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Los trabajos de Persiles y Segismunda - Descarga Ebooks

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<strong>Los</strong> <strong>trabajos</strong> <strong>de</strong> <strong>Persiles</strong> y <strong>Segismunda</strong>Dijo también que había estado en casa <strong>de</strong> la señora Constanza y Antonio, y que sus padres yabuelos estaban buenos y sólo fatigados <strong>de</strong> la pena que tenían <strong>de</strong> no saber <strong>de</strong> la salud <strong>de</strong> sushijos, <strong>de</strong>seando volviese la señora Constanza a ser esposa <strong>de</strong>l con<strong>de</strong>, su cuñado, que queríaseguir la discreta elección <strong>de</strong> su hermano, o ya por no dar los veinte mil ducados, o ya por elmerecimiento <strong>de</strong> Constanza, que era lo más cierto, <strong>de</strong> que no poco se alegraron todos,especialmente Periandro y Auristela, que como a sus hermanos los querían.Desta plática <strong>de</strong> Arnaldo, se engendraron en los pechos <strong>de</strong> los oyentes nuevas sospechas <strong>de</strong>que Periandro y Auristela <strong>de</strong>bían <strong>de</strong> ser gran<strong>de</strong>s personajes, porque, <strong>de</strong> tratar <strong>de</strong> casamientos <strong>de</strong>con<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> millaradas <strong>de</strong> ducados, no podían nacer sino sospechas illustres y gran<strong>de</strong>s.Contó también cómo había encontrado en Francia a Renato, el caballero francés vencido enla batalla contra <strong>de</strong>recho, y libre y vitorioso por la conciencia <strong>de</strong> su enemigo. En efeto, pocascosas quedaron <strong>de</strong> las muchas que en el galán progreso <strong>de</strong>sta historia se han contado, en quienél se hubiese hallado, pues que allí no las volviese a traer a la memoria, trayendo también la quetenía <strong>de</strong> quedarse con el retrato <strong>de</strong> Auristela, que tenía Periandro contra la voluntad <strong>de</strong>l duque ycontra la suya, puesto que dijo que, por no dar enojo a Periandro, disimularía su agravio.-Ya le hubiera yo <strong>de</strong>shecho -respondió Periandro-, volviendo, señor Arnaldo, el retrato, sientendiera fuera vuestro. La ventura y su diligencia se le dieron al duque; vos se le quitastes porfuerza; y así, no tenéis <strong>de</strong> qué quejaros. <strong>Los</strong> amantes están obligados a no juzgar sus causas porla medida <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>seos, que tal vez no los han <strong>de</strong> satisfacer, por acomodarse con la razón, queotra cosa les manda; pero yo haré <strong>de</strong> manera que, no quedando vos, señor Arnaldo, contento, elduque que<strong>de</strong> satisfecho, y será con que mi hermana Auristela se que<strong>de</strong> con el retrato, pues esmás suyo que <strong>de</strong> otro alguno.Satisfízole a Arnaldo el parecer <strong>de</strong> Periandro, y ni más ni menos a Auristela. Con esto cesó laplática; y otro día por la mañana comenzaron a obrar en Auristela los hechizos, los venenos, losencantos y las malicias <strong>de</strong> la Iulia, mujer <strong>de</strong> Zabulón.286© RinconCastellano 1997 – 2011 • www.rinconcastellano.com

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