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haya pasado mucho más tiempo. Ethan me ha dejado la puerta abierta. Entro y, no sé por qué, pero en cuanto estoy dentro me quedo paralizada instintivamente. Tardo un momento en darme cuenta de que es porque hay una persona pálida y triste de pie junto a la encimera de la isla de la cocina, sosteniendo un pequeño revólver: es Leila, que me observa impasible.
13 Dios santo… Está ahí, mirándome con semblante inexpresivo e inquietante, y con una pistola en la mano. Mi subconsciente es víctima de un desmayo letal, del que no creo que despierte ni aspirando sales. Parpadeo repetidamente mirando a Leila, mientras mi mente no para de dar vueltas frenéticamente. ¿Cómo ha entrado? ¿Dónde está Ethan? ¡Por Dios…! ¿Dónde está Ethan? El miedo creciente y helador que atenaza mi corazón se convierte en terror, y se me erizan todos y cada uno de los folículos del cuero cabelludo. ¿Y si le ha hecho daño? Mi respiración empieza a acelerarse y la adrenalina y un pánico paralizante invaden todo mi cuerpo. Mantén la calma, mantén la calma… repito mentalmente como un mantra una y otra vez. Ella ladea la cabeza y me mira como si fuera un fenómeno de barraca de feria. Pero aquí el fenómeno no soy yo. Siento que he tardado un millón de años en procesar todo esto, cuando en realidad ha transcurrido apenas una fracción de segundo. El semblante de Leila sigue totalmente inexpresivo, y su aspecto tan desaliñado y enfermizo como siempre. Sigue llevando esa gabardina mugrienta, y parece necesitar desesperadamente una ducha. Tiene el pelo grasiento y lacio pegado a la cabeza, y sus ojos castaños se ven apagados, turbios y vagamente confusos Pese a tener la boca absolutamente seca, intento hablar. —Hola… ¿Leila, verdad? —alcanzo a decir. Ella sonríe, pero no es una sonrisa auténtica; sus labios se curvan de un modo desagradable. —Ella habla —susurra, y su voz es un sonido fantasmagórico, suave y ronco a la vez. —Sí, hablo —le digo con dulzura, como si me dirigiera a una niña—. ¿Estás sola aquí? ¿Dónde está Ethan? Cuando pienso que puede haber sufrido algún daño, se me desboca el corazón. A ella se le demuda la cara de tal modo que creo que está a punto de echarse a llorar… parece tan desvalida. —Sola —susurra—. Sola. Y la profundidad de la tristeza que contiene esa única palabra me desgarra el alma. ¿Qué quiere decir? ¿Yo estoy sola? ¿Está ella sola? ¿Está sola porque le ha
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E.L. James CINCUENTA SOMBRAS MÁS O
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Sinopsis La romántica, sensual, er
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Prólogo Él ha vuelto. Mamá está
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Espero que haya ido bien. Y gracias
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Gracias. Anastasia Steele Ayudante
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—¿Un novio? Me ruborizo. —No,
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sus brazos. Me aprieta contra su pe
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—Nosotros ya hemos perseguido el
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No me digas. —¿No te gustan las
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—Por ahí, pidiendo las bebidas.
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momentáneamente. Se da la vuelta y
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hablando con un grupo de chicas. Ca
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2 Me lleva a un restaurante pequeñ
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tú… tú también. ¿Por qué no
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—No puedo más. ¿He comido basta
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—Bueno, tienes todas esas varas y
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—Oh, Ana —gime, y hunde la nari
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—Buenas noches, Christian. Percib
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Me encanta la aplicación de la Bib
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3 Lo único bueno de estar sin coch
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Anastasia Steele Ayudante de Jack H
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—¿Puedo ayudarte? —pregunto.
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en esta ocasión, es muy bien recib
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¿Adónde quiere ir a parar con est
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animadora de instituto. Aunque yo n
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No puedo reprimir el anhelo de mi v
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paran y se quedan mirando. Ah, sí,
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—¿Así que vas a suplicar? —su
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Uf… y eso me da una idea. La dios
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4 Cuando recobro la cordura, abro l
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fina. Parece un colegial tozudo.
