Logística: Matemáticas y Ejército I. - Universidad de Zaragoza
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la seguridad jurídica, la inviolabilidad<br />
<strong>de</strong>l domicilio, la legalidad <strong>de</strong>l<br />
impuesto y la libertad <strong>de</strong> expresión<br />
<strong>de</strong>l pensamiento. En la discusión<br />
parlamentaria ya se había <strong>de</strong>fendido,<br />
<strong>de</strong> forma inequívoca, esta libertad <strong>de</strong><br />
expresión, que se traduce <strong>de</strong> inmediato<br />
en libertad <strong>de</strong> crítica y, por ello, en<br />
aparición política <strong>de</strong>l trascen<strong>de</strong>ntal<br />
supuesto <strong>de</strong> la opinión pública.<br />
Lógicamente, también siguen en el<br />
texto algunos <strong>de</strong>beres para todos los<br />
españoles: el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> amar a la Patria<br />
(¡y qué pena que <strong>de</strong>spareciera en las<br />
siguientes Constituciones!), el <strong>de</strong> ser<br />
“justos y benéficos”, el <strong>de</strong> ser fieles<br />
a la Constitución, obedientes con las<br />
leyes respetando “las autorida<strong>de</strong>s<br />
establecidas”, contribuir a las cargas<br />
<strong>de</strong>l Estado y “<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a la Patria<br />
cuando sean llamados por la ley”<br />
(arts. 6 a 9). Todo un <strong>de</strong>spliegue a no<br />
olvidar, pese al carácter puramente<br />
pragmático <strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> ellos.<br />
Aquel liberalismo, fuertemente<br />
amante tanto <strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> los<br />
ciudadanos cuanto <strong>de</strong> la fuerza <strong>de</strong>l<br />
Estado, no quería <strong>de</strong>jar nada fuera<br />
<strong>de</strong>l texto.<br />
d) La división <strong>de</strong> po<strong>de</strong>res.<br />
Y procurando con<strong>de</strong>nsar algo,<br />
digamos que el cuarto supuesto<br />
o principio fundamental estuvo<br />
en el respeto que la Constitución<br />
formula en sus palabras <strong>de</strong>dicadas<br />
a la división <strong>de</strong> po<strong>de</strong>res. Queda<br />
justificada en el mismo Discurso:<br />
“el examen y la experiencia <strong>de</strong><br />
todos los siglos han <strong>de</strong>mostrado<br />
hasta la evi<strong>de</strong>ncia que no pue<strong>de</strong><br />
haber libertad, ni seguridad, y por<br />
lo mismo justicia ni prosperidad<br />
en un Estado en don<strong>de</strong> el ejercicio<br />
<strong>de</strong> toda autoridad esté reunida en<br />
una sola mano”. No es difícil ver la<br />
sentencia <strong>de</strong> Montesquieu bajo esta<br />
afirmación que, por supuesto, nuestra<br />
primera Constitución aplica y, a la<br />
vez, extien<strong>de</strong> por el mundo <strong>de</strong>l Nuevo<br />
Régimen.<br />
El constitucionalismo, la<br />
soberanía nacional, la libertad<br />
reflejada en los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> todos los<br />
ciudadanos y la separación <strong>de</strong> po<strong>de</strong>res.<br />
Los cuatro gran<strong>de</strong>s principios que la<br />
Constitución <strong>de</strong> 1812 legará a nuestra<br />
historia política y constitucional.<br />
De ahí la suma importancia <strong>de</strong><br />
“La Pepa”. Por lo <strong>de</strong>más, el texto,<br />
consciente <strong>de</strong> su radical novedad, no<br />
olvida la obligación <strong>de</strong> que esta nueva<br />
Ley <strong>de</strong> Leyes fuese explicada en las<br />
<strong>Universidad</strong>es y establecimientos<br />
literarios en los que se enseñaran<br />
la-s ciencias eclesiásticas y políticas<br />
(art. 368). Y, así, Valencia, por obra<br />
<strong>de</strong> Nicolás Garelly, tuvo la primera<br />
Cátedra <strong>de</strong> Constitución.<br />
Sin embargo, pronto comenzó a<br />
