15.05.2013 Views

No. 12 - Revista de Temas Nicaragüenses

No. 12 - Revista de Temas Nicaragüenses

No. 12 - Revista de Temas Nicaragüenses

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>Revista</strong> <strong>de</strong> <strong>Temas</strong> <strong>Nicaragüenses</strong> <strong>No</strong>. <strong>12</strong> (Abril 2009)<br />

el agua, exprimían sobre ellas jugo <strong>de</strong> limón, y entonces las colocaban en el fondo <strong>de</strong> una vieja canoa,<br />

y las golpeaban vehemente con palos. Visiones <strong>de</strong> camisas sin botones se levantaron incontinente<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> nosotros, como una perspectiva lejana, mientras seguimos nuestra senda, que nos condujo a<br />

lo largo <strong>de</strong> la orilla <strong>de</strong> la laguna, y nos invitaba a las sombras frescas, profundas <strong>de</strong> la selva. Una tropa<br />

<strong>de</strong> parlanchines chocoyos volaba sobre nosotros, y frutas y flores extrañas aparecieron por todos<br />

lados. <strong>No</strong> habíamos ido lejos antes <strong>de</strong> que percibiéramos un extraño olor <strong>de</strong> almizcle, y oímos<br />

directamente una zambullida pesada en el agua. Paramos brevemente y escuchamos; pero uno <strong>de</strong> los<br />

pilluelos agitó su mano <strong>de</strong>spectivamente, y gritó "¡Lagartos!"¡ ¡Y con seguridad, porque echando un<br />

vistazo entre los arbustos, vimos un caimán enorme nadando sin prisa por el agua! La vecindad <strong>de</strong><br />

tal alcurnia era apenas <strong>de</strong> nuestro gusto, y los pilluelos, buenos observadores, notaron nuestra<br />

sorpresa. Requirió solamente la sugerencia <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> ellos —un pequeño rascal <strong>de</strong>snudo que<br />

avanzaba mirando sospechosamente alre<strong>de</strong>dor — que había muchas serpientes alre<strong>de</strong>dor, para<br />

inducirnos a dar marcha <strong>de</strong>trás, y diferir nuestra caminata entre el bosque hasta otro día.<br />

En el tiempo <strong>de</strong>l que escribo, la al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> San Juan consistía en algunas cincuenta o sesenta<br />

viviendas <strong>de</strong> la construcción más grosera y más primitiva, llegando apenas a acercarse a lo qué, en<br />

los Estados Unidos, podrían llamarse un anexo respetable. Eran, <strong>de</strong> hecho, cabañas con techos <strong>de</strong><br />

palma, burdamente cerradas, o hechas <strong>de</strong> una clase <strong>de</strong> cestería <strong>de</strong> cañas, en algunos casos recubiertas<br />

con fango [bahareque]. Los muebles, consistían en una hamaca, una mesa alta, algunas sillas, y una<br />

cama <strong>de</strong> cuero, que concordaban con las viviendas. Sin embargo, lo burdos y poco atractivos que<br />

eran, estas estructuras llenaban un proósito tolerable en un clima don<strong>de</strong> cualquier cosa más allá <strong>de</strong> un<br />

techo para proteger <strong>de</strong> la lluvia y el sol se pue<strong>de</strong> mirar casi como superfluo. El pesado techo <strong>de</strong> hojas<br />

palma o zacate largo es una protección efectiva contra estos; y aunque ofrece un excelente refugio<br />

para alacranes, serpientes, ratas y otros agradables colonos, en los trópicos estos pronto <strong>de</strong>jan <strong>de</strong><br />

excitar aprensión y, con ratones y cucarachas, pasan a ser lo común.<br />

Punta Arenas en 1853<br />

La población <strong>de</strong> San Juan no excedía <strong>de</strong> trescientos. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> lo que se pue<strong>de</strong> llamar los<br />

habitantes nativos—quienes tenían las mismas características en lengua, hábitos, y costumbres con las<br />

clases más bajas <strong>de</strong>l interior <strong>de</strong> Nicaragua —habían algunos extranjeros y algunos criollos <strong>de</strong> pura<br />

cepa, que residían allí como agentes o consignatarios <strong>de</strong> casas comerciales. La población, por lo<br />

tanto, exhibía toda la gama <strong>de</strong> raza y tez — blancos, indios, mestizos, negros, y sambos —negro, cafés<br />

amarillo, sucio, y regular—mezclados todos en la indiferencia completa <strong>de</strong> formalida<strong>de</strong>s basada en el<br />

color.<br />

69

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!