La Caída del Dragón y del Águila - World Center of Humanist Studies
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Little Kids<br />
No puede creérsele a un adulto el juicio que emita acerca de los jóvenes. En ese<br />
sentido, hemos leído a algunos sociólogos explicando tal o cual tendencia y en la mayor<br />
parte de los casos, visto como sus propios pareceres y conveniencias se filtraban en las<br />
porosidades <strong>del</strong> análisis en apariencia realista o hasta innovador. En el mismo sentido<br />
argumental deberemos resignar de inmediato todo afán propio de explicación o<br />
comprensión con el que pretendamos hipotizar comportamientos futuros de los hoy<br />
infantes y mañana jóvenes.<br />
Aún cuando dejemos entonces en el más pr<strong>of</strong>undo misterio aquello que la conciencia<br />
de nuestros pequeños congéneres en este mismo momento está configurando –<br />
seguramente obedeciendo al íntimo convencimiento de que somos exageradamente<br />
incapaces de interpretarlo – hablaremos sobre lo hablado y agregaremos habladurías a<br />
las ya existentes, al sólo efecto de no dejar inadvertido el tremendo impacto que la<br />
generación en crecimiento tendrá en el <strong>Águila</strong>.<br />
Con respecto a “lo hablado” nos referimos a aquella generación inmediatamente<br />
anterior a la que en realidad nos interesa.<br />
De esta manera vemos que mucho está siendo escrito en la sacudida América de la<br />
era Obama acerca de la “generación <strong>del</strong> milenio”, aquella hoy ya cada vez menos joven<br />
juventud nacida entre los ´80 y los `90. Entre otros factores se nos dice cuán importante<br />
ha sido esta flamante masa electoral en los resultados de esa contienda que tuvo en los<br />
rincones opuestos de la puja a una pareja bien despareja. Casi como en el backstage de<br />
una malograda propaganda de Benetton o el póster de un encuentro boxístico de<br />
tiempos idos, el ex combatiente anciano blanco no pudo exhibir la energía de un púgil<br />
treinta años menor, moreno, sonriente y eficazmente entrenado en oratoria inteligente,<br />
quien concitó sin duda el mayor apoyo entre los noveles votantes.<br />
También nos hablan esos estudios acerca de una generación protegida y monitoreada<br />
por sus progenitores y proclive a compartir con ellos por mucho más tiempo el techo –<br />
entre otras cosas por la dificultad fáctica de conseguir dineros para mudarse - y hasta “a<br />
escuchar el mismo tipo de música” – algo impensable y absolutamente condenable<br />
desde el punto de vista de la óptica de la dialéctica generacional.<br />
Con júbilo adhieren autores y comentadores mediáticos a la proyectada nueva<br />
“responsabilidad cívica y social” que ven renacer en esta juventud, que reniega <strong>del</strong><br />
individualismo y escepticismo de la llamada generación X, cuyos miembros son<br />
justamente los que autorizan, comentan y aplauden. Exaltados vítores despierta en ellos<br />
la supuesta cualidad de determinancia en la acción que observan en estos jóvenes<br />
modélicos, virtud que colaborará seguramente en transformar positivamente a esta<br />
América que ha perdido bastante de la predominancia a la que los y nos tenía<br />
acostumbrados. Tal entusiasmo de los mayores por los menores nos resulta un asunto<br />
por demás extraño, habida cuenta de los habituales epítetos que se utilizan desde la<br />
altura etaria para denominar a los de rango inferior. Irresponsable, vago, soñador,<br />
idealista y hasta sospechoso y peligroso son algunos de los adjetivos a los que<br />
estábamos acostumbrados hasta ahora. Parecen ahora haber cambiado los vientos y la<br />
crítica de antaño tiende a transformarse – al menos en algunos modernos y editados<br />
análisis – en aprobación inédita. Para completar el cuadro con el que los columnistas