peligrar la gran euforia general. Tras<br />
el “Manifiesto <strong>de</strong> los Persas”, que<br />
se entrega a Fernando en Valencia y<br />
al que ya hemos aludido. El Rey tan<br />
añorado entra en Madrid coreado por<br />
el increíble grito popular <strong>de</strong> “¡Vivan<br />
las caenas!”. Ya está <strong>de</strong> nuevo en<br />
el trono este nefasto personaje <strong>de</strong><br />
nuestra historia política. Mejor que<br />
nadie es Benito Pérez Galdós, quien<br />
en su obra La fontana <strong>de</strong> oro, <strong>de</strong>scribe<br />
así su carácter y figura en algunos<br />
párrafos similares a los que siguen:<br />
“Es la suya la más antipática <strong>de</strong> las<br />
fisonomías, así como su carácter<br />
es el más vil que ha podido caber<br />
en un ser humano. Respecto a<br />
su carácter, ¿qué diremos? Este<br />
hombre nos hirió <strong>de</strong>masiado para<br />
que podamos olvidarlo. Fernando<br />
VII fue el monstruo más execrable<br />
que ha abortado el <strong>de</strong>recho divino.<br />
Como hombre, reunía todo lo malo<br />
que cabe en nuestra naturaleza; como<br />
rey, reunió en sí cuanto <strong>de</strong> falso y<br />
64 ARMAS Y CUERPOS<br />
torpe pueda caber en la potestad real.<br />
(…) No fue nuestro tirano <strong>de</strong>scarado<br />
y <strong>de</strong>scubiertamente abominable:<br />
fue un histrión que hubiera sido<br />
ridículo a no tratarse <strong>de</strong>l engaño <strong>de</strong><br />
un pueblo”.<br />
Este personaje, tan acertadamente<br />
<strong>de</strong>scrito por Pérez Galdós, no dudó<br />
en el intento <strong>de</strong> anular todo lo<br />
hecho durante su ausencia. En sus<br />
acomodaticios vaivenes jugó a aceptar<br />
o rechazar la obra <strong>de</strong> Cádiz, que<br />
abolió en dos ocasiones. Nos resulta<br />
especialmente importante la primera<br />
vez. El triste Decreto <strong>de</strong> 4 <strong>de</strong> mayo<br />
<strong>de</strong> 1814, en el que, como conclusión,<br />
se establecía lo que sigue: “Vengo<br />
(…) en <strong>de</strong>clarar aquella Constitución<br />
y <strong>de</strong>cretos [los aprobados en las<br />
Cortes <strong>de</strong> Cádiz] nulos y <strong>de</strong> ningún<br />
valor ni efecto, ahora ni en tiempo<br />
alguno, como si no hubiesen pasado<br />
jamás tales actos, y se quitasen <strong>de</strong> en<br />
medio <strong>de</strong>l tiempo, y sin obligación en<br />
mis pueblos súbditos, <strong>de</strong> cualquiera<br />
clase y condición, a cumplirlos ni<br />
guardarlos”.<br />
Como “si lo anterior no hubiese<br />
pasado jamás” y “se quitasen <strong>de</strong><br />
en medio <strong>de</strong>l tiempo”. Medida<br />
anchamente empleada en nuestra<br />
posterior historia política: ir más<br />
allá <strong>de</strong>l mero olvido, <strong>de</strong>clarando o<br />
tergiversando el pasado inconveniente<br />
para el momento político, como no<br />
existente. Algo que nos llega hasta<br />
el presente con nuestro inmediato<br />
pasado.<br />
En 1823 fallece el tirano, pero<br />
el espíritu y hasta la letra <strong>de</strong> 1812<br />
permaneció a lo largo <strong>de</strong> todo nuestro<br />
siglo XIX e influyó más allá <strong>de</strong><br />
nuestras fronteras. En los reinos que<br />
nos quedaban en Italia, en Portugal<br />
–don<strong>de</strong> llegó a lograr vigencia en<br />
su plenitud– y, por supuesto, en<br />
Hispanoamérica. Allí llegó a ser<br />
más influyente que los principios<br />
revolucionarios franceses. Y ello por<br />
dos razones: por estar escrita en el<br />
común castellano y por el respeto que<br />
la obra <strong>de</strong> Cádiz había tenido con la<br />
no menos común religión católica.<br />
De aquí la importancia <strong>de</strong>l<br />
recuerdo <strong>de</strong> un bicentenario como<br />
el que estamos celebrando en la<br />
actualidad.