La Caída del Dragón y del Águila - World Center of Humanist Studies
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capítulo anterior, el mismísimo “padre de la revolución” Mao Zedong había participado<br />
de tales protestas.<br />
Poco antes de tan simbólico momento, en el 2017, en ocasión <strong>del</strong> ciclo de renovación<br />
de autoridades centrales, el gobierno había estado a punto de hacer uso de una variante<br />
inusual en la política china rotando a su principal dirigente. Esta medida extrema había<br />
sido introducida como posibilidad para equilibrar el sistema de tensiones interno en la<br />
cúpula <strong>del</strong> poder - habida cuenta de cierta pérdida de colectivismo en los propósitos de<br />
las facciones en pugna - al tiempo que se intentaba distender el creciente desasosiego<br />
que mostraban sectores que no lograban alinearse con el plan de desarrollo general, al<br />
estilo de los cambios ministeriales que promueven esquemas pseudo democráticos para<br />
aliviar tensiones.<br />
Al interior <strong>del</strong> gobierno se habían producido graves disensiones, cuando algunos<br />
dirigentes de la facción tuanpai alrededor de Li Keqiang expusieron criterios algo<br />
amenazantes en relación a permitir cierta pr<strong>of</strong>undización controlada de la democracia en<br />
el país, apuesta que según ellos permitiría lograr cierta distensión y entusiasmo, que a su<br />
vez podría ser el motor de un renovado ciclo de productividad nacional y apoyo al<br />
régimen. Rápidamente el Ejército y otros sectores conservadores habían acallado tales<br />
consignas, llegándose finalmente al “consenso” de una renovación personal (en otros<br />
tiempos llamada “purga”) sin que medie cambio real alguno. En esa situación, el<br />
gobierno y el Ejército se aprestaban a celebrar el aniversario citado al mejor estilo<br />
nacionalista, exhibiendo el pacífico poderío chino armado hasta los dientes.<br />
Pero otros no compartían esos planes y habían estado cargando el aniversario <strong>del</strong> 19<br />
– que también era el trigésimo aniversario de la reprimida gesta democrática de la plaza<br />
Tian An Men – con otros significados. No sólo las por entonces numerosas “células”<br />
disidentes, organizadas al mejor estilo de las antiguas sociedades secretas - sin<br />
organización central pero con un credo compartido - estaban publicitando la necesidad<br />
de mayores libertades en el sistema político sino también novedosas organizaciones de<br />
mujeres que reclamaban mayor participación en la esfera de las decisiones. Algunos<br />
grupos sindicales – sobre todo aquellos que nucleaban a los nuevos “inmigrantes”<br />
internos – ya no estaban alineados por completo con los “compañeros” <strong>del</strong> Comité y<br />
cierta porción de antiguos trabajadores desplazados por la rasante nueva economía,<br />
sobre todo de la industria pesada o de desaparecidas corporaciones de Estado, ponía<br />
cara de pocos amigos al hablar <strong>del</strong> gobierno.<br />
Especialmente odiosa resultaba a la gente la restricción en la multiplicación familiar,<br />
objetivo felicitario primordial en la cultura china. El grado de rechazo privado que ello<br />
producía – aunque desde el punto de vista público apareciera como razonable – llevaría<br />
a que la mayoría <strong>del</strong> pueblo chino estuviera dispuesto a otorgar en algún momento el<br />
mandato gubernamental a propuestas liberadoras <strong>del</strong> férreo control de la natalidad. En la<br />
misma dirección emocional se encontraban millones de creyentes que se habían visto<br />
compelidos durante un largo tiempo a confinar su religiosidad a ámbitos prohibidos o<br />
apenas tolerados, sin comprender porqué el Estado debía inmiscuirse de manera tan<br />
grosera en tan sutiles asuntos.<br />
Los jóvenes acusaban de anticuados a los cuadros de un Partido en el que<br />
ciertamente veían los vestigios <strong>del</strong> antiguo poder de la burocracia confuciana y los<br />
viejos veían en los camaradas a traidores y débiles que habían perdido toda escala de