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Se me abre la bata, y yo permanezco
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sentarse y desliza una cucharada de
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—Claro que iré. Oh, no. No tengo
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Quiero saber qué está pasando. No
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Sin embargo, el tono de su voz me d
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Yo miro fijamente esos ojos grises
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desea, y al notar que me necesita,
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quieras, te lo pueden hacer aquí,
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5 Greta, ¿con quién está habland
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—Y ahora, si me perdonas… —No
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—Puedes ir por tu propio pie o pu
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—No. Conduciré yo. —¿Le pasa
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—Todo está arreglado. —Excelen
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acostumbrado a que las mujeres haga
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—Destrozado y despojado —contes
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—Mis sumisas cocinan, Anastasia.
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Resulta tan frustrante. Es tan atra
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—La doctora Grace es formidable e
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—¿Y con algo más permanente, co
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susurro. Me sonríe con malicia y l
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Sin dejar de mirarme fijamente, se
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—Odio estos chismes. Estoy pensan
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filigrana de plata y lleva unas bra
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piernas, del tobillo a la cadera, y
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—Naturalmente. Tienen una cualida
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Taylor aparca en el camino de la en
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Christian no se separa de mí, y se
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—Me alegro de volver a verte, Ana
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comprometido en mejorar la vida de
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ÓLEO, «EN EL AZUL» DE J. TROUTON
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7 Maldita sea… ¿realmente acabo
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iba todo esto. ¡Qué humillante!
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problemático en el colegio, que se
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Trago saliva convulsamente, y el do
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—Doce —murmura en voz baja y ro
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Christian me mira sonriendo, me tom
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—Ha sido un placer conocerte, Ana
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viste el sábado pasado. Palidezco
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Tuerce el gesto. —Anastasia, Elen
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fuegos artificiales. El maestro de
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—¿Quieres bailar? —Estoy muy c
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ayudar. No me malinterpretes, aprue
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8 Sawyer vuelve a hablarle a su man
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desnuda y me baja la cremallera.
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—En el dormitorio. Te quiero en l
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Converse negras. Me deja atónita q
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en casa montando el planeador que m
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—Están en la suite Cascade, señ
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con la lengua el vello de su pecho
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Christian suspira y se mueve de mal
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¿Es que no podemos tener una maña
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nada más. Es increíble que haya s
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se inclina para besarme. —No llor
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doloroso. Fui un niño muy autosufi
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La idea lleva un tiempo rondándome
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El empleado del aparcamiento aparec
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tira al suelo. ¿Un descapotable?
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—¿Tienes frío? —me pregunta,
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un barco? Me ruborizo. —No, no es
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—De todas las formas posibles —
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Ellos se ponen a trajinar en la pro
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Dejo caer la camisa al suelo y me d
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piel con piel… su ávida boca en
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10 Mac no tardará en volver —dic
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eso estoy segura… aunque, claro,
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Christian estrecha la mano de McCon
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eres. —Sigo siendo yo, Anastasia
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siente de ese modo? Cree que podrí
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Oh. Adiós al Christian despreocupa
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tan segura de que no te pasará nad
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Taylor asiente pero no sonríe. Me
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—Sí —contesto en un susurro, p
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Arqueo una ceja y él sonríe. —V
Page 211 and 212: —Eh, eh —me advierte—. Espera
Page 213 and 214: Apenas soy consciente de que Christ
Page 215 and 216: Christian se inclina sobre mí. Est
Page 217 and 218: con amargura. —Me alegra saberlo,
Page 219 and 220: Pensé que debías saberlo. A x Ana
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Page 223 and 224: Tú no puedes interferir. No está
Page 225 and 226: Oh, no. Le prometí a Christian que
Page 227 and 228: eacción? —Sigo enfadada contigo,
Page 229 and 230: Me lo quedo mirando. ¿Qué contest
Page 231 and 232: en este ascensor con él. Le deseo
Page 233 and 234: de hoy? —Yo opino que el que est
Page 235 and 236: 12 —Hablaste con ella hoy? —le
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Page 239 and 240: —No quería decir eso. —¿Qué
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Page 243 and 244: acerco a la barandilla de vidrio. S
Page 245 and 246: cuello. Él baja la nariz por mi ga
Page 247 and 248: mujeres de pelo oscuro. No entiendo
Page 249 and 250: que quieras verle entre semana, a p
Page 251 and 252: pregunta Christian como sin darle i
Page 253 and 254: —Tienes un novio de ensueño, Ana
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Page 271 and 272: —¿Qué tipo de doctor es? —Psi
Page 273 and 274: —No puedes hacerlo —suplica.
