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30<br />

EL FINAL DE UN PONTIFICADO / LOS PROTAGONISTAS<br />

Los papables /2<br />

DIONIGI TETTAMANZI<br />

Nace en Renate (Italia) el 14 de marzo de 1934 ● En 1957<br />

se licencia en Teología en Venegono y dos años después<br />

obtiene el doctorado en Teología Sagrada en Roma ● En<br />

1989 accede al Arzobispado de Ancona ● El Papa lo<br />

nombra arzobispo de Milán el 11 de julio de 2002<br />

El hombre que no<br />

se resigna a una<br />

sociedad árida<br />

PAOLO CONTI<br />

Corriere della Sera / EL MUNDO<br />

Los ojos del cardenal Tettamanzi<br />

brillan cuando estrecha la mano<br />

de la gente de la calle. «Transmite<br />

calor», dicen todos. Se acerca y,<br />

de inmediato, comunica afecto,<br />

esperanza y atención. Así era en<br />

Génova y así es en Milán. El va<br />

siempre al encuentro de una historia,<br />

de un llanto o de una sonrisa.<br />

Lo esperan al terminar una misa,<br />

tras una visita, a la conclusión de<br />

una reunión y él, con su disponibilidad<br />

paciente e infinita, atiende a<br />

los jóvenes («de vosotros esperamos<br />

un paso adelante en pro de<br />

una sociedad menos árida y más<br />

humana»), a los enfermos («el<br />

mundo parece un océano de dolor,<br />

pero cuando el dolor parece echar<br />

por tierra la esperanza, interviene<br />

la fe, don de Dios, para volver a<br />

darnos fuerza y dignidad»), a los<br />

parados («un hombre no es un<br />

hombre si pierde su trabajo») o a<br />

los encarcelados («debéis creer en<br />

la regeneración sin ceder a la tentación<br />

de dejaros morir»).<br />

Durante su larga misión, Dionigi<br />

Tettamanzi es un incansable<br />

mensajero de la Iglesia participada<br />

y sus discursos hablan de un<br />

recorrido de apertura y rigor que<br />

el contacto con los fieles amplía y<br />

difunde. El cardenal emergente<br />

del Sacro Colegio, el escritor secreto<br />

de documentos vaticanos, el<br />

teólogo moral colaborador del Papa<br />

Wojtyla en encíclicas como la<br />

Evangelium viate y como la Veritatis<br />

splendor, predica el Evangelio<br />

también con la sencillez de los<br />

gestos («puedo dejar de pronunciar<br />

un discurso, pero nunca dejaré<br />

una mano sin estrechar»).<br />

«Me recuerda al Papa Juan por<br />

su bondad y su gran fuerza seductora»,<br />

dice Carlo Edoardo Valli,<br />

presidente de la patronal de la zona<br />

de Brianza. La tierra cuenta mucho<br />

en la formación del cardenal,<br />

porque la Brianza significa ética en<br />

el trabajo y sentido del deber. Y Renate,<br />

su pueblo natal, conserva esta<br />

tradición igual que cuando Dionigi<br />

tenía 11 años y entró en el seminario<br />

de Seveso San Pietro.<br />

El sentido de la familia, la fe de<br />

la madre, el padre obrero, el hermano<br />

carpintero, la pertenencia a<br />

un lugar en el que la gente se encuentra<br />

el domingo en misa y en<br />

los oficios del mes de mayo, en el<br />

catecismo y en el oratorio salesiano,<br />

no se pierden durante los años<br />

de estudio que conducen al futuro<br />

cardenal a licenciarse en Teología,<br />

a enseñar durante años, hasta<br />

convertirse en rector del Pontificio<br />

Seminario Lombardo y en una<br />

de las voces más escuchadas de<br />

los católicos en temas de bioética.<br />

Arzobispo de Ancona, secretario<br />

de la Conferencia Episcopal<br />

Italiana con Ruini de presidente y,<br />

después, el nombramiento como<br />

arzobispo de Génova, una ciudad<br />

difícil, en crisis con su pasado, herida<br />

por la batalla con los camellos<br />

del puerto viejo.<br />

Este nombramiento es para Tettamanzi<br />

una investidura, que refuerza<br />

su papel y aumenta su influencia<br />

en el Vaticano. Tiene fama<br />

de estudioso y ghostwriter (escritor<br />

en la sombra) de encíclicas; es mirado<br />

con desconfianza por las corrientes<br />

progresistas y modernistas<br />

de la Iglesia, pero en Génova se involucra<br />

en lo social, predica un<br />

Evangelio que invita a lo concreto,<br />

se muestra atento a las cuestiones<br />

