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Los trabajos de Persiles y Segismunda - Descarga Ebooks

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<strong>Los</strong> <strong>trabajos</strong> <strong>de</strong> <strong>Persiles</strong> y <strong>Segismunda</strong>Capí tulo Cuarto-Paréceme, hermano mío -dijo Auristela a Periandro-, que los <strong>trabajos</strong> y los peligros nosolamente tienen jurisdición en el mar, sino en toda la tierra; que las <strong>de</strong>sgracias e infortunios, asíse encuentran sobre los levantados sobre los montes como con los escondidos en sus rincones.Esta que llaman Fortuna, <strong>de</strong> quien yo he oído hablar algunas veces, <strong>de</strong> la cual se dice que quita yda los bienes cuando, como y a quien quiere, sin duda alguna <strong>de</strong>be <strong>de</strong> ser ciega y antojadiza,pues, a nuestro parecer, levanta los que habían <strong>de</strong> estar por el suelo, y <strong>de</strong>rriba los que estánsobre los montes <strong>de</strong> la luna. No sé, hermano, lo que me voy diciendo, pero sé que quiero <strong>de</strong>cirque no es mucho que nos admire ver a esta señora, que dice que se llama Feliciana <strong>de</strong> la Voz,que apenas la tiene para contar sus <strong>de</strong>sgracias. Contémplola yo pocas horas ha en su casa,acompañada <strong>de</strong> su padre, hermanos y criados, esperando poner con sagacidad remedio a susarrojados <strong>de</strong>seos; y agora puedo <strong>de</strong>cir que la veo escondida en lo hueco <strong>de</strong> un árbol, temiendolos mosquitos <strong>de</strong>l aire, y aun las lombrices <strong>de</strong> la tierra. Bien es verdad que la suya no es caída <strong>de</strong>príncipes, pero es un caso que pue<strong>de</strong> servir <strong>de</strong> ejemplo a las recogidas doncellas que le quisierendar bueno <strong>de</strong> sus vidas. Todo esto me mueve a suplicarte, ¡oh hermano!, mires por mi honra,que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto que salí <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> mi padre y <strong>de</strong>l <strong>de</strong> tu madre, la <strong>de</strong>posité en tus manos;y, aunque la esperiencia, con certidumbre grandísima, tiene acreditada tu bondad, ansí en lasoledad <strong>de</strong> los <strong>de</strong>siertos como en la compañía <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s, todavía temo que la mudanza <strong>de</strong>las horas no mu<strong>de</strong> los que <strong>de</strong> suyo son fáciles pensamientos. A ti te va; mi honra es la tuya; unsolo <strong>de</strong>seo nos gobierna y una misma esperanza nos sustenta; el camino en que nos hemospuesto es largo, pero no hay ninguno que no se acabe, como no se le oponga la pereza y laociosidad; ya los cielos, a quien doy mil gracias por ello, nos ha traído a España sin la compañíapeligrosa <strong>de</strong> Arnaldo; ya po<strong>de</strong>mos ten<strong>de</strong>r los pasos seguros <strong>de</strong> naufragios, <strong>de</strong> tormentas y <strong>de</strong>salteadores, porque, según la fama que, sobre todas las regiones <strong>de</strong>l mundo, <strong>de</strong> pacífica y <strong>de</strong>santa tiene ganada España, bien nos po<strong>de</strong>mos prometer seguro viaje.-¡Oh hermana -respondió Periandro-, y cómo por puntos vas mostrando los estremados <strong>de</strong>tu discreción! Bien veo que temes como mujer y que te animas como discreta. Yo quisiera, poraquietar tus bien nacidos recelos, buscar nuevas experiencias que me acreditasen contigo; que,puesto que las hechas pue<strong>de</strong>n convertir el temor en esperanza, y la esperanza en firmeseguridad, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego en posesión alegre, quisiera que nuevas ocasiones me acreditaran. Enel rancho <strong>de</strong>stos pastores no nos queda qué hacer, ni en el caso <strong>de</strong> Feliciana po<strong>de</strong>mos servir másque <strong>de</strong> compa<strong>de</strong>cernos <strong>de</strong> ella; procuremos llevar esta criatura a Trujillo, como nos lo encargó elque con ella nos dio la ca<strong>de</strong>na, al parecer, por paga.176En esto estaban los dos, cuando llegó el pastor anciano con su hermana y con la criatura,que había enviado por ella a la al<strong>de</strong>a, por ver si Feliciana la reconocía, como ella lo había pedido.Lleváronsela, miróla y remiróla, quitóle las fajas; pero en ninguna cosa pudo conocer ser la quehabía parido, ni aun, lo que más es <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar, el natural cariño no le movía los pensamientosa reconocer el niño; que era varón el recién nacido.© RinconCastellano 1997 – 2011 • www.rinconcastellano.com

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