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segundo%20libro%20Cincuenta%20sombras%20oscuras

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—Naturalmente. Tienen una cualidad muy liberadora —añade, arqueando<br />

una ceja y sonriendo.<br />

Oh. Esto va a ser divertido.<br />

—Ven. Quiero enseñarte una cosa.<br />

Me tiende la mano y me lleva hacia el pasillo, hasta una puerta junto a la<br />

escalera. La abre y me encuentro ante una habitación enorme, de un tamaño aproximado<br />

al de su cuarto de juegos, que debe de quedar justo encima de esta sala. Está llena de<br />

libros. Vaya, una biblioteca con todas las paredes atestadas, desde el suelo hasta el<br />

techo. En el centro hay una mesa de billar enorme, iluminada con una gran lámpara de<br />

Tiffany en forma de prisma triangular.<br />

—¡Tienes una biblioteca! —exclamo asombrada y abrumada por la<br />

emoción.<br />

—Sí, Elliot la llama «el salón de las bolas». El apartamento es muy<br />

espacioso. Hoy, cuando has mencionado lo de explorar, me he dado cuenta de que<br />

nunca te lo había enseñado. Ahora no tenemos tiempo, pero pensé que debía mostrarte<br />

esta sala, y puede que en un futuro no muy lejano te desafíe a una partida de billar.<br />

Sonrío de oreja a oreja.<br />

—Cuando quieras.<br />

Siento un inmenso regocijo interior. A José y a mí nos encanta el billar.<br />

Nos hemos pasado los últimos tres años jugando, y soy toda una experta. José ha sido<br />

un magnífico maestro.<br />

—¿Qué? —pregunta Christian, divertido.<br />

¡Oh, no!, me reprocho. Realmente debería dejar de expresar cada emoción<br />

en el momento en que la siento.<br />

—Nada —contesto enseguida.<br />

Christian entorna los ojos.<br />

—Bien, quizá el doctor Flynn pueda desentrañar tus secretos. Esta noche le<br />

conocerás.<br />

—¿A ese charlatán tan caro?<br />

—Oh, vaya.<br />

—El mismo. Se muere por conocerte.<br />

Mientras vamos en la parte de atrás del Audi en dirección norte, Christian<br />

me da la mano y me acaricia los nudillos con el pulgar. Me estremezco, noto la<br />

sensación en mi entrepierna. Reprimo el impulso de gemir, ya que Taylor está delante<br />

sin los auriculares del iPod, junto a uno de esos agentes de seguridad que creo que se<br />

llama Sawyer.<br />

Estoy empezando a notar un dolor sordo y placentero en el vientre,<br />

provocado por las bolas. Me pregunto cuánto podré resistir sin algún… ¿alivio? Cruzo<br />

las piernas. Al hacerlo, se me ocurre de pronto algo que lleva dándome vueltas en la<br />

cabeza.

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