</strong> <strong>Águila</strong> mundialmente, replicando los peores hábitos de su antecesora imperial<br />

británica. Y con su poder creció el tamaño de sus legiones y como en todas los imperios<br />

precedentes, al aumentar la envergadura creció el poder relativo de las legiones sobre el<br />

todo que las enviaba. De esta manera, poco quedaba de aquel ensueño libertario<br />

americano, siendo reemplazado por una especie de bonapartismo, donde los códigos de<br />

igualdad y justicia serían impuestos en a<strong>del</strong>ante a sangre y fuego.<br />

Fronteras adentro, ya nada sería igual. <strong>La</strong> industria armamentista y sus corporaciones<br />

principales tomarían la <strong>del</strong>antera en la producción y el comercio de artefactos mortales.

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