La Caída del Dragón y del Águila - World Center of Humanist Studies
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valores o acaso malinterpretado las prudentes enseñanzas de los verdaderos líderes<br />
anteriores. El Partido Comunista, pese a toda declamación ideológica, se había<br />
convertido en un viejo edificio de corrupción cuyas escaleras servían a algunos para<br />
trepar hacia posiciones de influencia y beneficio personal y a otros, como cobertura<br />
externa de su probidad y lealtad a lo establecido, pero que era más temido que querido<br />
en el resto de la población. Los cimientos de tal organización, que continuaba con sus<br />
pretensiones de control hegemónico ya fuera de época, no resistían los embates de la<br />
creciente ilustración de la población china, que en su interior agradecía los servicios<br />
prestados por esta tiranía pluripersonal pero ansiaba con fervor creciente despedirse de<br />
ella.<br />
En regiones menos centrales, los grupos étnicos minoritarios numéricamente pero<br />
mayoritarios culturalmente, no habían cedido un ápice en el cultivo de una identidad<br />
que los alejaba de un proyecto imperial que sentían como absolutamente ajeno. El<br />
imperio insistía en traer modernidad a cambio de lealtad al sistema, pero no conseguía<br />
convencer a los milenarios nómades esteparios y campesinos montañeses, acerca de las<br />
ventajas de aceptar una ilegítima invasión y ser vasallos de un poder lejano, al cual se<br />
habían resistido durante toda su historia. En esos lugares, el gobierno tampoco contaba<br />
con fi<strong>del</strong>idades y sí con mucha resistencia contenida.<br />
Otros varios empujaban en la misma dirección desde afuera de la Gran Muralla y<br />
esto tenía una explicación sencilla. El <strong>Dragón</strong> había ido logrando cierto poderío en el<br />
campo internacional, sobre todo en el campo de la economía, sirviendo a muchos países<br />
a sus propósitos de desalineamiento de la dependencia <strong>del</strong> Norte. El estilo de vida<br />
fastuoso <strong>del</strong> mundo desarrollado europeo y norteamericano, acuñado en centurias de<br />
despojo y competencia, había hecho perder terreno a sus economías frente al empuje de<br />
las baratas legiones fabriles <strong>del</strong> Asia. Aquel arrollador empeño no pudo ser equilibrado<br />
con el alquiler de migrantes latinos, turcos o vietnamitas, quienes – con absoluto<br />
derecho – querían cosechar su parte rápidamente sin cumplir con el papel de extras de<br />
bajos salarios para el que habían sido contratados.<br />
<strong>La</strong> batalla de los costos se desarrollaba entonces en otros frentes. Occidente<br />
presionaba a China para que revalúe su moneda, lo cual implicaría un aumento en sus<br />
mercancías, pero también una mejora relativa de los salarios medidos en términos<br />
internacionales. El régimen chino no quería saber nada de esto y contenía como podía<br />
las amenazas y medidas que los demás tomaban para frenar la copiosa importación de<br />
artículos desde allí. <strong>La</strong> guerra económica incursionaba fuertemente en el terreno de la<br />
apropiación de las materias primas, los tratados de libre comercio y cada vez más, en el<br />
campo de la ya comentada frontera de las tecnologías de futuro.<br />
El <strong>Águila</strong> estaba bastante debilitada por la época por los enormes agujeros negros<br />
que había dejado la insensibilidad especuladora y un sistema sobredimensionado.<br />
Sorpresivamente, la victoria <strong>del</strong> pretendido imperio sobre los Soviets se había<br />
convertido en pírrica, encontrando el nuevo mundo unipolar inmediato rechazo por<br />
parte de multitud de pueblos. El proceso se encontraba en un momento de<br />
complementación regional en la cual encarnó la sensibilidad antiimperialista, creándose<br />
un equilibrio multipolar que ya no permitía al <strong>Águila</strong> hacer y deshacer a su gusto.<br />
Por todo esto – y seguramente varias razones más – el <strong>Águila</strong> sabía que el próximo<br />
contendiente a barrer de la pista era el <strong>Dragón</strong>, para poder disminuir la porción de torta