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Los trabajos de Persiles y Segismunda - Descarga Ebooks

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<strong>Los</strong> <strong>trabajos</strong> <strong>de</strong> <strong>Persiles</strong> y <strong>Segismunda</strong>Capí tulo SegundoBien podía intitular el libro <strong>de</strong>l peregrino español: Historia peregrina sacada <strong>de</strong> diversosautores, y dijera verdad, según habían sido y iban siendo los que la componían; no les dio pocoque reír la firma <strong>de</strong> Diego <strong>de</strong> Ratos, el zapatero <strong>de</strong> viejo, y aun también les dio que pensar eldicho <strong>de</strong> Bartolomé el Manchego, que dijo que no había carga más pesada que la mujer liviana,señal que le <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> pesar ya la que llevaba en la moza <strong>de</strong> Talavera.En esto fueron hablando otro día que <strong>de</strong>jaron al español, mo<strong>de</strong>rno y nuevo autor <strong>de</strong> nuevosy esquisitos libros, y aquel mismo día vieron a Roma, alegrándoles las almas, <strong>de</strong> cuya alegríaredundaba salud en los cuerpos. Alborozáronse los corazones <strong>de</strong> Periandro y <strong>de</strong> Auristela,viéndose tan cerca <strong>de</strong>l fin <strong>de</strong> su <strong>de</strong>seo; los <strong>de</strong> Croriano y Ruperta y los <strong>de</strong> las tres damasfrancesas ansimismo, por el buen suceso que prometía el fin próspero <strong>de</strong> su viaje, entrando a laparte <strong>de</strong> este gusto los <strong>de</strong> Constanza y Antonio.Heríales el sol por cenit, a cuya causa, puesto que está más apartado <strong>de</strong> la tierra que enninguna otra sazón <strong>de</strong>l día, hiere con más calor y vehemencia; y, habiéndoles convidado unacercana selva que a su mano <strong>de</strong>recha se <strong>de</strong>scubría, <strong>de</strong>terminaron <strong>de</strong> pasar en ella el rigor <strong>de</strong> lasiesta que les amenazaba, y aun quizá la noche, pues les quedaba lugar <strong>de</strong>masiado para entrar eldía siguiente en Roma.Hiciéronlo así, y, mientras más entraban por la selva a<strong>de</strong>lante, la amenidad <strong>de</strong>l sitio, lasfuentes que <strong>de</strong> entre las hierbas salían, los arroyos que por ella cruzaban, les iban confirmandoen su mismo propósito. Tanto habían entrado en ella, cuanto, volviendo los ojos, vieron queestaban ya encubiertos a los que por el real camino pasaban; y, haciéndoles la variedad <strong>de</strong> lossitios variar en la imaginación cuál escogerían, según eran todos buenos y apacibles, alzó acasolos ojos Auristela, y vio pendiente <strong>de</strong> la rama <strong>de</strong> un ver<strong>de</strong> sauce un retrato, <strong>de</strong>l grandor <strong>de</strong> unacuartilla <strong>de</strong> papel, pintado en una tabla no más, <strong>de</strong>l rostro <strong>de</strong> una hermosísima mujer; y,reparando un poco en él, conoció claramente ser su rostro el <strong>de</strong>l retrato, y, admirada ysuspensa, se le enseñó a Periandro.A este mismo instante dijo Croriano que todas aquellas hierbas manaban sangre, y mostrólos pies en caliente sangre teñidos.El retrato, que luego <strong>de</strong>scolgó Periandro, y la sangre que mostraba Croriano, los tuvoconfusos a todos y en <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> buscar así el dueño <strong>de</strong>l retrato como el <strong>de</strong> la sangre. No podíapensar Auristela quién, dón<strong>de</strong> o cuándo pudiese haber sido sacado su rostro, ni se acordabaPeriandro que el criado <strong>de</strong>l duque <strong>de</strong> Nemurs le había dicho que el pintor que sacaba los <strong>de</strong> lastres francesas damas, sacaría también el <strong>de</strong> Auristela, con no más <strong>de</strong> haberla visto; que si <strong>de</strong>esto él se acordara, con facilidad diera en la cuenta <strong>de</strong> lo que no alcanzaba.El rastro que siguieron <strong>de</strong> la sangre llevó a Croriano y a Antonio, que le seguían, hastaponerlos entre unos espesos árboles que allí cerca estaban, don<strong>de</strong> vieron al pie <strong>de</strong> uno un261© RinconCastellano 1997 – 2011 • www.rinconcastellano.com

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