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<strong>Revista</strong> <strong>de</strong> <strong>Temas</strong> <strong>Nicaragüenses</strong> <strong>No</strong>. <strong>12</strong> (Abril 2009)<br />
dos por la falta <strong>de</strong> visión política y la ausencia <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ros políticos con mentalidad <strong>de</strong> genuinos<br />
estadistas honestos y consecuentes con sus i<strong>de</strong>ales políticos.<br />
"Podré no estar <strong>de</strong> acuerdo con lo que dices, pero <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>ré hasta la muerte<br />
tu <strong>de</strong>recho a <strong>de</strong>cirlo" Voltaire (Francisco María Arouet, 1694-1778)<br />
“En Nicaragua charlan <strong>de</strong> política hasta los loros”<br />
Juan B. Delgado (mexicano, tomado <strong>de</strong>l libro<br />
“El país <strong>de</strong> Rubén Darío”, Bogotá, 1922)<br />
“Más que i<strong>de</strong>as hubo personas; antes que doctrinas, caudillos”<br />
Luis Alberto Sánchez (intelectual, ensayista e historiador peruano)<br />
El liberalismo en América Latina<br />
A raíz <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> las colonias españolas o los virreinatos en América, toda Hispanoamérica<br />
se dividió en dos gran<strong>de</strong>s bandos con dos formas antagónicas <strong>de</strong> pensar, pero influenciadas<br />
inexorablemente por las i<strong>de</strong>as llegadas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> y originadas en Europa. En otras palabras, América<br />
nunca ha producido doctrina alguna, todas las doctrinas políticas y/o económicas que se ha pretendido,<br />
y aún se presume, poner en práctica, todas, son importadas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el liberalismo hasta el<br />
comunismo. La <strong>de</strong>shonestidad <strong>de</strong> sus seudo lí<strong>de</strong>res, no ha permitido que se implementen en la práctica,<br />
lo que en teoría plantearon sus creadores.<br />
Uno <strong>de</strong> los bandos aspiraba a convertir la América española en un país mo<strong>de</strong>rno (los revolucionarios<br />
in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ntistas o liberales), y, el otro bando (los legitimitas, monárquicos o conservadores),<br />
los que pensaban que aún no estaban preparados para la vida in<strong>de</strong>pendiente y mo<strong>de</strong>rna, al contrario,<br />
pensaban que <strong>de</strong>bían conservar el sistema bajo el cual habían funcionado durante trescientos<br />
años, y que bajo ese sistema, similar al español, era la formula para salir a flote en el período posterior<br />
a la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia. En este movimiento los habitantes autóctonos (indígenas) <strong>de</strong> América no<br />
participaron, prácticamente, <strong>de</strong> esas <strong>de</strong>cisiones.<br />
Fue así que tradicionalmente se formaron dos partidos, ellos fueron: Unitarios contra fe<strong>de</strong>ralistas<br />
en la Argentina, “pelucones” contra “pipiolos” en Chile, blancos y colorados en Uruguay,<br />
“timbucos” y “calandracas” en Nicaragua, fe<strong>de</strong>rales y centralistas en México, Colombia, Venezuela y<br />
otros países más. En síntesis: liberales y conservadores o <strong>de</strong>mocráticos y legitimistas. Sin embargo,<br />
no importaba quién ganara, no tardaba en salir a relucir el espíritu heredado <strong>de</strong> España. Unos, sin<br />
más, no querían otra cosa que rehacer el or<strong>de</strong>n español, aunque sin España; mientras otros, ya en el<br />
po<strong>de</strong>r, consi<strong>de</strong>raban que antes era necesario preparar a los hispanoamericanos para la libertad; pero<br />
para esta preparación era necesaria, antes que otra cosa, la dictadura. En 1810 se hizo al pueblo un<br />
soberano sin límites, escribía el autor Esteban Echeverría (n.1805-m.1851, autor <strong>de</strong>l libro “Dogma<br />
Socialista”, editado en 1846, cabeza <strong>de</strong>l movimiento americano, sufrió los rigores <strong>de</strong> la represión <strong>de</strong>l<br />
tirano Juan Manuel <strong>de</strong> Rosas), refiriéndose a los acontecimientos in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ntistas. Pero esa creencia,<br />
<strong>de</strong> que el pueblo era el soberano, no fue sino una estrategia para engañar al pueblo y atraérselo<br />
como partidario <strong>de</strong> tales i<strong>de</strong>as <strong>de</strong>fendidas por uno <strong>de</strong> los partidos, que generalmente eran los llamados<br />
liberales. <strong>No</strong> duró mucho tiempo para que se dieran cuenta que ese pueblo y sus dirigentes no<br />
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