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<strong>Revista</strong> <strong>de</strong> <strong>Temas</strong> <strong>Nicaragüenses</strong> <strong>No</strong>. <strong>12</strong> (Abril 2009)<br />
framundo, alimentación terrestre ligada a la <strong>de</strong>predación, jerarquía divina subterránea, reliquias ancestrales<br />
que propician la recreación <strong>de</strong>l mundo, al igual que conflicto <strong>de</strong> género y generacional.<br />
0. I. De la transgresión al don<br />
Des<strong>de</strong> su inicio, el mito nos confronta a la incertidumbre y al asombro. Si la duda surge por la relación<br />
que mantienen los héroes principales —una pareja, “se piltsin uan siuapil” (renglón 1)— el estupor<br />
lo insinúa el intercambio alimenticio que intreconecta tierra y sus pobladores humanos, animales<br />
y vegetales. De los muchachos, hembra y varón, se ignora la razón <strong>de</strong> su existencia. Shultze-Jena<br />
aclara que el titubeo <strong>de</strong>l narrador concierne a la relación amorosa o fraternal —acaso mezcla <strong>de</strong> ambas,<br />
incestuosa— <strong>de</strong> esa pareja primordial. Habitantes <strong>de</strong>l bosque —<strong>de</strong> la arboleda, kujtan— averiguan<br />
la existencia <strong>de</strong> una “xaput” <strong>de</strong> la cual suele emerger una serpiente que “gitilana tagámet” (renglón<br />
2). La traducción <strong>de</strong> estas dos frases resuelve el enigma.<br />
Schultze-Jena traduce xaput por “Höhle”, “caverna, cueva, gruta, madriguera”. A esta intuición le<br />
hace eco la palabra náhuatl tlaxapochtli, “fosa, hueco, agujero”, si bien un término más cercano, xapotla,<br />
<strong>de</strong>sliza su sentido hacia lo sexual, “<strong>de</strong>sflorar, seducir a una muchacha”, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> “perforar,<br />
horadar” (Rémi Siméon, 1977: 695 y 763). Por su parte, Campbell (1985: 574) le conce<strong>de</strong> un significado<br />
mortuorio que lo remite a “sepultura, tumba […] sepulcro”. Esta interconexión <strong>de</strong> sentidos —<br />
excavación, funerario y sexualidad— le impone al viaje iniciático hacia el inframundo una modalidad<br />
<strong>de</strong> género y <strong>de</strong> generación. Le correspon<strong>de</strong> al joven muchacho <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r al mundo <strong>de</strong> los muertos<br />
—penetrarlo— para rescatar reliquias <strong>de</strong> universos abolidos y restaurar la vida presente.<br />
Este predominio <strong>de</strong> lo masculino —pese a la alianza <strong>de</strong> pareja primigenia— la explicitan los renglones<br />
cuatro y seis, en los cuales la niña actúa como simple ayudante <strong>de</strong> la aventura varonil hacia el inframundo<br />
(4), a la vez que el “estar parado sobre la serpiente” el héroe lo consigue por “ser hombre”<br />
(6). Una interpretación posible sugeriría una jornada hacia el país <strong>de</strong> los muertos por la cual se<br />
recrea un or<strong>de</strong>n patriarcal. Habremos <strong>de</strong> volver a este problema <strong>de</strong> género al final <strong>de</strong> la reseña.<br />
En cuanto a la expresión “gitilana” —lo jala/succiona/absorve…— se presta menos a la elucubración.<br />
Vincula alimento y succión como asiento <strong>de</strong> un intercambio entre naturaleza y cultura. Para<br />
que la tierra sustente la vida social, el humano necesita extraer sustancias vitales <strong>de</strong> su interior. Tal<br />
cual lo <strong>de</strong>scribe la conclusión <strong>de</strong>l último relato <strong>de</strong>l apartado prece<strong>de</strong>nte (I. B. VII. 154), la remoción<br />
<strong>de</strong>l vigor terrestre se logra por la agricultura. Las plantas hacen que “la sangre <strong>de</strong> la tierra” se<br />
vuelva digerible y apetitosa al paladar humano. En reflejo especular a estas primicias primaverales<br />
que ingerimos a diario —frutas y verduras— bajo su atuendo <strong>de</strong> reptil, la tierra se nutre <strong>de</strong> materia<br />
viviente.<br />
<strong>No</strong>s alimentamos <strong>de</strong> la tierra como ella se sostiene <strong>de</strong> lo humano. Esta correspon<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>predadora<br />
constituye una ontología que <strong>de</strong>l ciclo alimentico vital se eleva hasta lo místico y religioso. Fruto<br />
como don <strong>de</strong> la tierra y sacrificio como contradón (texto IX) operan <strong>de</strong> manera cíclica para establecer<br />
una reciprocidad económica y ritual. La sucesión circular —materia viviente-tierra/reptil-<br />
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