relacionadas con el trabajo.<br />

Días negros para Génova<br />

Entra con fuerza en los temas de la<br />

inmigración y predica la acogida, la<br />

integración, pero echa también su<br />

mirada sobre la antiglobalización,<br />

el movimiento juvenil que se rebela<br />

contra los totem del capitalismo<br />

mundial y que también estimula algunas<br />

de sus reflexiones.<br />

En vísperas de la reunión del<br />

Grupo de los Ocho países más industrializados<br />

del mundo (G8),<br />

días negros para la ciudad, él escribe<br />

en el periódico Avvenire:<br />

«Estamos asistiendo a una neta<br />

confrontación entre el capital y el<br />

trabajo. En el bazar de la aldea<br />

global los que pagan el pato no<br />

son los empresarios sino las mujeres<br />

y los hombres que trabajan».<br />

Y añade: «El beneficio no es el valor<br />

absoluto del hombre». Y, en<br />

sintonía con el Papa Wojtyla, precisa<br />

que «el déficit político deriva<br />

de una carencia ética en los que<br />

detentan el poder» y, por eso, algunos<br />

le llaman revolucionario.<br />

Su nombre salta a la lista de los<br />

papables ya en Génova, pero mucho<br />

más cuando se le nombra arzobispo<br />

de Milán. No es políglota, dicen<br />

sus detractores. Y sin embargo,<br />

el nombramiento de Dionigi<br />

Tettamanzi para la sede más importante<br />

de Italia y, quizás, del<br />

mundo, señala claramente el aprecio<br />

del que goza el nombrado en el<br />

Vaticano.<br />

EL MUNDO, MIERCOLES 6 DE ABRIL DE 2005<br />

MUNDO<br />

Dionigi Tettamanzi, durante una misa por Juan Pablo II celebrada en la catedral de Milán el pasado domingo. / P. SERINELLI / AFP<br />

«La gente necesita testimonios de honestidad,<br />

honradez y limpieza moral. La clase política no<br />

siempre está a la altura»<br />

«Cristianos y musulmanes que viven en el mismo<br />

territorio deben experimentar posibilidades de<br />

encuentro... desmentir la guerra de civilizaciones»<br />

«En el bazar de la aldea global, los que pagan el pato<br />

no son los empresarios sino las mujeres y los hombres<br />

que trabajan... el beneficio no es un valor absoluto»<br />

En la geopolítica de la Curia, hay<br />

quien lee su nombramiento como<br />

una etapa de acercamiento a algo<br />

más importante.<br />

Pero Tettamanzi, en Milán, tiene<br />

que llenar el vacío dejado por Carlo<br />

Maria Martini, que gobernó la archidiócesis<br />

durante 20 años y que se<br />

convirtió en un cardenal para la His-<br />

toria. Tettamanzi entra en Milán de<br />

puntillas. Se mueve en la continuidad.<br />

Y después, se manifiesta su activismo.<br />

Abre las puertas de la catedral,<br />

invita a los milaneses a «vivir<br />

más intensamente el cristianismo».<br />

Escribe a los obreros de Alfa en crisis<br />

para sostener «los valores y la dignidad<br />

de la persona humana».<br />

Reclama mayor atención a los pobres<br />

y a los marginados. Golpea a los<br />

políticos: «La gente necesita testimonios<br />

de honestidad, honradez y limpieza<br />

moral. La clase política no está<br />

siempre a la altura». Reclama incluso<br />

a sus curas: «Id a las casa de los<br />

musulmanes». Y sueña: «A partir de<br />

las nuevas generaciones, cristianos y<br />

musulmanes que viven en el mismo<br />

territorio deben experimentar posibilidades<br />

de encuentro y de diálogo,<br />

para desmentir las voces que hablan<br />

de guerra de civilizaciones».<br />

El sentido de la acogida se convierte<br />

en su mensaje global. Sin<br />

abandonar los pequeños signos.<br />

«Los niños ya no saben santiguarse»,<br />

escribe en una carta a la diócesis.<br />

Predica el diálogo y es duro con<br />

los excesos. Il Foglio, tras su última<br />

requisitoria a Milán, ironiza: «Es el<br />

último comunista»... Pero él sigue<br />

con sus peticiones: «Algunas misas<br />

son muy aburridas».<br />

¿Conservador, renovador o ambas<br />

cosas? «El punto medio entre<br />

Martini y Ruini», dicen las casas de<br />

apuesta británicas. Y sin enemigos,<br />

al menos por ahora.<br />

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