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Page 277 and 278: —Podría haberte hecho daño. Y h
Page 279 and 280: talones, temiendo lo que veré en s
Page 281 and 282: —Simplemente lo sé. La idea de h
Page 283 and 284: ser. Me muerdo el labio para evitar
Page 285 and 286: —No, tienes que comer. Vamos. —
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Page 293 and 294: este hombre, mi hombre, mi Cincuent
Page 295 and 296: Se inclina y me besa. Me observa un
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Page 301 and 302: Voy hacia la fotocopiadora —en la
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adrenalina por todo mi cuerpo. Ahor
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—¿Qué? —Los e-mails que te he
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hasta el ascensor. No me suelta.
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—¿Ah? Christian se da la vuelta
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duchado, me he puesto unos pantalon
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en los labios con el dedo índice
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inclina y saca otras dos. —Estas
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espalda. Él echa la cabeza hacia a
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Estoy impaciente por tocarle… mis
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—Lo bueno de este separador es qu
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demoran ligeramente sobre mi culo.
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17 Mmm… Christian me acaricia el
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—Espero que contraten a una mujer
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Salgo con cierta dificultad del coc
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desapercibidas a los otros editores
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Ethan, vestido con una camisa azul
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x De: Christian Grey Fecha: 16 de j
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—Voy a refrescarme un poco —dig
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—Ana. Tendrás que perdonarme, pe
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labios. —Eso ya no se considera u
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posesivamente. Un gesto que no le p
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Cuelgo el teléfono y me doy la vue
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—No. Me mira y parpadea, sin sabe
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perfectamente de dónde proceden. I
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—Buena puntualización, señorita
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—no, más bien sala para banquete
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alto incluso que el ático de Chris
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—¿Uno de sus platos favoritos, s
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—No me toques —me advierte con
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Cuando se cierran las puertas, Chri
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—Ya. La famosa expresión: «Nunc
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de su chaqueta hacia atrás, y cuan
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—No te asustes. Yo tengo un desay
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anoche invade mi mente… el ascens
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—He quedado con José para tomar
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cuando estemos solas. Ahora mismo n
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19 Contemplo las llamas, anonadada.
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Abro los ojos y una vez más contem
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despacho de Taylor agarrado a su te
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dedos a este hombre cariñoso, vita
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—Con los extintores. La ley nos o
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Acompañamos a Carrick y a Grace al
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Levanto la mirada hacia él. No qui
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Christian parpadea y me mira, incr
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nuca hasta el nacimiento del pelo,
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algo. —Es sábado —exclama con
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—No quiero irme, nunca. Le beso e
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Me lo encuentro en la barra, comien
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descalzo, nos acompaña a José y a
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—¿Qué hay en la otra caja? —p
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21 Christian se para delante del cu
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también, me fulmina con una mirada
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advierte. Por un momento creo que e
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—Chupa —ordena en voz baja—.
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Me quita una de las esposas, de mod
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pero sincero. —De esa fusta no…
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Y otra cosa… te quiero. A x (Tu p
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—Ya sé que es muy repentino y to
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Me levanto para recoger los platos.
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—Sí, mamá. Yo también te quier
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impasible. —Hola —musito. Él n
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—¡Vosotros dos! Quiero hablar co
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chimenea. Kate y yo permanecemos ca
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—Bueno, ha sido una forma interes
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Estoy muy emocionada por ti, Christ
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—Mmm… delicioso. Aunque un poco
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¿Cuándo aprenderás que eso no es
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Y, por un instante, contemplo la po
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eacción de ella. —¿Y la culpas
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—Christian, últimamente todos lo
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inundan mis ojos. Tirando suavement
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E.L. JAMES, ha desempeñado cargos
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