Foro Iberoamericano de Desarrollo Social - Segib
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ROLANDO FRANCO<br />
34<br />
GRÁFICO 17 América Latina (ocho países): distribución<br />
<strong>de</strong>l gasto social en los quintiles <strong>de</strong> hogares<br />
Cuantía toal <strong>de</strong>l gasto social<br />
25<br />
20<br />
15<br />
10<br />
5<br />
0<br />
21,1%<br />
5,3%<br />
15,8%<br />
Quintil I<br />
Fuente CEPAL.<br />
(Volumen total <strong>de</strong>l gasto = 100)<br />
20,1% 19,8%<br />
7,1%<br />
13,0%<br />
8,7%<br />
11,1%<br />
18,5%<br />
9,9%<br />
20,5%<br />
11,7%<br />
8,7% 8,8%<br />
Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V<br />
Gasto en seguridad social Gasto social sin seguridad social<br />
Promedio simple correspondiente a Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica,<br />
Ecuador y Uruguay.<br />
utilizados y el impacto que provocan sobre los beneficiarios<br />
<strong>de</strong> los programas. Se supone que el gasto social <strong>de</strong>bería ser<br />
un canal <strong>de</strong> redistribución <strong>de</strong>l ingreso. Sin embargo, no siempre<br />
es así. El gráfico 17 permite apreciar que cada uno <strong>de</strong><br />
los quintiles <strong>de</strong> la distribución <strong>de</strong>l ingreso recibe más o menos<br />
la misma proporción <strong>de</strong> los recursos públicos, lo que <strong>de</strong>muestra<br />
que el gasto social no es suficientemente redistributivo. 48<br />
Hay programas con impacto redistributivo elevado, como<br />
suce<strong>de</strong> con la educación básica y la salud primaria, la educación<br />
media, los programas nutricionales, etc. Pero otros, fundamentalmente,<br />
la educación universitaria y, sobre todo, la<br />
seguridad social favorecen a los estratos <strong>de</strong> mayores ingresos.<br />
3. Eficiencia e impacto<br />
El resultado redistributivo <strong>de</strong>l gasto social es una medición<br />
incompleta. Indica que los recursos se han <strong>de</strong>stinado a una<br />
población objetivo <strong>de</strong> menores ingresos, pero nada indica<br />
respecto a si las políticas y programas que se financian con<br />
esos recursos y que se orientan a dicha población están alcanzando<br />
los objetivos que se propusieron.<br />
Aquí es necesario distinguir entre fines y medios. Los<br />
medios son la infraestructura construida o arrendada, los insu-<br />
mos y productos adquiridos, y los salarios pagados –a lo<br />
que se <strong>de</strong>stina el financiamiento–. Pero el que se disponga<br />
<strong>de</strong> esos medios no necesariamente implica que se estén alcanzando<br />
los objetivos <strong>de</strong> la política o el programa. No se hace<br />
política social para construir escuelas o pagarle a los maestros.<br />
Se incurre en esos costos para alcanzar el objetivo <strong>de</strong><br />
la educación que es transmitir ciertos conocimientos y valores.<br />
Muchas mediciones <strong>de</strong> la calidad <strong>de</strong> la educación llevadas<br />
a cabo en países <strong>de</strong> la región muestran que se realizaron<br />
inversiones y gasto corriente en la compra <strong>de</strong> insumos y<br />
productos y que, pese a ello, los supuestos beneficiarios <strong>de</strong>l<br />
programa no han recibido o no han incorporado lo que pretendían<br />
los objetivos <strong>de</strong> la política educacional. En <strong>de</strong>finitiva,<br />
se pue<strong>de</strong> gastar mucho, y gastar mal. Los recursos pue<strong>de</strong>n<br />
ser malgastados, no utilizados eficientemente (por ejemplo,<br />
teniendo costos <strong>de</strong> administración <strong>de</strong>masiado elevados,<br />
pagando sobreprecios por los insumos y productos necesarios<br />
para el programa, etc.). Incluso cuando los recursos se<br />
utilizan eficientemente, nada asegura que los resultados <strong>de</strong>l<br />
programa no se vean afectados por factores «externos» que<br />
impidan obtener los resultados que se buscan. 49<br />
Por lo mismo, conviene insistir que la única manera <strong>de</strong><br />
verificar que el programa está logrando sus objetivos es la<br />
evaluación <strong>de</strong> impacto. Éste es un resultado que se da «fuera»<br />
<strong>de</strong>l programa y que, por tanto, no pue<strong>de</strong> conocerse simplemente<br />
analizando la contabilidad <strong>de</strong>l mismo. El impacto<br />
son los cambios que la intervención concreta busca provocar<br />
en la población objetivo. Esto sólo pue<strong>de</strong> conocerse comparando<br />
la situación <strong>de</strong> dicha población antes <strong>de</strong> que comience<br />
el programa (línea basal) y comparándola con la situación<br />
que ella tenga en algún momento posterior, luego <strong>de</strong> haber<br />
sido sometida durante un período <strong>de</strong> tiempo relevante al tipo<br />
<strong>de</strong> atención proporcionada por el programa.<br />
4. Institucionalidad y autoridad social<br />
En muchos casos, las políticas antipobreza suelen ser una<br />
sumatoria <strong>de</strong> programas aislados, fragmentados y no coordinados.<br />
La organización sectorial que sigue predominando<br />
en lo social influye en esta situación. Esto exige refor-