ELPMUNDOEDICION:

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RAMY WURGAFT
Especial para EL MUNDO
KUELAPE (PERU).– A ratos, la
neblina que cubre las laderas
orientales de los Andes se dispersa
y deja ver unas figuras espectrales,
que parecen incrustadas en
lo alto del barranco. Sujetos por la
cintura a una cuerda de seguridad,
ascendemos en un andamio
de poleas hasta la pequeña terraza,
horadada en la roca, donde hace
14 siglos los artesanos chachapoyas
emplazaron los sarcófagos
de arcilla que contenían los restos
momificados de sus caciques.
El jefe de la misión de la Universidad
Alas Peruanas, Federico
Kauffmann Doig, el jefe del Instituto
de Arqueología Amazónica
(IAA), me había recomendado
que no mirase hacia abajo. Pero
no conseguí sustraerme a la tentación
y una vez superado el vértigo,
me pregunto cómo habrían
hecho aquellos escultores para
realizar su tarea a 70 metros sobre
el nivel del valle.
Los primeros exploradores occidentales
que visitaron el cauce
superior del río Utcubamba, a
unos 2.000 kilómetros al norte de
Lima, atribuyeron la manufactura
de estas cápsulas antropomorfas,
coronadas con el cráneo del
difunto, a los incas.
¿Quiénes sino los hijos de aquella
avanzada civilización pudieron
haber elaborado una forma tan
sofisticada de preservar a sus
muertos? Pues bien, los estudios
estratigráficos realizados este año
por Kauffmann Doig han demostrado
que los chachapoyas poseían
una cultura material avanzada,
siete siglos antes de que los
incas establecieran la suya.
La escasez de tierras cultiva-
bles obligó a esos hombres y mujeres
a emigrar desde la sierra para
afincarse, en torno al año 700
DC, en los bosques que se extienden,
de norte a sur, entre la confluencia
de los ríos Utcubamba y
Marañón, hasta la quebrada de
Huallaga. Los monumentos y las
viviendas que erigieron entre los
2.000 y 3.000 metros de altura revelan
unas técnicas tan elaboradas
como la de los constructores
EL MUNDO, MIERCOLES 6 DE ABRIL DE 2005
CIENCIA
TESTIGO DIRECTO / KUELAPE (PERU)
Un equipo de arqueólogos peruanos ha descubierto varias tumbas construidas hace 14 siglos
por una civilización anterior e igual de avanzada que los incas / Los sarcófagos, que contenían
los restos momificados de sus caciques, revelan técnicas de construcción muy sofisticadas
El panteón de los chachapoyas
El arqueólogo Federico Kauffmann Doig, junto a las tumbas de los chachapoyas. /IAA
de la ciudad de Tihuanaco, la matriz
de la civilización incaica.
Los caminos longitudinales que
unen a los centros de esta civilización
preincaica sólo son transitables
a lomo de mula. Con el fin de
ahorrarnos el tiempo y las penalidades
de la travesía, abordamos
un helicóptero que nos deja en
Kuélape, la joya de la arquitectura
chachapoyense, construida a 3.000
metros sobre el nivel del mar.
Una puerta monumental de
forma triangular, de 12 metros de
altura, da acceso por el este al
centro administrativo, que se alza
sobre un terraplén artificial de
600 metros de largo por 250 de
ancho. Sobre esta plataforma se
edificaron 47 construcciones de
forma circular que sirvieron para
almacenar maíz y patatas, la base
de la dieta andina.
Centro ceremonial
A un extremo se yergue un torreón
de piedras que debió servir de residencia
a los caciques y al otro lado
nos encontramos con el Tintero,
un recinto en forma de pirámide
invertida que desafía a la gravedad.
Las litografías labradas en los
muros, que reproducen las figuras
de pumas y de aves, indican que se
trata de un centro ceremonial.
Los chachapoyas adoraban al
Dios de las Aguas que determinaba
el régimen de las lluvias y les
protegía contra el azote de El Niño,
un fenómeno climático que
hoy todavía persiste. Es asombroso
que las edificaciones hayan
permanecido intactas hasta nuestros
días, pese a los desprendimientos
de tierra provocado por
las lluvias torrenciales y a la expansión
de la selva.
Pero es todavía más admirable
que los huaqueros (ladrones de
tumbas), los incas que invadieron
la región en 1470 o los españoles
que llegaron en 1535 (ladrones de
antigüedades) no hayan tocado ni
los sarcófagos ni los fardos funerarios,
una forma de preservación
destinada a la plebe. Tal es el respeto
que inspiraba y aún inspira
esta civilización que sólo ahora
comienza a ser investigada.
El BBVA entrega
los premios mejor
dotados en el campo
de la Biodiversidad
GUSTAVO CATALAN DEUS
MADRID.– La Estación Biológica
de Doñana (EBD), el Centro Milenio
de Ecología Avanzada y de Investigaciones
de la Universidad de
Chile, la Sociedad Española de Ornitología
(SEO/BirdLife), la Fundación
Charles Darwin de Ecuador y
el periodista de Canal Sur, José
María Montero, recibieron ayer los
Premios a la Conservación de la
Biodiversidad BBVA, dotados con
un millón de euros.
La entrega de estos galardones,
los de mayor dotación económica
del mundo en el ámbito de la investigación
científica, del trabajo de
campo en la conservación y la difusión
del conocimiento y de la sensibilización
en la biología de la conservación,
contaron con la participación
de la ministra de Medio
Ambiente, Cristina Narbona, y el
presidente de la Fundación BBVA,
Francisco González, quienes ensalzaron
el trabajo de las instituciones
y personas galardonadas
Los premiados, del ámbito iberoamericano
y español, se han distinguido
por sus investigaciones en
el estudio de la aves y su hábitat, en
el caso de la EBD, un centro del
Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC), dirigido por
Fernando Hiraldo. La investigadora
chilena, Mary T. Kalin Arroyo,
fue quien recogió el galardón en
nombre del centro investigador
chileno.
Alejandro Sánchez, director de
SEO/BirdLife, recogió el premio en
nombre de esta ONG que acaba de
cumplir 50 años realizando su labor
a favor de la aves en España.
Además, los trabajos llevados a cabo
en la restauración ecológica y
conservación de las islas Galápagos
también recibieron un premio
de 230.000 euros.
Finalmente, José María Montero,
autor de numerosos documentales
sobre la naturaleza emitidos
por Canal Sur, fue el periodista
premiado con 80.000 euros por esa
actividad divulgadora.
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