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Los trabajos de Persiles y Segismunda - Descarga Ebooks

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<strong>Los</strong> <strong>trabajos</strong> <strong>de</strong> <strong>Persiles</strong> y <strong>Segismunda</strong>que así ha <strong>de</strong>rribado mis esperanzas, como que la gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> vuestro linaje no se hubieraopuesto a vuestra <strong>de</strong>sventura! Mas, ¿cómo podía ella ser gran<strong>de</strong>, si vos no lo fuéra<strong>de</strong>s? En losmontes más levantados caen los rayos, y, adon<strong>de</strong> hallan más resistencia, hacen más daño.Monte éra<strong>de</strong>s vos, pero monte humil<strong>de</strong>, que con las sombras <strong>de</strong> vuestra industria y <strong>de</strong> vuestradiscreción os encubría<strong>de</strong>s a los ojos <strong>de</strong> las gentes. Ventura íba<strong>de</strong>s a buscar en la mía, pero lamuerte ha atajado el paso, encaminando el mío a la sepultura. ¡Cuán cierta la tendrá la reina,vuestra madre, cuando a sus oídos llegue vuestra no pensada muerte! ¡Ay <strong>de</strong> mí, otra vez sola yen tierra ajena, bien así como ver<strong>de</strong> yedra a quien ha faltado su verda<strong>de</strong>ro arrimo!Estas palabras <strong>de</strong> reina, <strong>de</strong> montes y gran<strong>de</strong>zas, tenían atentos los oídos <strong>de</strong> los circunstantesque les escuchaban, y aumentóles la admiración las que también <strong>de</strong>cía Constanza, que en susfaldas tenía a su malherido hermano, apretándole la herida y tomándole la sangre la compasivaFeliz Flora, que, con un lienzo suyo, blandamente se la esprimía, obligada <strong>de</strong> haberla el heridolibrado <strong>de</strong> su <strong>de</strong>shonra.-¡Ay, digo -<strong>de</strong>cía-, amparo mío!, ¿<strong>de</strong> qué ha servido haberme levantado la fortuna a título <strong>de</strong>señora, si me había <strong>de</strong> <strong>de</strong>rribar al <strong>de</strong> <strong>de</strong>sdichada? Volved, hermano, en vos, si queréis que yovuelva en mí, o si no, haced, ¡oh piadosos cielos!, que una misma suerte nos cierre los ojos, yuna misma sepultura nos cubra los cuerpos: que el bien que sin pensar me había venido, nopodía traer otro <strong>de</strong>scuento que la presteza <strong>de</strong> acabarse.Con esto se quedó <strong>de</strong>smayada, y Auristela ni más ni menos, <strong>de</strong> modo que tan muertasparecían ellas y aun más que los heridos.La dama que cayó <strong>de</strong> la torre, causa principal <strong>de</strong> la caída <strong>de</strong> Periandro, mandó a sus criados,que ya habían venido muchos <strong>de</strong> la casa, que le llevasen al lecho <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> Domicio, su señor;mandó también llevar a Domicio, su marido, para dar or<strong>de</strong>n en sepultalle. Bartolomé tomó enbrazos a su señor Antonio; a Constanza se las dio Feliz Flora; y a Auristela, Belarminia y Deleasir.Y, en escuadrón doloroso y con amargos pasos, se encaminaron a la casi real casa.231© RinconCastellano 1997 – 2011 • www.rinconcastellano.com

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