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segundo%20libro%20Cincuenta%20sombras%20oscuras

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en este ascensor con él. Le deseo… ahora.<br />

—Yo creo que sí, señorita Steele. Yo creo que le gusta volverme loco.<br />

—¿Yo te vuelvo loco? —susurro.<br />

—En todos los sentidos, Anastasia. Eres una sirena, una diosa.<br />

Y se acerca, me coge una pierna por encima de la rodilla y se la coloca<br />

alrededor de la cintura, de modo que ahora estoy de pie sobre una pierna y apoyada<br />

contra él. Le siento pegado a mí, le noto duro y anhelante sobre el vértice de mis<br />

muslos, mientras desliza los labios por mi garganta. Gimo y le rodeo el cuello con los<br />

brazos.<br />

—Voy a tomarte ahora —masculla, y, en respuesta, arqueo la espalda y me<br />

pego a él, anhelando el contacto.<br />

Del fondo de su garganta surge un quejido ronco y quedo, y cuando se<br />

desabrocha la cremallera me excito aún más.<br />

—Abrázame fuerte, nena —murmura, y como por arte de magia saca un<br />

envoltorio plateado que sostiene frente a mi boca.<br />

Yo lo cojo con los dientes, él tira, y lo rasgamos entre los dos.<br />

—Buena chica. —Se aparta ligeramente para ponerse el condón—. Dios,<br />

estos próximos seis días se me van a hacer eternos —dice con un gruñido, y me mira<br />

con los ojos entreabiertos—. Espero que no les tengas demasiado cariño a estas<br />

medias.<br />

Las rasga con dedos expertos y se desintegran entre sus manos. La sangre<br />

bombea frenética por mis venas y jadeo de deseo.<br />

Sus palabras son embriagadoras, y olvido la angustia que he pasado durante<br />

el día. Y solo somos él y yo, haciendo lo que mejor hacemos. Sin apartar sus ojos de<br />

mí, Christian se hunde despacio en mi interior. Mi cuerpo cede y echo la cabeza hacia<br />

atrás, con los ojos cerrados, gozando de sentirle dentro. Él se retira y entra de nuevo,<br />

muy lento, muy suave. Gimo.<br />

—Eres mía, Anastasia —susurra pegado a mi cuello.<br />

—Sí. Tuya. ¿Cuándo te convencerás? —jadeo.<br />

Él gruñe y empieza a moverse, a moverse de verdad. Y yo sucumbo a su<br />

ritmo incesante, saboreo cada embestida, hacia delante y hacia atrás, su respiración<br />

entrecortada, su necesidad de mí reflejando la mía de él.<br />

Esto hace que me sienta poderosa, fuerte, deseada, amada… amada por este<br />

hombre fascinante, complicado, a quien yo también amo con todo mi corazón. Él<br />

empuja más y más fuerte, sin aliento, y se pierde en mí mientras yo me pierdo en él.<br />

—Oh, nena —gime Christian, rozándome el mentón con los dientes, y<br />

alcanzo un intenso orgasmo. Él se para, me sujeta fuerte, y también llega al clímax<br />

mientras susurra mi nombre.<br />

Ahora que Christian, exhausto y tranquilo, ha recuperado el aliento, me<br />

besa con ternura. Me mantiene de pie contra la pared del ascensor, tenemos las frentes

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