La Caída del Dragón y del Águila - World Center of Humanist Studies
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Mareas y tormentas de religiosidad<br />
Muchos pensaron que la fuerte corriente <strong>del</strong> racionalismo, impulsora de maravillas<br />
técnicas y libertades políticas nunca antes vistas, barrería por completo con todo<br />
vestigio de vetustas y arcaicas creencias transmundanas. El estado que debía alcanzar el<br />
Ser Humano era – desde esa visión – comprender a su capacidad de razonar o inteligir, a<br />
su inteligencia, como la única posible rectora de los designios humanos. Toda otra<br />
voluntad o fuerza, externa a lo que el Ser Humano podía aprehender inmediatamente,<br />
debía ser considerada superchería, fetichismo o rémora de un pasado primitivo, un<br />
período infantil de la Historia. Esta sensibilidad barrió el mundo con fuerza inusitada a<br />
partir de mediados <strong>del</strong> milenio pasado y fue avalada por el innegable avance que ciencia<br />
y técnica <strong>of</strong>recieron a la percepción como argumento difícilmente contestable. Así, la<br />
dictadura de la Razón reemplazó a la no menos censora dictadura de los dioses<br />
omnipotentes y omnipresentes, que reducía toda expresión de libertad a un<br />
desviacionismo inútil y peligroso <strong>del</strong> mandato divino, desvío que era castigado por los<br />
personeros <strong>del</strong> dios con los peores tormentos.<br />
Pero aquella propuesta de liberarse <strong>del</strong> antiguo maleficio de la mística, sufría una y<br />
otra vez embates de espiritualidad, que desmentían – casi con irónico rigor científico –<br />
la inmutabilidad de la dirección pr<strong>of</strong>etizada. Para los que se habían negado a entrar de<br />
lleno en aquel mundo de la modernidad y, aún arrastrados por las nuevas realidades<br />
tangibles se resistían a abandonar un mundo de intangibles que consideraban supremos,<br />
estos nuevos doctos de la mecanicidad eran vistos como pecaminosos y alejados <strong>del</strong><br />
recto sendero de la Creación. Es más, se les reprochaba querer emular al dios al que por<br />
sobre todas las cosas amaban.<br />
Desde cierto desapasionamiento – poco habitual en estos campos – era indudable que<br />
ninguno de los dos bandos podía negar lo interesante de algunas posiciones asumidas<br />
por los rivales. Tanto el misterio de la Vida como la certeza de la Muerte física<br />
conmovían a la conciencia Humana en su pr<strong>of</strong>undidad en busca de respuestas<br />
existencialmente válidas y no había Ciencia – por más refinada que fuera - que pudiera<br />
dar respuesta a esta necesidad de Sentido y trascendencia. Este anhelo y búsqueda de<br />
Sentido pr<strong>of</strong>undo era el que daba (y seguramente dará) largo asidero a las muy diversas<br />
formas en las que la religiosidad se iba (y se irá) manifestando históricamente.<br />
Por otra parte, la necesidad y la búsqueda de libertad intuida también en relación a un<br />
Sentido inherente a la existencia humana, impulsan el crecimiento de lo Humano por<br />
sobre toda Naturaleza anterior y en un proceso en que la Naturaleza misma <strong>del</strong> Ser<br />
Humano, cargada de increíbles dotes pero también de grandes carencias, se va<br />
autotransformando.<br />
Estas tendencias seguramente tenderán a complementarse en el futuro. Sin embargo,<br />
aparecen en el mundo de hoy como fieros e irreconciliables oponentes. Así en cada<br />
lugar donde el Estado es dirigido desde una base racionalista, sus gobernantes – en un<br />
espíritu poco racional y libertario – atacan los poderosos brotes de religiosidad<br />
emergentes, sobre todo, si las características formales de dichos cultos no coinciden con<br />
sus propias creencias. Así en Francia se perseguirá al Islam y en la España renuente a<br />
abandonar pasados antiguos y recientes de inquisición se fomentará el ataque<br />
psicológico, demonizando como sectas a los que buscan escapar al ensangrentado<br />
catolicismo. Mientras en la nueva y tolerante Alemania se cierran mezquitas, en Turquía