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segundo%20libro%20Cincuenta%20sombras%20oscuras

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—No, tienes que comer. Vamos. —El dominante Christian ha vuelto, lo<br />

cual resulta un alivio.<br />

Me lleva a un taburete de la barra en la zona de la cocina, y luego se acerca<br />

a la nevera. Consulto el reloj: son casi las once y media, y tengo que levantarme pronto<br />

para ir a trabajar.<br />

—Christian, la verdad es que no tengo hambre.<br />

Él no hace caso y rebusca en el enorme frigorífico.<br />

—¿Queso? —pregunta.<br />

—A esta hora, no.<br />

—¿Galletitas saladas?<br />

—¿De la nevera? No —replico.<br />

Él se da la vuelta y me sonríe.<br />

—¿No te gustan las galletitas saladas?<br />

—A las once y media no, Christian. Me voy a la cama. Tú si quieres puede<br />

pasarte el resto de la noche rebuscando en la nevera. Yo estoy cansada, y he tenido un<br />

día de lo más intenso. Un día que me gustaría olvidar.<br />

Bajo del taburete y él me pone mala cara, pero ahora mismo no me importa.<br />

Quiero irme a la cama; estoy exhausta.<br />

—¿Macarrones con queso?<br />

Levanta un bol pequeño tapado con papel de aluminio, con una expresión<br />

esperanzada que resulta entrañable.<br />

—¿A ti te gustan los macarrones con queso? —pregunto.<br />

Él asiente entusiasmado, y se me derrite el corazón. De pronto parece muy<br />

joven. ¿Quién lo habría dicho? A Christian Grey le gusta la comida de menú infantil.<br />

—¿Quieres un poco? —pregunta esperanzado.<br />

Soy incapaz de resistirme a él, y además tengo mucha hambre.<br />

Asiento y le dedico una débil sonrisa. Su cara de satisfacción resulta<br />

fascinante. Retira el papel de aluminio del bol y lo mete en el microondas. Vuelvo a<br />

sentarme en el taburete y contemplo la hermosa estampa del señor Grey —el hombre<br />

que quiere casarse conmigo— moviéndose con elegante soltura por su cocina.<br />

—¿Así que sabes utilizar el microondas? —le digo en un suave tono burlón.<br />

—Suelo ser capaz de cocinar algo, siempre que venga envasado. Con lo<br />

que tengo problemas es con la comida de verdad.<br />

No puedo creer que este sea el mismo hombre que estaba de rodillas ante<br />

mí hace menos de media hora. Es su carácter voluble habitual. Coloca platos, cubiertos<br />

y manteles individuales sobre la barra del desayuno.<br />

—Es muy tarde —comento.<br />

—No vayas a trabajar mañana.<br />

—He de ir a trabajar mañana. Mi jefe se marcha a Nueva York.<br />

Christian frunce el ceño.

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