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No. 12 - Revista de Temas Nicaragüenses

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<strong>Revista</strong> <strong>de</strong> <strong>Temas</strong> <strong>Nicaragüenses</strong> <strong>No</strong>. <strong>12</strong> (Abril 2009)<br />

serpientes <strong>de</strong> los trópicos <strong>de</strong> muchas tonalida<strong>de</strong>s se enroscaban entre las enreda<strong>de</strong>ras cargadas <strong>de</strong><br />

flores y fragantes resinas.<br />

La llegada <strong>de</strong> nuestro pequeño bergantín creó un gran entusiasmo en San Juan, y cuando<br />

<strong>de</strong>sembarcamos encontramos la población entera <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a reunida en la orilla para recibirnos. El<br />

vestido <strong>de</strong> los pilluelos, entre los doce o catorce y más jóvenes, consistía generalmente <strong>de</strong> un<br />

sombrero <strong>de</strong> paja y cigarro —el último sin pren<strong>de</strong>r a veces y colocado <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la oreja, pero<br />

frecuentemente prendido y puesto en la boca; ¡un traje fresco, pintoresco, y barato! Las mujeres<br />

visten faldas blancas o floreadas, sujetadas sobre las ca<strong>de</strong>ras, y algo así como un cuello gran<strong>de</strong> tipo<br />

Vandyke, con los agujeros para los brazos, que cuelga libremente sobre el pecho. En algunos casos la<br />

última pieza <strong>de</strong> ropa era bastante corta, y <strong>de</strong>ja expuesta una tira <strong>de</strong> la piel en la cintura, que el viento<br />

insensible a menudo hace más ancha. Todas ellas llevan su pelo peinado en dos trenzas largas que,<br />

colgando <strong>de</strong>trás, les da un aspecto <strong>de</strong> colegialas—absolutamente inconsistente con la manera fresca,<br />

<strong>de</strong>liberada con la cual fuman sus cigarros. Sus pies estaban <strong>de</strong>sprovistos <strong>de</strong> medias; pero algunas<br />

señoras sospechosamente a la moda usaban sandalias <strong>de</strong> satén blanco, reservados evi<strong>de</strong>ntemente<br />

para una ocasión importante, tal como la llegada <strong>de</strong> un barco. Cierto número <strong>de</strong> ellas llevaban<br />

rebosos llamativamente coloreados puestos sobre sus cabezas; y en conjunto el grupo entero,<br />

flanquada por perros callejeros, era como una avanzada <strong>de</strong> tropa sombría, novelesca y pintoresca.<br />

Estábamos <strong>de</strong>masiado alegres <strong>de</strong> llegar a tierra, y <strong>de</strong>masiado impacientes para gozar <strong>de</strong><br />

nuestra nueva libertad, así que empujamos entre los mirones, y caminamos calle abajo <strong>de</strong> la evenida<br />

principal la cual era llamada Calle <strong>de</strong>l Rey. Las puertas <strong>de</strong> las chozas estaban abiertas, y en todas se<br />

podían ver hamacas meciéndose como para coger cualquier corriente <strong>de</strong> aire que pasara. En algunas<br />

<strong>de</strong> éstas estaban figuras morenas <strong>de</strong> hombres, reclinadas en actitu<strong>de</strong>s sugestivas <strong>de</strong> intensa apatía que<br />

incluso la llegada <strong>de</strong> un barco al puerto no lograba romper. Captamos también ojeadas ocasionales <strong>de</strong><br />

la economía doméstica <strong>de</strong> los habitantes, y no pudimos <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> admirar la igualdad perfecta y el<br />

San Juan <strong>de</strong> Nicaragua (“Greytown”) en 1852<br />

buen entendimiento general que existiía entre los cerdos, los niños, los perros, los gatos, y los pollos.<br />

Ellos reposaban juntos en una confianza milenaria, y los cerdos quitaban con toda seriedad<br />

pedazos <strong>de</strong> tortilla a los niños, y los niños quitaban otros pedazos a los cerdos.<br />

<strong>No</strong> requirió mucho tiempo agotar las vistas <strong>de</strong> San Juan; y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> pasar por su principal y<br />

única calle, doblamos por un camino a la <strong>de</strong>recha, seguidos por una tropa <strong>de</strong> muchachos y <strong>de</strong> adultos<br />

vagabundos. Unos pocos pasos nos trajeron al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> una laguna hermosa, cercada por un muro <strong>de</strong><br />

verdura, en cuya orilla estaban cierto número <strong>de</strong> mujeres, <strong>de</strong>snudas <strong>de</strong> la cintura para arriba, que<br />

todavía no habían escuchado las noticias. Estaban ocupadas en lavar ropa; es <strong>de</strong>cir, las sumergían en<br />

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