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segundo%20libro%20Cincuenta%20sombras%20oscuras

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22<br />

Me quedo totalmente pálida, se me hiela la sangre y el miedo invade mi<br />

cuerpo. De forma instintiva me coloco entre ella y Christian.<br />

—¿Qué es eso? —murmura Christian, con recelo.<br />

Yo le ignoro. No puedo creer que Kate esté haciendo esto.<br />

—¡Kate! Esto no tiene nada que ver contigo.<br />

La fulmino con una mirada ponzoñosa, la ira ha reemplazado al miedo.<br />

¿Cómo se atreve a hacer esto? Ahora no, hoy no. En el cumpleaños de Christian, no.<br />

Sorprendida ante mi respuesta, ella abre de par en par sus ojos verdes y parpadea.<br />

—¿Qué es eso, Ana? —dice Christian otra vez, ahora en un tono más<br />

amenazador.<br />

—¿Podrías marcharte, Christian, por favor? —le pido.<br />

—No. Enséñamelo.<br />

Extiende la mano, y sé que no es momento de discutirle; habla con dureza y<br />

frialdad. Le entrego el e-mail de mala gana.<br />

—¿Qué te ha hecho él? —pregunta Kate, sin hacer caso de Christian, y<br />

parece muy preocupada.<br />

En mi mente aparece una sucesión de multitud de imágenes eróticas, y me<br />

ruborizo.<br />

—Eso no es asunto tuyo, Kate.<br />

No puedo evitar el tono de exasperación que tiene mi voz.<br />

—¿De dónde sacaste esto? —pregunta Christian con la cabeza ladeada e<br />

inexpresivo, pero en un tono bajo muy… amenazador.<br />

Kate se sonroja.<br />

—Eso es irrelevante. —Pero, al ver su mirada glacial, prosigue enseguida<br />

—: Estaba en el bolsillo de una americana, que supongo que es tuya, y que encontré<br />

detrás de la puerta del dormitorio de Ana.<br />

La firmeza de Kate se debilita un poco ante la abrasadora mirada gris de<br />

Christian, pero aparentemente se recupera y le clava la vista furiosa.<br />

Con su vestido ceñido de un rojo intenso, parece la hostilidad<br />

personificada. Está impresionante. Pero ¿qué demonios hacía rebuscando en mi ropa?<br />

Normalmente es al revés.<br />

—¿Se lo has contado a alguien?<br />

Ahora la voz de Christian es como un guante de seda.<br />

—¡No! Claro que no —replica Kate, ofendida.<br />

Christian asiente y parece relajarse. Se da la vuelta y se encamina hacia la

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